Wonderland, el Reino de los Dragones, poblado por híbridos de esa especie, solo algunos podían transformarse por completo, pero la mayoría solo podía usar la mitad de esa magia.
Ese reino era gobernado por Choi San más conocido como Black Dragón, pa...
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Corría entre los callejones, tratando de escapar de aquellos hombres que lo perseguían, los guardias del rey iban tras él, cuando se dio cuenta que los había perdido cayó rendido al suelo, su respiración era pausada debido al cansancio. Se sentó en una de las banquetas y respiro lentamente, tratando de calmar su agitado corazón, no había logrado robar nada, tenía dos días sin comer, su cuerpo estaba un poco débil, realmente odiaba al rey, había prometido ayudar a los más pobres, pero todo fue mentira, los ricos pisoteaban a los débiles, todo se estaba saliendo de control en Wonderland.
Había crecido en un orfanato, pero escapo de ese lugar ya que las personas que lo cuidaban le tenían miedo, gracias al poder que había crecido en él, lo único que sabía era que se llamaba Choi San y que es el último dragón de sombra, en pocas palabras su vida era un misterio y odiaba eso.
—Hola ¿se encuentra bien? — escucho una dulce voz.
Levantó su rostro y se encontró con un niño, este le sonreía con dulzura, llevaba puesta una capa blanca, solo dejaba ver su tierno rostro y unos preciosos ojos esmeralda.
—H-hola... —trato de sonreír. —Creo que estoy bien, gracias por preguntar. —
—Tu mano está sangrando... —el pequeño se puso de cuclillas y tomo la mano lastimada. —Creo que podre sanarla. —una luz dorada cubrió la mano del chico pelinegro, este se sorprendió al inicio, pero dejo que aquel pequeño lo ayudara por esa vez. —Listo, tu herida se fue. —sonrió haciendo resaltar sus mejillas gorditas y que sus ojos se volvieran en una tierna línea.
—G-racias... ¿Cómo te llamas, pequeño? —
—Soy Wooyoung, pero mi mami me dice Woonie, si quieres puedes llamarme así. —se sentó junto al pálido. —Tengo diez años. —
—Mucho gusto Woonie, soy San, tengo quince años. —por primera vez dio una sonrisa sincera, pero su estomago rugió en el instante haciendo que su rostro se volviera rojo debido a la vergüenza.
—Tu pancita rugió, Sannie Hyung. —
—Aun no he comido. —sonrió avergonzado.
El pequeño abrió una pequeña bolsa, buscando algo en el interior. —Tome, Woonie se lo regala. —le entrego una bolsa blanca.
— ¿Qué es? — San pregunto con curiosidad.
—Es pan y algunas frutas, mis papis y mi clan regalamos comida a las personas necesitadas, hoy les estoy ayudando, pero me perdí en uno de los callejones es así como lo encontré. —
—Muchas gracias, Woonie. —agradeció con ojos acuosos y una sonrisa.
— ¿Hyung, puede llevarme al parque central? —el pelinegro asintió. —Ahí se encuentra mi familia. —
—Claro, no queda tan lejos, a la otra no te separes de tus padres, no los hagas preocupar. — San se levanto metió los alimentos en su mochila. —Vamos, pequeño. —
