Capítulo cuatro

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~26 de junio, 2020|París, Francia~

Por fin sintió el alivio de que su dolor menstrual le había dado una pequeña tregua ya cerca de la hora de comer. Se desperezó entre las sábanas y de un salto se puso en pie.

Salió a la cocina y se encontró entre los fogones a Sarah, aquella muchacha de pelo azul y casi dos metros que vivía con ella.

-Hola. - Saludó intentando sonar lo menos borde posible y se dirigió a la nevera en busca de algo para el almuerzo, pero se encontró con solo un par de yogures y un cartón de leche.

-Hola. - Recibió como respuesta antes de abandonar la estancia con su plato hasta arriba de pasta y volver a dejarla sola.

Alba suspiró, se acercó a su habitación con pasos rápidos para buscar su móvil y comenzar a hacer la lista de la compra. Iba a aprovechar al máximo su ratito sin dolor.

Yogur, queso, leche.... quizás un poco más de queso, fruta. Comenzó a apuntar mirando cada recoveco de los armarios que le correspondía. Ensalada, pasta, arroz, maíz... ¿Chocolate? Miró uno de los huecos altos poniéndose de puntillas y no vio ni rastro de su tableta. ¿Me lo merezco? Por supuesto. Lo apuntó satisfecha y siguió comprando sus faltantes.

Cuando creyó tenerlo todo, fue a su habitación a cambiarse de ropa. Un chándal, una camiseta básica y unas deportivas. Iba a ir aquí al lado, tampoco era necesario más. Se recogió la media melena rubia en una coleta, dos flush-flush de colonia, recogió de su perchero las dos bolsas de la compra de tela y, por último, pero no menos importante, conectó sus auriculares y salió de casa al ritmo de Instant Crush de Daft Punk.

Y no mucho después, pero si con un notable dolor de brazos, dejó caer sus dos bolsas hasta arriba en la pequeña mesa de la cocina. Respiró hondo y comenzó a colocarlo todo en su sitio, a excepción de la pizza cuatro quesos que había decidido en el último momento que almorzaría ese día. La metió en el horno y se sentó en una de las sillas a esperar.

Desbloqueó el móvil que abandonó junto a las bolsas nada más llegar y vio el mensaje de twitter. Le había respondido y sin entrar para ver el contenido, volvió a dejar el móvil sobre la madera.

No se sentía preparada para ver cómo había hecho el ridículo, aunque una parte de ella no pudo evitar alegrarse al ver que recibió una respuesta. Al menos no le había clavado un leído.

Se levantó a mirar a su presa que se cocinaba al horno, estando casi a punto y se lanzó a por el móvil y ver de una vez si había hecho mucho el ridículo o solo un poquito.

@ovejatrasquilada
en mi defensa diré que sí lo he visto, PERO mi cabeza solo ha retenido a Pikachu y al Charmander versión bebé. ¿Y tú?

Sonrió, aliviada por alguna razón de que no solo respondiera si no que se interesara por ella.

@jigglycat
lo justo para tener nociones básicas.
Lo cierto es que lo de Jiggly viene porque una amiga empezó a llamarme así y bueno quedaba bien...

Tras enviarlo, se dio un golpe mental. Había soltado información innecesaria y había quedado de tonta una vez más.

@ovejatrasquilada
así que eres... ¿muy rosa?
JAJAJAJAJA perdona, pero no puedo no imaginarte así en tamaño minúsculo con los ojos grandes y.... bueno, eso un Jiggly.

@jigglycat
yo te imagino como una oveja con tupé, así que estamos en paz, supongo.

@ovejatrasquilada
JAJAJAJAJAJAJA
mis respetos, Jiggly o... ¿tienes nombre?

Aviones de papelWhere stories live. Discover now