Hola, papá. (PRÓXIMAMENTE)

Capitulo 6

   Cuatro meses... cuatro meses en los que Hades había vuelto, cuatro meses en los cuales no dejé de pensar en él.

El Dios del Inframundo había hecho estragos en mi corazón desde el primer momento, que tonta fui al pensar que mis sentimientos por él habían muerto en cuanto se fue, cuando en realidad estaban simplemente dormidos.

Era un lindo día, lo lograba notar a través de las cortinas de mi habitación. No tenía planes para hoy, podría llevar a Carlo por un dulce en cuanto salga del colegio, quizá le diga a Hades para que nos acompañe ya que sé lo mucho que le gusta a mi hijo vernos juntos.

Ruedo en la cama buscando mi teléfono, no sabía que hora era pero ciertamente era tarde, en este momento Carlo ya debería estar a medio horario.

- ¿Andrómeda?- La repentina voz de Hades retumbó en el cuarto.

Alcé la cabeza de entre las cobijas y recorrí la habitación con la mirada buscando al dueño de dicha voz. Lo encontré segundos después parado frente a la puerta, se veía desalineado con su típica camisa lisa de color blanco y esos pantalones negros, lo que si era una verdadera extrañeza era verlo descalzo ya que en reiteradas ocasiones lo escuché quejarse del frío suelo.

- Pasa.- Pedí sentándome sobre la cama. Vi la duda surcar su rostro por un momento, pero desapareció tan pronto como apareció.

Caminó con cautela a lo largo del cuarto hasta donde me encontraba y suspirando tomó asiento a mi lado.

Verlo tan cerca no hacía más que incrementar su belleza, desde mi lugar me era muy fácil ver con detalle su rostro. Sus finas cejas, sus largas pestañas, su respingada nariz y sus... sus labios, los cuales a mi parecer eran perfectos. 

- Me pareció raro no verte en la mañana.- Murmuró con un deje de sonrisa.- ¿Estas bien?

- Sí, sí...- Respondí con extrañeza ¿En verdad lo estaba?- Perdona por preocuparte, creo que solo necesitaba dormir un poco más.

Reí con nerviosismo y recorrí mi rostro con mis manos tratando de disipar todo rastro de nervios y vergüenza.

- Humana.- Suspiró el Dios girando hacía mi. Su largo cabello caía como una fina lluvia sobre su rostro y hombros dándole un aspecto algo mas salvaje, en la negrura de su pelo resaltaban el verde de sus ojos.

- Dios inútil.- Respondí acercando mi mano hacía él para posteriormente retirar uno a uno los cabellos que opacaban la palidez de su rostro.

- Pasamos por tantas cosas... ¿No has pensado en buscar un nuevo apodo para mi?

- No, ese te queda verdaderamente bien.- Reí por lo bajo alejando mi mano, la cual no llegó muy lejos ya que las propias manos del Dios la apresaron entre las suyas.

- ¿Entonces cómo debería decirte yo?- Preguntó comenzando una deliciosa caricia sobre mi mano.- ¿Humana terca, pesada, imbécil...?

- Ya entendí.- Bufé alejando mi mano con fingido enojo.

- Déjame terminar.- Se quejó tirando de mi una vez más.- ¿Insoportable, altanera, valiente, inteligente...?

- ¿Soy todo eso?

- Y más.- Respondió sincero.- Te amo, humana. Hoy, después de tanto, lo sigo haciendo.

Mi boca se cerró de pronto, no me veía capaz de emitir palabra, ni siquiera un simple murmuro o balbuceo.

¿Qué podría decirle? ¡Dios, nunca aprendí a expresar mis sentimientos! Si lo quiero, no lo amo, o quizá sí... ¿Cómo te das cuenta qué amas a alguien?

- Cuando sentís que tu vida tiene sentido a partir de su sonrisa.- Murmuró Hades. Busqué su mirada con desdén pero él estaba demasiado concentrado en mirar nuestras manos unidas.- Cuando sentís felicidad al verlo feliz, al sentir su risa, al ver el brillo en sus ojos... sentís amor desde el momento donde priorizas su sonrisa antes que la tuya.

- ¿Entonces...?- Susurré bajando la mirada hacía nuestra unión.- ¿Cuando había un solo café y me lo dejaste a mi, eso...?

- Bueno, es una interesante forma de verlo.- Respondió burlón.- Pero el punto es el mismo.

No sabía que responder ¿Qué podría decir? Dios, esto de dejarme sin palabras le salía malditamente bien.

No estaba segura si era amor... Digo, yo no le daría mi ultimo café o mi ultimo dulce, pero podría darle la mitad...

¿Entonces lo medio amo? Definitivamente tengo que hablar con Eros, el mejor que nadie sabría explicarme mis propios sentimientos.

- Andrómeda...- Alcé mi vista ante él y me sorprendí al verlo tan cerca, solo unos centímetros nos separaban de colisionar nuestros labios.- Humana...

Inconscientemente me acerqué más a él, en verdad quería besarlo... ¡Por un carajo, en verdad volvería a besarlo!

De pronto las grandes manos de Hades acunaron mi rostro con suavidad, cerré los ojos de forma inconsciente dedicándome a disfrutar las lentas caricias que había comenzado.

- No podes detenerme ahora ¿Sí?- Susurró tan cerca, incluso llegué a sentir el aliento mentolado chocar contra mi rostro.- Si me dejas acercarme un milímetro más, no podré parar hasta tenerte entre mis brazos.

- No, espera...- Murmuré colocando mi mano sobre su boca. Los ojos de Hades se ennegrecieron con enojo, sentí su resoplido escapar entre mis dedos.

- ¿En serio?- Gruñó con dificultad.

- Necesito lavarme los dientes...- Avisé con vergüenza. 

Quería besarlo, pero no quería que fuese así, quería que todo fuera especial... Quería tener un beso malditamente lindo con Hades, definitivamente necesitaba lavarme la jeta.

De repente las fuertes carcajadas del Dios inundaron la habitación.

- Entiendo, entiendo.- Habló entre risas.- ¿Me prometes qué cuando vuelvas podremos culminar esto?

- Te lo prometo.- Respondí sonriendo. 

Me separé de él con lentitud para posteriormente ponerme de pie. Me encontraba extrañamente feliz, al parecer mis sentimientos por el estúpido Dios eran más fuertes de lo que pensaba.

Me alegra haberlos dejado salir al fin, sé que no volveré a sufrir por él, sé que ahora nuestros sentimientos pueden florecer.

¿Qué podría salir mal...?

No, Andrómeda ni se te ocurra volver a pensar esa frase. Conociendo la suerte de mierda que tenes, es muy probable que algo salga horriblemente mal.

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