Capitulo 3

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     Bien, esto es algo incómodo... luego de que Carlo saliera del instituto nos pidió si lo podíamos llevar junto a unos amigos a una heladería, era algo normal que se repetía varias veces a la semana así que no vi problema en eso... lo que no esperaba es que las demás madres vinieran con nosotros ya que siempre era yo quien los traía a todos.

Esto obviamente tenía que ver con Hades, ya que al verlo prácticamente se pelearon por venir.

Y acá estamos, todos, en la maldita heladería. Me encontraba sentada a un lado del imbécil del Inframundo, tenía el ceño fruncido y un horrendo mal humor que no me había dado tregua en todo el día.

- ¿Cómo dijiste que era tu nombre?- Preguntó Margo encimando su cuerpo sobre el Dios. Era una mujer ciertamente atractiva, rondaba los treinta años y según lo que me contaron esta separada.

- Hades.- Respondió de forma desinteresada el imbécil dándole una lamida a su helado.

- ¡Es un gusto!- Chilló Carlot, una rubia imbancable, no había mejor forma de describirla.

Nunca me agradaron estas mujeres pero ahora mismo creo que las odio... pero no por Hades, obviamente que no, solo... ¡No lo sé! De repente me empezaron a caer peor.

- ¿Esta bueno?- Preguntó de repente el Dios haciendo énfasis en mi helado de limón. Asentí sin darle mayor importancia, estaba enojada con él y aunque no estuviera muy segura el porque eso no me impedía tratarlo mal.- Me alegro... yo descubrí que no me gusta el chocolate.

- ¿Queres probar?- Susurré estirando mi helado hacía él. Me dedicó una sonrisa ladina para posteriormente acercar su boca hacía la fría golosina y darle una mordida, vi en sus ojos la confusión al notar el ácido del limón.

- No, no es de mi agrado.- Gruñó por lo bajo, sin poder evitarlo reí ya que su respuesta había sido notablemente infantíl.

- ¡Probá el mío!

- ¡Sí, el mío también!

Oh Dios, las odio.

- No no, muchas gracias... creo que me quedaré con el chocolate.- El semblante de Hades ennegreció de pronto, al parecer no le agradaba ser el centro de atención.

- ¿Por qué?- Bufó Carlot, mierda solo le faltaba hacer una maldita pataleta.- Probaste el de Andrómeda.

Decidí alejar mi vista de los adultos -no- responsables que tenía por acompañantes y centrarme solamente en los niños que corrían y jugaban a pocos metros de nosotros. Veía a Carlo correr alegremente mientras zarandeaba de un lado al otro su helado de frutilla ensuciando su rostro, manos y ropa en el camino. 

Verlo tan feliz me daba paz, me hacía saber que mi vida tenía un sentido. 

Para cuando quise darme cuenta el sol ya comenzaba a ocultarse tiñendo el cielo de colores amarillos y anaranjados típicos. 

- Creo que es hora de irnos.- Avisé sin reparar mi vista en nadie.

- ¿Ya? 

- ¿Tan pronto?

- Ajá.- Bufé, la voz de ambas mujeres se habían vuelto más irritables a medida que los minutos junto a ellas pasaron. 

- Es una lástima...- Refunfuñó Margo.- Cuando quieras podemos salir a tomar un café, Hades. 

Gruñí ante su invitación, vi una sonrisa malévola nacer en los finos labios de la pelinegra. Saca esa sonrisa de tu cara porque te la voy a sacar a piñas. 

- Perdonen, tengo pareja.- ¿Qué? ¿Hades tenía pareja? 

Bueno, ciertamente no es algo que deba sorprenderme ya que... es básicamente un Dios griego y puede tener a quien quiera bajo sus pies. Además, Andrómeda por favor, pasaron seis años lejos y sin saber de él ¿Qué te hizo pensar qué los pasó solo? Quizá había vuelto con Perséfone, quizá había conocido a alguien... 

Hola, papá. (PRÓXIMAMENTE)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora