capítulo once, (1/2)

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― No me engañes, Christopher, ¿enserio, no eras tú?

Christopher tecleó algunas palabras más y cerró la tapa de su macbook con brusquedad, volviéndose hacia Hyunjin, que estaba recostado sobre una de las sillas de su dormitorio, con una lata de cerveza en sus manos.

― No voy a repetirlo una vez más, Hwang, ¿para qué demonios iría solo al lugar ese?

― Es que no no puedo aceptar que estoy ciego, tío... pero tienes razón, Jisung tampoco te vio, así que probablemente te aluciné o algo así.

Le lanzó una cerveza y Christopher la atajó en el aire, colocándola sobre sus piernas mientras se sacaba la húmeda toalla que rodeaba su cuello y la lanzaba al suelo. El agua de su cabello se resbaló por su cuello y empapó toda su camiseta sin mangas. Maldición. Abrió la jodida lata con sus dientes y se la bebió de un trago, sintiendo cómo ardía en su seca garganta.

― Es que creí que te habías ido de shopping con tu pelinegra ― Hyunjin se levantó de la silla, arqueando las cejas con una risa algo sarcástica.

― ¿Shopping? ¿Qué carajos es eso? No me jodas, Hwang, ¿me ves cara de gay?

Christopher lanzó la lata de cerveza hacia su escritorio, colocando un rostro asqueado ante las risitas de Hyunjin. Era un verdadero estúpido, pero tenía que soportarlo. Lo había aguantado más de ocho años, así que no había mucho por hacer. Además, se había olvidado de que era él al que había visto y eso era lo mejor que podía haber hecho.

- Oye, ¿no es demasiado temprano para beber?

- Nunca es demasiado temprano ni para follar ni para beber - Christopher se lanzó de nuevo hacia su asiento.

- Lástima que se acabaron las cervezas. Por cierto, ¿y tus padres?

- Ni rastro de ellos, si se desaparecen de por vida, mejor. Mientras me hereden todo, no tengo problema.

Christopher se encogió de hombros, tecleando algo en su celular, mientras una sonrisa se colaba en su rostro.

- ¿Y tu hermana? Me enteré que tiene nuevo esclavo, lo publicó en su muro con corazoncitos y toda la cosa.

El asco se incrementó en el rostro de Christopher, que simplemente se mordió el dedo pulgar con fuerza y negó con la cabeza un par de veces.

- Es una despreciable de lo peor, debería irse al diablo con todas sus estupideces. Si no llevase mi sangre, probablemente la hubiese matado.

Escuchó que Hyunjin se rió de nuevo y se levantó poco después, tomando las llaves de su auto y lanzándolas en el aire para atraparlas.

- Me tengo que ir, me está llamando mi padre. Te veo en la noche, ¿bien?

La puerta se cerró de golpe y Christopher abrió nuevamente su computadora portátil, sacando un cigarrillo de sus jeans negros. Sin embargo, el sonido de la puerta siendo tocada lo hizo volverse al instante.

- ¿Qué te olvidaste ahora, idiota? - soltó, buscando el encendedor en todos sus bolsillos -. Pasa.

Observó cómo la puerta se abría lentamente y entonces la imagen que apareció frente a sus ojos no fue la de Hyunjin, sino la de su atractivo criado, que mantenía una sonrisa en sus labios y la mirada en el suelo, sosteniendo una bandeja con alimentos, sin moverse del umbral de la puerta de su dormitorio.

- Buenos días, Christopher, traigo tu desayuno.

El rubio se metió el cigarrillo entre los dientes, mientras sus oscuros ojos se deslizaban desde su cabeza hasta sus pies, recorriendo su cuerpo con lascivia. Traía una camisa blanca y unos jeans tan malditamente provocativos. Su entrepierna reaccionó de inmediato cuando se imaginó quitándoselos bruscamente y apretándole ese bonito trasero hasta el cansancio. Los recuerdos del momento que había pasado solo en el baño, la noche anterior, aparecieron en su mente y sintió como su respiración se aceleraba y la sangre se le calentaba de tan solo pensarlo de nuevo. Cada vez, esto se hacía más insoportable. Si seguía de ese modo, no podría resistirse más y lo terminaría haciendo suyo en ese mismo instante.

Oh, joder, la puta idea sonaba tan buena y excitante.

- Lamento decepcionarte, precioso, pero ya he tomado mi desayuno - gruñó, esbozando una media sonrisa algo seca, sin quitarle la mirada de encima.

