[ Capítulo 10 ]

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Tal y como lo había planeado, la mitad de su día fue comer fideos instantáneos y jugar videojuegos. ¡Incluso había logrado superar al Top 1 del servidor! ¡En su cara, miles de fanáticos ofendidos que llenaron su buzón de mensajes! El tiempo incluso había pasado más rápido que de costumbre~.

¿A quién quería engañar? El maldito reloj no parecía ir más allá de la tarde. En primer lugar, se había despertado increíblemente temprano —A las 7, y eso era un verdadero logro durante vacaciones—, luego se dio una ducha y vistió con algo cómodo, jugó videojuegos, ¡incluso limpió su casa! ¿Y para qué? Para que, al mirar el maldito reloj en su móvil, la hora fuera un mísero 15:09.

¡Se había quedado sin creatividad hace mucho! Simplemente se había recostado en el suelo, con las piernas estiradas en el extravagante reloj que reposaba en su pared, mirando como el péndulo del mismo iba de un lado al otro. Tal vez si rezaba, el tiempo pasaría más rápido, ¿no? Los milagros existían, o eso quería creer.

Las horas pasaron como siglos: 16:23, 16:45, 17:20 y finalmente, terminaron siendo las seis de la tarde. ¡La hora perfecta para ir a buscar un abrigo, algo extra con lo que cubrirse y salir rumbo a Kununigaoka!

Antes de salir, se dirigió rápidamente a su pieza y buscó en el escritorio el regalo que le había comprado a Gakushuu el día anterior. Este, se encontraba tal y como se lo dieron, envuelto con un plástico de color transparente que resguardaba el papel.

No es que no tuviera tiempo para buscarle una mejor envoltura, porque de eso tuvo mucho; sino que le dio lo que él llama "Falta de inspiración", una forma muchísimo más agradable de decir que le dio pereza.

Sosteniendo el libro entre sus manos cubiertas con un par de guantes, cerró con llave el portón de su hogar y emprendió su caminata. El camino fue increíblemente aburrido, demasiado monótono para su gusto; incluso tuvo que lanzar y atrapar el regalo de Gakushuu varias veces, causando pequeños jalones en el empaque que, con suerte, no pasarían al libro.

Una vez llegó a Kununigaoka, unos quince minutos antes de la hora acordada, tomó una profunda respiración y dio la vuelta, rumbo al parque más cercano.

Se encontraba nervioso, no iba a negarlo, pero se encargó de que ninguno de los peatones que pasaban a un lado suyo se dieran cuenta, mostrando la sonrisa de lado que usualmente portaba.

Finalmente, terminó llegando al parque, tomando una vista panorámica del lugar.

Sentado en uno de los columpios, meciéndose levemente, sin llegar a separar los pies del piso, Gakushuu aguardaba. Su mirada se encontraba gacha; y, a pesar de que parecía un poco mejor que el día anterior, aún lucía demacrado.

Con un pequeño movimiento de ceja, se encaminó hasta quedar a un lado, subiéndose al siguiente columpio con un ágil movimiento. Asano le miró de reojo y Akabane casi pudo sentir como su aroma a limones agrios, cambiaba por algo un poco más dulce.

—Gakushuu~ Merry Christmas~* —saludó Karma, con su típico tono juguetón. Las comisuras de Shuu se alzaron un poco, casi imperceptibles.

—Feliz Navidad, Karma. —regresó el de mirada color violeta. Sus ojos no demoraron y examinaron al joven, tan afilados como siempre.

Anticipándose a sus acciones, el omega soltó un pequeño "je~" y le lanzó el empaque. Afortunadamente, el hijo del director tenía buenos reflejos; porque, de lo contrario, ahora el libro estaría cubierto entre los montones de nieve en el suelo.

»—Esto... —murmuró Shuu; sus ojos se abrieron levemente mientras examinaba el paquete, con la cabeza gacha.

—Es de mala educación no llevar un regalo en Navidad, Gakushuu~ —Relamió sus labios y continuó, sus afilados caninos se mostraron con picardía. — ¿O es que el presidente estudiantil no lo sabía?~ Quien lo diría~.

Faulty Omega [AsaKaru]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora