La magia de las hermanas

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- ¡NYMPHADORA! - grité desde la cocina.

Ahí estaba yo. Con seis años. Gritándole a mi hermana mayor seis años mayor. Tenía hambre y quería desayunar, pero mi hermana estaba durmiendo.

Mis padres estaban preparando la mesa. Ese día iríamos de visita a la familia del mejor amigo de mi hermana. Mi madre conocía a la familia, eran amigas. Y nos habían invitado a pasar un día con ellos.

Estaba impaciente por el desayuno más que por lo otro.

Subí las escaleras y llegué a la puerta de su habitación. Toqué varias veces. No oía nada. Entré y la vi tumbada boca abajo. Me tumbé encima.

- Nymphadora. Vamos. Despierta. Tenemos que desayunar. Tengo hambre. - soltó un ligero gruñido.

Mi hermana parecía super divertida a veces, pero los que más nos conocían, decían que yo era la más divertida de las dos. Aunque ella era torpe, graciosa, aventurera. Yo por mi parte prefería leer, pero seguía siendo la más divertida. Mis bromas eran más graciosas. Y no era tan torpe.

Las dos éramos metamorfomagas. Ella lo utilizaba la mayor parte del tiempo, yo solo para las bromas en casa. Pero era guay ser así.

- Nympha - dije moviéndola - doraaaa - podía ser muy cansina cuando quería. Me tumbé encima de ella, con la mirada en el techo. Extendí mis brazos, estaba encima de ella con forma de estrella. - Hoy tengo que alimentarme - dio un bufido.

- Déjame Tn. Tengo que dormir. Contigo así no puedo. - gruñó.

- Y yo tengo que desayunar. Contigo así no puedo - repetí divertida. Se dio la vuelta y me tiró al suelo. - OYE. Se lo diré a papá.

- Me levantaré sólo porque vamos a ver a Charles. Y me da igual que se lo digas a papá. - replicó. Sonreí y corrí por su habitación.

Estaba hambrienta, y cuando lo estoy, me muevo más. Pero sin energía. Digamos que soy hiperactiva. Mi hermana me miraba seria por haberla levantado.

- ESTATE QUIETA. MAMÁAAA. TN NO SE ESTÁ QUIETA - gritó. Mi padre subió a la habitación.

- Tn, cariño. Deja a tu hermana cambiarse tranquila. ¿Por qué no te cambias tú también? Estás en pijama - paré de correr.

Agaché la cabeza para mirar el pijama, luego subí la cabeza y le di una sonrisa a mi padre, luego fui a mí cuarto. Mi madre estaba allí colocándome unas camisetas. Terminó y me miró con una ceja levantada.

- ¿Qué has hecho ahora patatita? - fruncí el ceño. No me gustaba que me llamasen así.

- Nada mamá. He despertado a Dora - dije inocente.

- Vente. Vamos a visitar a los Weasley y no quiero que vallas en pijama - dijo mientras me preparaba un conjunto.

- ¿Puedo ir de amarillo? Me gusta el verde, pero el día de hoy me pide que valla de amarillo - dije acercándome a ella.

Me puso una camiseta amarilla con un leoncito que rugía en medio. Unos pantalones cortos vaqueros, y mis zapatos blancos que tenían luces cuando pisabas fuerte. Terminé y mi madre me hizo dos coletas, que yo me quité cuando salió de la habitación. Prefería llevarlo suelto.

Bajé a la mesa corriendo. Dora acababa de llegar. Mi padre estaba dándole vueltas a su café, y mi madre arrugó la frente en cuanto me vio.

- Tn, ¿te has quitado las coletas?

- No me gustan mamá - repliqué. - Nympha no lleva coletas.

- Porque yo soy mayor. - dijo mi hermana sacándome la lengua. Le devolví el gesto.

Magic between us (George Weasley y tú)Where stories live. Discover now