Minho frunció el entrecejo, elevando un tanto la mirada y percatándose de algunas latas de bebida que estaban regadas por todas partes. Se ruborizó enseguida y le dio un breve vistazo al serio rostro de Christopher antes de descender la mirada nuevamente. Estaba molesto, estaba molesto porque se había demorado con el desayuno y él había tenido que beber todo eso. Sintió cómo la vergüenza y la culpa le invadían todo el rostro.

- Lo siento si me demoré, pero no habían frutas y tuve que salir a comprarlas...

Christopher le arrebató la bandeja de comida y la dejó sobre la mesa de su escritorio, no sin antes tomar una fresa e introducírsela en la boca.

- No te preocupes, nene, ni siquiera tenía ganas de desayunar - le observó de pies a cabeza otra vez -. Por cierto, cada día que te veo, estás más precioso, ¿cómo lo haces, eh?

El cuerpo de Minho se tensó, mientras el rubor lo cubría con más fuerza y su corazón latía a toda velocidad, casi saliéndose de su pecho, ¿por qué Christopher siempre decía cosas como esas? Descendió mucho más la cabeza, apretando los labios.

- No es verdad... Hay mucho desorden, ¿te gustaría que limpie tu cuarto...?

Las palabras salieron de sus labios con la mayor rapidez posible, aunque lo único que obtuvo como respuesta fue la mano de Christopher sobre su barbilla, elevándosela, al mismo tiempo en que acortaba la distancia entre los dos. Minho se sobresaltó, aunque su cuerpo estaba tan tenso que ni podía moverse. Sintió como Christopher analizaba ambos lados de su rostro con cuidado.

- Minho, ¿estás enfermo?

- ¿Ah...?

- Siempre que te veo estás muy rojo, ¿qué tienes?

La tensión en el cuerpo de Minho disminuyó enseguida y una risita se escapó de sus labios, aunque el calor de su rostro no hizo más que aumentar. Intentó moverse pero la mano de Christopher lo sostenía con fuerza, mientras proseguía con esa media sonrisa en su boca.

- No estoy rojo... - susurró, aún riendo un tanto.

- Igual, siempre estás precioso.

La mano de Christopher se deslizó hacia sus mejillas y las presionó un tanto.

- Muy precioso - masculló, al tiempo que el muchacho sonreía con la mirada en sus zapatos.

Christopher deslizó su mano nuevamente hasta su cabeza y le separó el mechón de cabello que caía sobre su frente, moviéndolo a un costado. Sus oscuros ojos seguían el recorrido de la línea de su lechoso y apetecible cuello con suma atención.

- Eres una de las cosas más preciosas que he visto, ¿sabes? Quizá, es por eso que me gustas tanto y mi corazón se acelera cuando te veo.

Minho sintió cómo su propio corazón explosionaba en su interior y lo abandonaba para posicionarse en su estómago y dar vueltas en su alrededor. Incluso, el mundo no le parecía real, al menos, no en ese momento. Todo en él era una especie de nerviosismo mezclado con vergüenza, ¿se le estaba declarando? ¿Christopher Bang, se le estaba declarando? Una ola de inocente emoción empezó a correrle por las venas, aunque no se atrevía a elevar la mirada, no se atrevía aunque quisiera.

Christopher lo continuó analizando, mientras sentía que las carcajadas estaban a punto de estallar en su boca. Qué gracioso y ridículo era, ¿enserio se lo estaba tragando todo? En realidad, lo que se le aceleraba al verlo no era el corazón, sino las malditas hormonas que ahora lo estaban aniquilando hasta el punto de dolerle. Observó cómo el muchacho sonreía de esa forma que él tanto detestaba y tenía otro de esos "shocks repentinos de paralización" y no pudo soportarlo más. Lo tomó de esos menudos brazos y de un solo movimiento, lo hizo caer de espaldas sobre su enorme cama, cayendo él encima. Observó cómo su criado abandonaba su shock y se daba cuenta de la realidad, mirándolo todo con incredulidad y sorpresa. Su lengua se le había paralizado también.

- ¿Por qué...?

Christopher acomodó sus manos sobre los costados de el menudo cuerpo de su criado; sus ojos recorriendo la forma en la que las gotas de agua del propio cabello se resbalaban sobre el cuello de Minho, deslizándose por su piel.

Y la media sonrisa de su rostro desapareció.

- El tiempo se ha acabado, nene. Quiero que me respondas ahora y no pienso dejarte salir hasta que lo hagas.

inocencia pasional, banginho.Where stories live. Discover now