capítulo once, (2/2)

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Minho sintió cómo todos los músculos de su cuerpo se tensaban enseguida y su corazón revoloteaba con latidos apresurados en todo su estómago para luego estallar como fuegos artificiales en todo su sistema. Las luces le atiesaron todo el pensamiento y lo único que logró hacer fue descender la mirada lo más que pudo y ruborizarse aún más, pero la mano de Christopher se encontraba sosteniendo su barbilla y la movió hacia arriba con un rápido movimiento. Minho apartó más la mirada, incapaz de mirarlo, no podía mirarlo, no a los ojos, no ahora.

- Eres precioso, Minho. Y me gustas mucho. Demasiado.

Christopher movió sus oscuros ojos hacia los suyos, pero lo único que obtuvo fue que el menor presionase los ojos al instante, estremeciéndose cuando su aliento rozó su rostro. Se veía tan excitantemente indefenso de esa manera; con esos labios rosas abultados, esas mejillas todas enrojecidas y esa carne tan malditamente provocativa.

Mierda.

Las ganas de tomarlo con todas las fuerzas por la cintura y apretarle el trasero mientras lo desnudaba a mordidas lograron que su sangre hirviera más allá de los 100°C. Quería comerle los labios hasta verlos tan rojos como le gustaban, pero tenía que controlarse; solo un momento más. Sabía que si empezaba ahora, luego no habría marcha atrás.

- Christopher... - el susurro entrecortado lo sacó de sus pensamientos.

- ¿Qué sucede, nene? Creí que el gato te había comido la lengua.

Su criado se encogió un tanto y abrió varias veces los labios con indecisión y vergüenza.

- Tú... dijiste que no te gustaban los chicos...

- No me gustan, ¿o acaso te parezco maricón? ¿Qué tienen todos hoy conmigo? No me gustan los hombres. Tú me gustas, que es distinto.

Los ojos de Minho se abrieron de golpe y lo que sea que lo mantuvo todo este tiempo con vida, estalló también cuando se encontró con los ojos de Christopher mirándole fijamente. Los fuegos artificiales explotaron nuevamente en sus neuronas y desvió la mirada.

- Yo... yo soy un chico.

Christopher arqueó una ceja y luego rompió en ásperas carcajadas.

- Eso ya lo sé, no soy un idiota.

- ¿No te importa que yo sea un chico? - las palabras salieron apresuradas de sus labios -. ¿No te importa que lo sea...?

- No hay cosa que me valga más mierda que eso.

Sí, claro, no había nada que le importase menos; él era libre de follar a las tipas que se le vengan en gana y éste lucía como una. No, no lucía como una, lucía mejor que una. Caso contrario, no estuviese en esta situación. Notó cómo el menor fruncía los labios y luego la frente con algo extraño en su rostro. Era tan ridículo y excitante.

- Yo soy el empleado de la familia, no tengo dinero, Christopher, no tengo dinero ni soy importante como todos tus amigos... ni tengo nada que darte a cambio ni...

Christopher sintió que las carcajadas estaban a punto de colarse por su garganta, así que mantuvo su mirada en él por unos cinco segundos y entonces lanzó sus labios contra los suyos, apresándolos durante unos antes de separarse y quedársele viendo con una ceja arqueada. Minho tenía los ojos tan abiertos, el cuerpo deshaciéndosele en temblores y la mente completamente en blanco, ¿Christopher Bang lo había besado?

- Christopher... - tartamudeó apenas, oprimiendo los ojos y sintiendo cómo la alegría se disipaba por todo su cuerpo a pesar de que su mente seguía en blanco -. ¿Eso significaba que... estamos... en una relación?

- ¿Relación? - Christopher arqueó la otra ceja, con sus ojos clavados en el cuello de su criado, mientras una media sonrisa se formaba en su boca -. Ajá, eso tenemos, una relación.

Minho sintió que la consciencia repentinamente de golpe y la vergüenza teñía cada uno de los rincones de su rostro. Descendió la mirada, mientras la alegría sacudía su menudo cuerpo, ¿Christopher había dicho que estaban en una relación? ¿Christopher y él en una relación? Sintió el impulso de llorar, gritar y reír o hacer todo a la vez; se cubrió el avergonzado y sonriente rostro con las manos, mientras retrocedía y se apoyaba contra el respaldo de la cama, aún temblando para luego bajarse y quedarse quieto, sin saber qué hacer o qué decir. Christopher se levantó de inmediato, inhaló una bocanada de aire y lo sostuvo de los hombros, antes de alzarle la cabeza y atraerlo a su boca, pero se separó a los diez segundos, al ver que esos labios no le respondían, era como estar besando a la nada.

Una de sus manos se coló por su cabello, que ahora estaba humedecido por un sudor tan jodidamente frío que contrastaba con la temperatura de su rostro.

- ¿Qué te pasa? Estás hecho hielo, ¿no vas a mover tus labios?

El muchacho negó rápidamente con la cabeza, aún manteniendo esa minúscula sonrisa en sus labios, mientras sentía que ningún músculo le respondía. Tartamudeó antes de volver a cubrir su rostro con ambas manos y encogerse un poco.

- No sé cómo hacerlo... yo... lo siento.

- ¿Ah? ¿No sabes cómo besar? ¿Cuantas veces te han besado?

- Ninguna...

Christopher frunció el entrecejo, echándole una mirada fría, ¿de verdad no lo habían besado nunca? Desde el inicio supo que no era un experto, pero nunca se había imaginado que resultaría un completo virgen, ¿no tenía 19 acaso? Una sarcástica sonrisa curveó sus labios: patético, atractivo y jodidamente virgen; el asunto se ponía aún más entretenido. Le tomó con fuerza de las manos y picó de nuevo una de sus mejillas.

- Qué bueno, nene, me pone la idea de ser dueño de esa preciosa boca, además conmigo vas a tener todo el tiempo para aprender, ¿sabes?

Minho continuaba con la mente en blanco, las luces de colores todavía volando a su alrededor y estallando cerca de donde antes se encontraba su corazón, ¿debía contarle a su mamá? ¿Debería decirle que alguien como Christopher Bang lo quería? ¿Debía?

- Oye, ¿me estás escuchando? - los dedos de Christopher golpeando cerca de su rostro le sacaron una risita nerviosa.

- Sí... sí, cómo tú digas.

- ¿Cómo yo diga, eh?

Los ojos de Christopher se oscurecieron instantáneamente y otra media sonrisa delineó sus masculinos labios. Acercó los mismos hacia el rostro del menor y lo atrajo violentamente de la cintura.

- Ahora ven acá.

Notó cómo Minho abrió la boca con sobresalto y sus ojos parecieron encontrarse con los suyos durante unos dos segundos. Unos dos segundos que fueron bruscamente rotos por el sonido de unos tacos subiendo apresuradamente las escaleras y una voz jodidamente familiar.

- ¡Christopher Bang! Mis padres y novio están acá, ¡no seas tan haragán y ven ayuda con las malditas maletas!

Lo soltó de inmediato.

Oh, joder, ¡lo que faltaba!

Mierda, mierda, mierda.

inocencia pasional, banginho.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora