Hola, papá. (PRÓXIMAMENTE)

Capitulo 9 II

   El primero en aparecer frente a nosotros fue Hades, el cual a penas percatarse de la presencia de la Diosa abrió sus ojos estrepitosamente antes de clavarlos en mi.

- ¿Qué te pasó?- Preguntó con horror al ver el pequeño rastro de sangre que corría por mi rostro.

- Esa me golpeó.- Bufé señalándola con enojo. 

- Ella se lo buscó.- Respondió alzando los hombros.

¿Qué? Agárrame Hades, agárrame porque la desarmo. 

- Hera...- Murmuró Zeus entrando a la cocina.

- Hola.- Respondió la Diosa con desdén.

- ¿Qué haces acá?- Preguntó ignorándonos por completo.

- Vine a buscar al imbécil que se olvida que tiene deberes por hacer.- Respondió caminando hacía él.- ¿Sabes de quién hablo?

- ¿De... mi?

- ¡Exacto!

Un pequeño toquecito en mi hombro me hizo girar. Hades se encontraba a unos centímetros de la entrada, me hizo una seña de que lo siguiera y así sin más dejamos a ambos Dioses solos. 

Después de todo, el problema era de ellos y no nuestro... aunque me gustaría una disculpa por el golpe que me lleve de gratis.

Seguí al Dios hasta el inicio de las escaleras, lugar donde paró sus pasos en seco.

- Lamento eso...- Murmuró estirando su mano hacía mi rostro, rozó con lentitud la herida que aún sangraba y suspiró.- Seguís sufriendo por nuestra culpa.

- Después de tantos años creo que ya me acostumbré.- Bromeé colocando mi mano sobre la suya. Hades me dedicó una sonrisa triste mientras acariciaba con calma al rededor del corte que esa... Diosa me había hecho.

- ¿Dónde esta mi hijo?- Preguntó cambiando de tema. Abrí mi boca para responderle pero unos poderosos gritos me detuvieron, al parecer la discusión se tornó notablemente acalorada ya que incluso sentí algunas cosas caer.

¿Por qué demonios estaban rompiendo mis cosas? ¡Vayan a pelear a su casa! Yo no quería pagar los platos rotos de los demás... aunque por los sonidos que provenían desde la cocina, lo que se estaba rompiendo era mi vajilla.

Maldita sea.

- Esta en su habitación jugando.- Respondí después de unos segundos sintiendo mi cocina ser destrozada poco a poco.

Hades me miró con una mezcla de vergüenza y diversión, probablemente adivinaba lo que haría con Zeus en cuanto esa mujer se fuera.

- Vamos con él.- Murmuró tomando mi mano, giró sobre sus talones y prácticamente me arrastró hasta el segundo piso.

Antes de que pudiera notarlo siquiera ya nos encontrábamos frente a la puerta de Carlo, amagué a abrirla pero la mano de Hades me detuvo. Giré mi rostro hacía él para preguntarle porque me había detenido pero las palabras quedaron estancadas en mi garganta al sentir sus labios sobre los míos.

Creo que podía empezar a acostumbrarme a esto...

Su húmeda lengua chocó de improvisto contra mi labio inferior, el cual gustoso se abrió dejándola explorar el interior de mi boca.

Un exquisito quejido se escapó de entre sus labios al sentir mi lengua chocar con la suya, enredó sus brazos en mi cintura y se apretó contra mi cuerpo. Sus manos se movían al rededor de mi espalda mientras mis brazos viajaron hacía su cuello, ciñendose sobre este para evitar romper el beso. 

De repente el sonido de una puerta abriéndose nos hizo separar con brusquedad. Nuestras respiraciones se encontraban agitadas, nuestro pecho subía y bajaba y... Wow, al parecer se había puesto dura la situación ¿Cómo no lo sentí?

- ¡Papi!- Chilló Carlo sin notar la vergonzosa situación en la que nos había encontrado.

- Hola.- Saludó el Dios con bochorno.

- ¡Veni, vamos a jugar!- Sonrió mi niño tirando de la mano de su padre.

Reí por lo bajo y camine detrás de ellos hacía el interior de la habitación de nuestro hijo.

Carlo se llevó a Hades directamente frente a la pantalla de la televisión ya que se encontraba jugando con la play, mientras yo por mi parte preferí acomodarme en su cama y comenzar a jugar con mi teléfono para pasar el rato.

Verlos así juntos me dejaba más que claro una cosa... soy una maldita fotocopiadora ¡¿Por qué mierda son tan iguales?! ¡Yo puse el cincuenta por ciento en él, necesito el crédito! 

Hades giró levemente su rostro hacía mi dirección mientras dejaba escapar una repentina carcajada haciéndome saber que había leído mis pensamientos. Le eché la lengua y crucé los brazos sobre mi pecho en señal de enojo, aunque era mas que obvio que se trataba de uno falso ya que no podría estar mas encantada con el parecido que tenían.

Sí, salió de mi cuerpo y me gustaría que se pareciera a mi en algo, pero no niego que la exótica belleza que heredó de su progenitor le traería más de un pretendiente en el futuro.

Muy futuro espero, aún no estoy preparada mentalmente para lidiar con jóvenes enamorados de mi bebé.

- ¡Mami!

- ¿Qué pasó?- Pregunté colocando mis ojos sobre él.

- ¿Vamos por un helado?

- Pero aún no comimos.- Respondí dejando el teléfono a un lado.

- Entonces primero vamos a comer hamburguesas y luego por un helado.- Sonrió.

- Pero...- ¿Cómo voy a ser una madre responsable si me piden ir por comida chatarra? ¡Y se supone que debo negarme, cuando es una gran idea!- Bueno, vamos. Cambiate, en diez minutos te quiero listo.

- ¡Sííí!- Gritó con felicidad y salió corriendo dejando el juego a la mitad.

- Bien, voy a suponer que esta la gané yo.- Susurró Hades para si mismo antes de meter un último gol.

- Que infantil.

- Así te gusto.

- Por desgracia.

- ¿Cómo?- Preguntó poniendose de pie.

- Nada, nada.- Reí.- Voy a vestirme.

- ¿Precisas ayuda para sacarte el pijama?- Susurró dedicándome una mirada lasciva.

- No, por ahora tengo manos.- Respondí prácticamente huyendo de la habitación.

El único lujurioso que acepto en esta casa es Zeus, a los demás les echo agua. Así que cuídate Hades, aunque... no niego que la imagen que se me cruza por la cabeza al ver a dicho Dios con la ropa y el cuerpo mojado, con pequeñas gotas escurriendo por su rostro y...

Bien, me corrijo; a los únicos lujuriosos que acepto en esta casa es a Zeus y a mi, a los demás les tiro agua.