ృి҉۫۫❁ཻུ۪۪⸙͎οι αθώοι και οι τολμηροί

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Cincuenta y dos días.

A Aslan le tomó cincuenta y dos días de preparación mental lograr aceptar la invitación que el Dios de la Primavera le hizo tan amablemente la primera vez que hablaron a través del oráculo. Al día siguiente de su corta llamada se sintió con una enorme confianza para volver al reino mortal, no obstante, cuando la brisa que se cuela por la entrada del Inframundo golpeó suavemente su rostro, se sintió como un cachorro recién nacido, débil y patético, afectado por los recuerdos que atravesaron su cabeza como una certera flecha que lo obligó a encerrarse en su habitación por el resto de la tarde.

Explicarle a Eiji la razón de su ausencia fue complicado, ni siquiera pudo decirle la verdad a pesar de que siempre ha sido muy directo con lo que busca expresar. Pensó que sería odiado por sus excusas, pero el Dios de la Primavera se mostró comprensivo, como si supiese que algo en las tierras superiores le perturba. Incluso llegó a mencionar que no es necesario encontrarse en el reino mortal, aludiendo a que volvería al Inframundo tan pronto como acabase la temporada de cultivo.

Pero Aslan quiere ir a su mundo. Por fin está listo.

Hace un par de semanas, Eiji le hizo envío de un kosode y un haori típicos de la nación nipona y que ahora ayudarán al Rey del Inframundo a camuflarse entre los habitantes de Izumo. Se trata de un traje cómodo y definitivamente menos revelador que su himatión griego, cosa que el rubio agradece porque visitar las tierras superiores con poca ropa despertaría los amargos recuerdos que lo han atormentado por miles de años y que afloraron la última vez que intentó salir.

Su pie derecho golpea el suelo dos veces provocando que las tierras de su reino se muevan a su disposición, llevándolo en menos de quince minutos al pueblo japonés, donde la grieta que conecta el Inframundo y el mundo superior se abre a las orillas del Lago Shinji, lo suficientemente oculta tras unas plantas para que los mortales cercanos no se vean calcinados por su divinidad.

Una primaveral brisa alborota su cabello mientras sus ojos intentan acostumbrarse al brillo producido por la existencia de Helios. Los movimientos del titán son lentos, puede distinguir que sus pies ni siquiera rozan las montañas por las que transita, impidiendo así temblores debido a su peso y el pánico inexplicable en los humanos que sólo pueden ver la brillante aureola en su cabeza que representa la estrella que ellos llaman «sol». La posición de este le indica que son alrededor de las once y media de la mañana. Es todo un récord considerando que él que duerme como un tronco y despierta por las tardes, débil por culpa del poco icor que corre por sus venas ya que no tiene acceso a la ambrosía en su reino.

Al abandonar la grieta, su melena rubia se acorta y se tiñe de un color castaño desde la raíz a las puntas al mismo tiempo que su mano ayuda a cambiar la posición de su flequillo. Sus ojos se tornan ligeramente rasgados, pero conservan su color jade que lo harán reconocible ante Eiji, y, de tener mala suerte, ante Deméter. Se acerca al lago para comprobar que su apariencia ha cambiado lo suficiente, sorprendiéndose por su propio reflejo ya que casi no puede reconocerse.
Le hubiese gustado saber esos trucos cuando era más joven, se habría librado de muchos problemas.

Con el mismo movimiento anterior de su extremidad inferior cierra la ruptura en la tierra para ir en búsqueda de Eiji, aunque no debe buscar mucho ya que a dos minutos de su posición inicial hay unos enormes campos de arroz en los que puede divisar a seis personas trabajando la tierra.
El mortal más cercano a la orilla detiene sus acciones de cultivo para remover su sombrero, revelando una larga cabellera negra que obliga a Aslan a avanzar hasta el árbol más cercano, escondiéndose pobremente.

Flowers in the Underworld 「Asheiji AU」Where stories live. Discover now