ృి҉۫۫❁ཻུ۪۪⸙͎ζεστό χαμόγελο

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Quejas infinitas provenientes de un ser en específico retrasan el arduo trabajo de Eiji en la planta superior que es utilizada para reuniones y fiestas. Yut-Lung se ha encargado de seguirlo durante una hora completa, replicando en contra de la forma de las flores y el tamaño de las frutas de los árboles, le exige que las enredaderas de los pilares de oro no opaquen las estructuras, pero también quiere que tengan un color vivo que destaque, cosa que es prácticamente imposible porque el brillo de Helios siempre se refleja en las doradas arquitecturas, rompiendo toda la armonía de la naturaleza.

Es más que obvio que el Dios del Matrimonio sólo cambia sus decisiones para molestarlo, y, aunque Eiji mantiene una amplia sonrisa cada vez que lo escucha dirigirle la palabra, en su cabeza está instalada la idea de darle un puñetazo que le quite las ganas de hablar por los próximos cien años.

Incluso los blancos y puros lirios de su corona se han transformado en espinas por la presión de tener al otro dios constantemente tras su espalda, pero no puede enfrentarlo por el simple hecho de que no es conveniente ser enemigo de los otros olímpicos y mucho menos quiere que su madre siga viéndolo como un inútil que sólo sabe meterse en problemas.

Decide que su trabajo en ese lugar está terminado en el momento en que el Dios del Matrimonio critica sus amados girasoles, así que sus pies se mueven rápidamente hasta las escaleras, donde se ve obligado a reducir su velocidad para no resbalar y tirar el cesto de suplementos de mantención —que es muy limitado por culpa de su superior— que lleva entre los brazos.

Todavía puede escuchar el tacón de los zapatos de Yut-Lung tras su persona por lo que acomoda el recipiente de mimbre en sus extremidades para poder huir, aunque accidentalmente cubre su visión al momento de llegar a la ciudad. Debido a la falta de uno de sus sentidos, sus pies se enredan con unos fríos y metálicos vástagos que están en medio del camino, haciendo que pierda el equilibrio. Piensa en que tendrá una nueva herida por una tonta caída, sin embargo, su cuerpo no logra chocar contra el mármol del suelo ya que un par de gruesos brazos lo atrapan casi al instante mientras que un martillo enorme impide que las cosas de su cesto queden regadas por el lugar.

Lleva su mirada hacia arriba, encontrándose con el tosco rostro de un dios bastante alto que emite un aura muy similar a la de uno de los reyes de Olimpo, aunque no puede encontrar ningún parecido físico con el dios que lo ha perseguido desde su llegada. Con vergüenza se incorpora, distinguiendo la inscripción "Hefesto" en el mandil de su contrario, nombre que indica claramente que es el Dios del Fuego y la Forja.

-G-Gracias- es lo único que puede balbucear ya que se siente intimidado por el tamaño de su contrario.
-Sé cuidadoso, puedes romperte algo si te caes- su voz es gruesa y amenazante, pero sus movimientos son delicados al entregarle el cesto, como si quisiera hacerle saber que no le hará daño.
-¿No deberías estar trabajando?- el moreno no puede abstenerse de chasquear su lengua al oír la voz del rey.

Los tímidos brotes que habían crecido en su corona por la interacción con Hefesto se convierten nuevamente en espinas debido a la pregunta que rompe en sus oídos. Sus uñas se entierran en el mimbre cuando decide voltear su cuerpo para responder, no obstante, descubre que no es a él a quién se le está encarando por su falta de acción. El dios herrero avanza cojeando, aunque su discapacidad no es impedimento para mostrarse intimidante.

-Eso hago, tengo entregas para Nadia- afirma, recogiendo las lanzas con las que Eiji tropezó anteriormente.
-No es excusa para que dejes las armas en medio del camino- el rey gruñe, señalando al dios con su dedo índice. -¿Aparte de horrendo también eres estúpido?- inquiere con desprecio. El Dios de la Primavera no puede evitar sentirse molesto por la ofensa contra el ser que lo ha ayudado, así que decide intervenir.
-No tienes que...- las palabras que busca expresar quedan en el aire puesto que la mano del herrero se expande a centímetros de su rostro. Su extremidad es tan grande que podría aplastarle el cráneo con facilidad.
-Puedo manejarlo solo-

Flowers in the Underworld 「Asheiji AU」Where stories live. Discover now