capítulo diez

543 69 9
                                    

Me gustas. Y mucho.

Las palabras hacían eco en la mente de Minho, quien se había quedado paralizado y sentía que su corazón estaba al borde de abandonar su pecho, el aire de sus pulmones se había evaporado y su mente se detuvo, incapaz de seguir funcionando. Todo él era un caos en ese momento. Su mano tembló y el yogurt casi se estalló contra el suelo.

― ¿Te vas a quedar ahí o qué?

― Ah...

Christopher se le quedó mirando y arrebato el yogurt de sus manos, bebiéndolo de un trago para luego pasar su lengua entre sus propios labios. Como notó que su criado aún seguía en un "estúpido shock" que él no comprendía, lo jaló violentamente del brazo y lo metió de un golpe al enorme local, lanzando la botella de yogurt a una cesta vacía. Después de varios minutos, ambos salieron por donde habían entrado. Minho llevaba dos enormes bolsas pesadas sobre sus delgados brazos y Christopher tecleaba en su celular.

― Mierda, creo que va a llover.

― Pero si hace mucho sol... ― musitó el menor, aún sin atreverse a mirarlo a los ojos.

― Aquí dice que lloverá.

Bang le plantó la pantalla de celular sobre su enrojecido rostro y el menor solo sonrió un tanto, mientras asentía con la cabeza y desviaba la mirada. Las bolsas estaban a punto de caerse de sus brazos al ser tan pesadas, pero aún así continuó caminando.

― Pediré el celular por internet, estas tiendas del demonio no saben ni vender.

― Sí , es mejor eso... así no pierdes el tiempo viniendo acá como hoy.

― Contigo nunca se pierde el tiempo, precioso, eres tan divertido.

Christopher estuvo a punto de soltar una carcajada, pero la garganta se le cerró al ver dos siluetas familiares caminando en su dirección.

Mierda, mierda, mierda.

Eran Changbin y Hyunjin, ¿¡qué carajos hacían ellos aquí?! Se ajustó las gafas oscuras y aceleró sus pasos aunque era demasiado tarde; los malditos ojos de Hyunjin ya lo habían divisado y ahora tenía la boca abierta por la sorpresa, llamándole con señas.

Santa mierda.

Tomó a Minho del brazo y lo arrastró hacia la dirección contraria con brusquedad y rapidez. El menor casi tropezó con las bolsas aunque no terminó de caer, gracias a la mano de Christopher en su antebrazo no tuvo tiempo para eso.

― ¿Qué sucede?

― Vámonos por otro camino ― Christopher miro hacia la izquierda y luego la derecha, para devolver su mirada a Minho.

― ¿Por qué...?

― Porque se me antojó salir por el otro lado.

Cuando finalmente estuvieron en el estacionamiento, lo soltó y exhaló, pasándose una mano por el cabello mientras lo miraba y arqueaba una ceja. Había estado cerca de que lo alcancen.

― Te vas a caer si sigues teniendo eso, dámelas a mí.

Extendió un brazo Minho, mientras miraba las bolsas con una especie de "segundo shock". Sus labios se habían entreabierto y formaban algo parecido a una avergonzada sonrisa. Christopher le tocó la barbilla por un segundo.

― Oye, ¿vas a dármelas? ― el castaño despertó de su trance y asintió rápidamente.

― Sí, gracias.

Christopher cargó las pesadas bolsas sin ningún problema y se dirigió hacia su auto, abriendo la parte trasera y tirándolas en su interior.

― Sube, precioso ― indicó, caminando para abrirle la puerta del copiloto. El menor asintió con la misma sonrisa de antes y un brillo desconocido en sus ojos, ¿estaba enfermo? Exhaló, metiéndose en el vehículo y poniéndolo en marcha. La lluvia empezó a caer diez malditos minutos después.

inocencia pasional, banginho.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora