[ Capítulo 11 ]

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Las clases habían vuelto a comenzar hace ya algunas semanas. La cuenta regresiva continuó avanzando, de 50, a 40, 32 y terminó en San Valentín. Karma no podía decir que las cosas no estaban incómodas en la clase E. La muerte de Koro-sensei, el motivo por el que habían estado entrenando arduamente durante todo el año, estaba a la vuelta de la esquina.

Afortunadamente, debido al tan esperado día del amor y la amistad, la tensión se había reducido considerablemente. Probablemente no sería así durante mucho tiempo, pero aún así, Karma aprovecharía el buen ambiente temporal.

Había pensado en regalarle algo a Gakushuu durante las fechas, pero realmente no pudo averiguar si era adecuado. En el día de San Valentin, eran las chicas —independientemente de su segundo género— quienes entregaban regalos a los hombres, mientras que en el día blanco, eran los chicos quienes regresaban el detalle. Ni Gakushuu ni él eran chicas, así que concluyó que lo mejor sería esperar hasta el 14 de Marzo. Tal vez en esa fecha, podrían intercambiar regalos mutuamente.

Como no tuvo nada mejor que hacer, molestó a Kayano con Nagisa durante todo el día, y a la diversión no dudó en unirse Rio. Al parecer, a la rubia también le gustaba Shiota, cosa que de verdad, no esperaba en lo absoluto; pero no dijo nada. Habían hecho una misión para que Kayano le entregara los chocolates a Nagisa, pero este no captó totalmente la indirecta. Karma no sabía si el de cabellera celeste era demasiado tonto, o él era demasiado inteligente.

Detrás de la ventana en la que se escondían, Karma y Nakamura observaron como Nagisa y Kayano se retiraban, cada uno por su lado.

—Supongo que la diversión ha terminado. —comentó Karma. La rubia, simplemente torció la boca y asintió.

Con un profundo suspiro, ambos se dirigieron al aula de clases. A parte de Ritsu y Koro-sensei, ellos eran los únicos en el edificio; los pequeños pajarillos podían escucharse cantando por todas partes, mientras el sol comenzaba a ocultarse a sus espaldas.

Con las manos en los bolsillos, Karma avanzó hasta su pupitre y arrojó descuidadamente todo en su bolso. Fue en ese momento, que notó la presencia de cierta envoltura color negra. No era un paquete demasiado grande, ni uno demasiado pequeño; si Akabane debía compararlo con algo, sería con el tamaño de una lapicera pequeña.

Lo tomó con cuidado, ladeando ligeramente la cabeza. La envoltura no tenía una etiqueta ni algún nombre escrito, pero Karma estaba totalmente seguro de quien lo había enviado. El pequeño aroma a cítricos que desprendía, aún sabiendo que eran dulces, delataba completamente al remitente.

Sus dedos remarcaron el papel del objeto antes de encontrar una pequeña abertura, girándolo y volteándolo cuantas veces fueran necesarias. Una vez pudo encontrar el borde de la cinta adhesiva, la despegó con cautela y sacó la caja de la envoltura.

Parpadeó varias veces mientras veía la empresa de elaboración. Aquella vez que Gakushuu se había quedado en su residencia, Karma le había dicho vagamente que quería probarlos, pero no había podido encontrarlos. Los pequeños dulces sabor fresa, cubiertos con chocolate se agotaban rápidamente debido a su asombroso sabor, y debido a los entrenamientos, flojera y "falta de inspiración", Karma no había estado dispuesto a formarse durante dos horas (o más) en la tienda que los vendía.

Casi pudiendo escuchar sus propios latidos, sacó uno de los pequeños dulces y lo comió; el sabor explotó con fuerza, llenando con una sensación de comodidad todo su paladar. Se llevó inconscientemente una mano a la boca, abriendo los ojos y tragando finalmente.

Faulty Omega [AsaKaru]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora