Capitulo 4

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Nervios. Eso era lo único que sentía Ran al acercarse a la casa de su mejor amigo y estar apunto de tocar su puerta; ya era domingo y después de ver a su amigo tan deprimido ayer, no pensó en otra cosa que no sea en como remediarlo y aunque su solución no fuera la mejor de todas, mínimo esperaba alegrar aquel rostro decaído de su amigo.
 
Porque aunque el nunca fue capaz de decírselo, ella tenía toda la culpa; ella le había molestado, interrumpido e incluso estropeado lo que hacía, ganándose solamente regaños y muchas más pedidas.

Aquella tarde; la azabache se había pasado el resto del día buscando alguna manera de poder hacer lo que desde un principio Shinichi quería hacer solo que en un tiempo menor. La idea que había estado pensado desde hace rato, sabía que no era la mejor pero tampoco la peor y posiblemente sea la única donde ella ya no haga una tontería.

Sin perder más tiempo; elimino de su mente cada uno de los pensamientos que la ponían más y más nerviosa, respirando y exhalando fuertemente por ultima vez para tocar casi mecánicamente la puerta, mientras intentaba eliminar todo nerviosismo que sentía.

--Hola Ran --Saludo Yukiko con su típica sonrisa jovial, recibiéndola en la entrada de su puerta--¿Qué te trae por aquí? No me digas que estás...

--¿Esta Shinichi? --pregunto la niña yendo directo al grano, lamentándose internamente por haberla interrumpido --nesecito hablar urgentemente con el.

La castaña parpadeo unos cuantos segundos intentando captar el nuevo y recién conocido comportamiento de la ojiazul, estática solo miró a la niña quien poco a poco comenzó a desesperarse. Yukiko al ver aquella actitud, no pudo evitar ver lo muy parecida que era su forma de comportarse a la de su hijo, pero la pregunta que ahora solo le lograba entrar a la mente era saber el porque ese tan repentino cambios en su forma de ser.

--Disculpe... --Llamo de nuevo Ran algo apresurada, logrando sacarla de sus pensamientos.

--¿Eh?... Ah. Creí que estaba contigo, pero ahora veo que no --musito Yukiko intentando adivinar en donde podía estar el ojiazul. Aquello no era tan difícil de saber, su hijo podía ser muy inteligente pero también era muy rutinario y eso aún era algo aún usaba en su contra --No recuerdo haberlo visto ni en el estudio o en su cuarto.

--Dejeme ir a buscarlo a su cuarto --pidio la hija de Kogoro juntando ambas de sus palmas en forma de súplica --por favor.

La mujer al ver aquella manera tan intranquila de la joven, solo se hizo a un lado dándole paso libre a la azabache para que entrara corriendo a la casa y así a el cuarto de Shinichi.

Al llegar a dicho cuarto; está solo abrió la puerta empujándola con mucha fuerza dejando soltar un gran ruido por todo el lugar, preocupando le poco el fuerte sonido que debió de oírse por toda la mansión.

Ran después de calmarse un poco, recordó que esa era la primera vez en que visitaba el cuarto de su mejor amigo, molestándole que sea así como conozca el cuarto de su amigo.

Aquel lugar le pareció bastante tranquilo y también bastante reconfortante, no había ruido alguno que le molestara y por alguna extraña razón ese lugar le sembraba una muy buena armonía.

Al no poder hallarlo con la mirada; Mouri prefirió continuar buscandolo con mayor atención en todo el lugar que ir a la calle en su búsqueda, no sabía  el porque pero algo muy dentro de ella le decía que allí se encontraba Shinichi intentando engañarle, más a ella nunca podría engañaría. 

Sin embargo después de buscar por toda la habitación; nunca logro encontrarlo, no importa cuánto lo buscará no hallaba rastro alguno de el, más está en vez de cambiar su opinión continuó insistiendo que él se encontraba ahí, no tenía prueba alguna pero algo muy dentro de ella se lo decía.

--Shinichi... Yo sé que estás aquí --susurro convenciéndose a si misma que era lo mejor que podía hacer por ahora -- Yo quiero pedirte disculpas, no era mi intención estropearte todo... Por eso vengo con una solución.

Dicho eso, calló por brevedad esperando oír algún indicio que le llevará a encontrar a su amigo, odiaba no ver a los ojos a la persona que le hablaba y más si era algo importante; pero aun así no oyó nada, solo era ella y el silencio en esa habitación.

--Shinichi... --murmurro un poco triste al no hallar el resultado que quería --ayer... Después de que te fuiste yo... conocí a alguien --decia con una voz ligeramente quebradiza, intentando mantener el hilo de su voz aunque le resultaba algo imposible --El era un chico... De nuestra misma edad... Quiere aprender a tocar el violín y... Y... Le hablé de tí... --A cada palabra su garganta comenzaba a dolerle y a picarle más y más los ojos, casi impidiéndole que continuará pero aún así ella continuó --El acepto tu ayuda y te espera mañana en su casa... Aqui te dejo la dirección... --decia la azabache, dejando un pequeño trozo de papel con una dirección en la mesita de noche del ojiazul-- Les tuve que dar el número de tu casa para comunicarse... Lamento haber interferido con todo... Espero y a todavía puedas obtener tu libro... Adios

Aquella declaración sólo logró sorprender a el ojiazul, sabía que su amiga lo buscaría tarde o temprano en su casa y como no tenía el ánimo de aguantarla, prefirió mejor esconderse debajo de su cama y ocultando todo su cuerpo con algunas cajas y otros objetos que lograron camuflar lo.

Al salir Ran de la habitación casi al borde del llanto y oír como salía de su hogar, Shinichi comenzó lentamente a salir de su escondite para ir directo a ver el pedazo de papel que había dejado; al verlo mejor, notó que solamente estaba escrito una dirección y el apellido Hakuba, el cual por alguna razón le era familiar.

Ese pensamiento no duró mucho ya que aquellas últimas palabras de su amiga eran las que se habían robado toda su capacidad de pensar. 

--"Espero y así puedas obtener tu libro" --Recordo el ojiazul intentando saber cómo lo habría descubierto, ya que solo sus padres y él lo eran los únicos que lo sabían.

--Shinichi --Escucho la voz de su madre, sacándolo de sus pensamientos --alguien te busca por teléfono.

El joven solo guardo el papel en el bolsillo trasero de su pantalón y bajo bastante apresurado a atender la llamada; mientras su pequeña mente ya comenzaba a suponer quién era la voz detrás del teléfono, más al ver a su madre solo pudo actuar algo apático.

--¿Hola? --Solto el pelinegro un poco dudoso en como contestar.

--¿Joven Kudo? --pregunto una mujer con una voz un poco vieja, tal vez de 40 o 50 años de edad --me alegro que haya respondido mi llamada...

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Hola chicos
El capítulo 4 ya está aquí, ok no
¿Cómo están?
Espero que les esté gustando la historia, nuevamente.
Ya que me estoy tomando mi tiempo, estoy corrigiendo algunos detalles que me marcaban mucho al principio.
Así que puede haber una que otra cosa diferente con la que está en otro usuario.
Hoy intenté volver a acceder a mi usuario y no me lo permite 😥😥😥
Pero ya no hay marcha atrás.
Continuaremos en este perfil
Eso sería todo, que tengan una bonita tarde, día, madrugada, atardecer, noche, crepúsculo, etc...
Bye

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