Capítulo XI

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Capítulo XI: El encanto de un boggart.

Lo cierto era que, esa misma noche en la que Tom Riddle lamentaba haber sellado sus ojos, la sobrina de Dumbledore tuvo un sueño de lo más peculiar. En él se vio huyendo colina arriba, en los tranquilos alrededores de Hogwarts, y tan pronto se detuvo frente a las torres la imagen se distorsionó, enviándola hasta una plaza conocida para Hermione: el parque solitario frente al Orfanato Wool. Una señora se había acercado a la chica y, sonriente, comenzó a hablarle.

—Ven, querida, ven conmigo—murmuró la extraña de forma dulce.

La luz bordeaba la anatomía de esa encapuchada, Hermione estaba mareada y demasiado desorientada como para negarse, por lo que tomó las manos de esa mujer y, con voz susurrante, dice:—¿Quién es usted?

—Sé quién eres tú—responde, no veía su rostro, pero en la esquina de sus labios había una sonrisa dibujada—. Y sé la razón por la que has viajado en el tiempo, Hermione Granger.

—¿Por qué estamos aquí?

Obtuvo su respuesta al momento en el que la desconocida señala las rejas del orfanato y pueden ver a Tom Riddle vagar por éstas, buscando a alguien con ímpetu. El niño fue apedreado al poco, y Hermione sintió que tanto ella como la señora que la acompañaba estaba disgustada.

—¿Quién es, Hermione? ¿Sabes quién es, a que sí?

—Tom Marvolo Riddle.

—Gaunt—finalizó por ella.

—¿Disculpa?

—El apellido de su madre, por supuesto casi nadie oyó hablar de él—contesta, el tono se escucha apagado—. No está para nada orgulloso de su familia, pues no la conoció.

—Tengo entendido que fue abandonado...

—Sea como fuere, Hermione—comienza evitando hablar de lo anterior—, usted tiene una misión.

—Ni siquiera sé cómo lograrlo—dice desanimada—. Creo que estoy equivocada... ¡Yo; equivocada! ¡Jamás lo he estado! Tampoco erré de una manera tan estúpida...

—No es propio de una Gryffindor rendirse, mucho menos de una Slytherin dejar pasar esta grandiosa oportunidad—comenta la mujer, vuelve a dirigir su dedo índice al frente; Tom Riddle, tras lanzar unas piedras a los abusones (sin ser consciente de que había sido él), corre lejos del lugar—. Y resulta más incrédulo que tú, una de las mejores brujas; me arriesgaría a decir que de toda la historia mágica, estés infravalorando lo que has conseguido.

—¿Y qué conseguí? Sólo... Sólo he viajado al pasado para terminar discutiendo con Tom. Él y yo somos como el agua y el aceite, incompatibles y diferentes—explica Hermione entre suspiros cansados—. Él es un mestizo que mata a los sangre sucia... Y yo soy una hija de muggles. ¿Espera que...

—Calla, niña—interrumpe—. Lo creas o no, tu viaje ha cambiado relativamente el futuro. ¡Sigue así y te sorprenderás del destino que te espera! Estas al borde de destrozar cada plan del señor tenebroso y tengo toda la fe de los dos mundos, muggle y mágico, en que honrarás el nombre de cada una de las personas que lord Voldemort ejecutó. ¡Darás vida a niños que en tu época ni siquiera nacieron!

«Salvarás a los padres de Harry Potter» se dijo. Los ojos de Hermione se apartaron del orfanato y posó su mirada en la mujer, que ahora tenía rostro. Era morena y con el pelo tieso, sus ojos eran canicas de color tierra y tenía labios redondos y rosados. No hubo necesidad de pensar en demasía, esa desconocida era familiar de Tom Riddle.

—Soy Merope Gaunt, tus sospechas son ciertas, Hermione, soy familia de Tom Riddle—sonriendo habla ella—, si desea que concrete... Soy su madre... No me mires así, por favor, cometí cientos de errores, pero siempre traté de proteger a mi hijo.

𝑷𝒂𝒓𝒂𝒅𝒐𝒋𝒂 𝒕𝒆𝒎𝒑𝒐𝒓𝒂𝒍 | Tom RiddleWhere stories live. Discover now