Capitulo 8

1.7K 239 69
                                    

  Hoy hacía una semana desde el incidente con Eros y Apolo. Desde ese día la forma de ser del Dios del amor se había vuelto notablemente agresiva y arisca, el único que podía hablar con él sin recibir gritos o quejas era Carlo el cual aún así prefería mantener distancia de su tío.

Suspiré dejándome caer sobre el escritorio de manera despreocupada, aún me faltaba una hora para terminar de dar clases y tres horas para ir por mi hijo a su colegio y probablemente por un dulce después... 

La última hora pasó increíblemente rápido entre trabajos y quejas por parte de mis alumnos, antes de siquiera darme cuenta el timbre ya había sonado. Acomodé mis libros dentro de mi bolso y espere hasta que el último alumno se haya despedido de mi para posteriormente encaminarme hacía la puerta del salón, no era necesario pasar llave ya que a lo lejos divisé al profesor que lo ocuparía la siguiente hora.

Lo saludé con una cordial sonrisa y sin más le entregué la llave.

- Gracias.- Respondió colocando el objeto dentro de su bolsillo.

- Nos vemos.- Me despedí sin más ya que me encontraba algo apurada. 

Aunque aún faltaba para ir por mi niño podría usar el tiempo libre para comprar algunas cosas que hacen falta en casa, sé que a Carlo no le gusta ir de compras hogareñas así que intento hacerlas yo sola mientras él se encuentre ocupado.

De repente un extraño bullicio inundó el instituto, se escuchaban algunos gritos femeninos. Mi espalda se crispó con miedo ¿Había pasado algo...? 

Apuré mis pasos hacía la entrada tratando de divisar así lo que ocasiono los gritos pero solo me encontré con... ¿Hades?

¿Qué demonios hace acá y por qué esta rodeado de mujeres?

Su rostro tenía la palabra "disgusto" escrita por todas partes, sé muy bien que las relaciones humanas no es algo que le alegre de sobremanera, más si estas relaciones intentan a toda costa mantener contacto con él.

Suspiré negado con la cabeza de forma divertida y sin más opciones me acerque hacía donde se encontraba. Al verme su boca se curvó hacía arriba en una pequeña sonrisa y sin importarle la mujer que se encontraba enrollada en su brazo se acercó hacía mi.

- Hola.- Sonrió.

- Hola.- Respondí de igual forma. 

El brillo del sol daba directo en su rostro haciendo que el verde de sus ojos se viera incluso más claro, su pelo se encontraba preso en una alta y perfecta coleta teniendo solo algunos rebeldes cabellos cayendo sobre su frente.

Vestía una camisa negra y un pantalón deportivo lo cuales le daban un aire informal que a decir verdad le quedaba demasiado bien.

- ¿Nos vamos?- Preguntó acariciando mi cabeza con delicadeza. Su mano viajó desde mi parte superior hacía mi mejilla derecha, lugar donde decidió dejar un pequeño apretón y de pasó colocar algún cabello que se había escapado de mi desprolijo moño detrás de mi oreja.

Asentí extasiada con su tacto.

- ¿No vas a presentarnos a tu amigo?- Bien, al diablo la maldita burbuja que se había formado entre nosotros. La voz de Diana se escuchó burlona y demandante, ella era una de las profesoras más ¿Codiciadas? O así le gustaba decirlo.

- No soy su amigo.- Respondió Hades sin siquiera mirarla.

- ¿A no?- Rió la rubia.- ¿Entonces?

- Soy su pareja.- Respondió tajante.

Mi pecho se cerró ante su declaración ¿Pa... pa... pareja? 

Creo que mi alma tomó sus maletas y decidió tomarse unas vacaciones en Miami ya que estoy segura que la sentí abandonar mi cuerpo luego de escuchar tales palabras.

Al parecer no fui la única sorprendida ya que a penas la boca de Hades se cerró un centenar de murmullos resonaron a nuestro al rededor.

- ¿Nos vamos?- Susurré presa de la vergüenza. 

El Dios no respondió, simplemente entrelazó su mano con la mía para alejarnos de la multitud.

Ya dentro del auto decidí al fin expulsar el aire que hasta ahora no había notado que contenía.

- Perdón por eso.- Murmuró de repente. Giré mi rostro hacía él pero me sorprendí al no encontrarme de lleno con sus ojos, al contrario estos se dedicaban a mirar hacía afuera como si no quisiera verme.

- No pasa nada.- Respondí restandole importancia.

- Humana.

- ¿Qué?- Pregunté por lo bajo mientras intentaba con todas mis fuerzas prender el viejo fusca que repentinamente se había puesto en huelga.

- ¿Por qué no lo hacemos realidad?- La llave quedó suspendida en el aire tras su pregunta.

- ¿Qué?- Repetí girándome hacía él.

- ¿Por qué no intentamos...? no lo sé...- Suspiró pasando sus manos sobre su rostro reiteradas veces, se le notaba demasiado nervioso.

- ¿Qué, Hades?- Insistí.

- ¿Por qué no intentamos estar juntos?

Ay mierda.

- Yo... yo...- ¡Maldita sea cerebro, estamos juntos en esto! ¡Reacciona! 

- ¡No tenes que responderme aún!- Se apresuró a responder.- Podemos ir de a poco, intentarlo... sé que sentimos lo mismo...

¿Cómo podía portarse tan lindo conmigo sin esperar nada...? Tantas cosas pasamos y él aún sigue intentando mantenerse junto a mí, feliz con pequeñas migajas de cariño que accidentalmente dejo caer sobre él.

- Hades.- Lo llamé con determinación. Mi cuerpo se había visto envuelto en una repentina ráfaga de valentía y no debía desaprovecharla. 

- ¿Qué pasa?- Preguntó girando su rostro por completo hacía mí.

- Esto.- Respondí antes de estampar mis labios con fiereza sobre los suyos.

Esperé seis años para volver a probar la suavidad de su boca y hoy puedo decir con seguridad que valió la espera cada maldito segundo. Los labios de Hades se mantuvieron sellados los primeros segundos, era como si no entendiera que estaba pasando hasta que al fin reacciono y me apegó mas a él. Enredó sus brazos al rededor de mis hombros y sin más nos dejamos llevar.

Fue un beso tranquilo, al menos así empezó hasta que la repentina lengua del Dios hizo contacto con mi labio inferior. 

- Humana...- Gimió en desacuerdo al sentir como me alejaba de él.

- Poco a poco.- Murmuré prendiendo el auto al fin.

- Entiendo...- Susurró acomodándose mejor en su asiento.- ¿A donde vamos?

- Por Carlo.- Respondí con obviedad ¿A caso no sabe que su hijo estudia? 

¿Saben qué? Ya me arrepentí de intentarlo.

Una repentina carcajada me tomó por sorpresa, giré levemente mis ojos hacía mi acompañante y me lo encontré con la cabeza apoyada en el respaldo y los ojos cerrados. Una brillante sonrisa se encontraba enterrada en su calmado rostro.

- Estoy tan feliz...- Susurró sin abrir los ojos.

Sin darme cuenta una sonrisa también comenzaba a nacer en mi rostro... 

Yo también estoy feliz, maldito Dios.

Yo también estoy feliz, maldito Dios

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.




Hola, papá. (PRÓXIMAMENTE)Where stories live. Discover now