¿PODRÍA JURARLO?

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Ya ha pasado una semana y aún no he recibido la llamada de ese trabajo en el que tantas esperanzas tenía puestas, y era de esperarse, ni siquiera debí ilusionarme, desde que inició esa entrevista era algo así como la Crónica de una muerte anunciada, y es que todo comenzó tan mal, voy a tener que resignarme, y buscar una oportunidad tan buena como esa para enviar mi currículo, y es que no estoy buscando desesperadamente trabajo, es solo que ese trabajo, era perfecto para mí.

- Martina – me dijo Paola secretaria de mi jefe, quien también era mi mejor amiga.

- ¿Qué pasó? – le dije sin levantar la cabeza de la computadora.

- Te necesitan en gerencia – y en ese momento levanté la cabeza, con un gran signo de interrogación de mi cara, pero ella me miraba sonriente.

- ¿Qué paso? – le dije confundida.

- No te lo puedo decir, pero te aseguro que es una gran oportunidad para ti.

Me levanté de mi sitio, dudosa. Quizás se hayan enterado de que fui a buscar trabajo en otro lado y querían explicaciones, pero eso no tenía sentido, Paola dijo que era una gran oportunidad, quizás si se enteraron y notaron que no podían vivir sin mi y me ofrecerían un aumento.

- Buenos días, señor Candioti – ingresé un poco temerosa a su oficina.

- Pasa por favor y cierra la puerta – me dijo solemnemente.

- ¿Sucede algo? – pregunté cautelosa.

- Supongo que estas al tanto de la situación de Miguel, está enfermo, y no podrá volver al trabajo hasta dentro de quince días por órdenes de su médico – yo escuchaba atentamente asintiendo.

- Sí, me envió un correo explicándome la situación – le dije – en cuanto a eso todo lo que concierne a su área lo tengo cubierto, así que no tiene por qué preocuparse.

- Respecto a eso – volvió a decirme solemnemente – Miguel tenía una reunión con un cliente importante, es sobre un contrato que manejaremos con esta nueva cuenta que incluye la producción nuevos insumos, ellos trabajaban esto con otra marca, pero queremos ofrecerle mejores tiempos, además de materiales con mejor calidad.

- Si claro – le dije muy seria – ¿cómo puedo ayudarlo?

- Necesito que tu manejes esta reunión – los ojos se me abrieron como platos – tu conoces los tiempos, costos, consumos, materiales y todo lo que concierne a la producción de estas etiquetas.

- Si es cierto, he trabajado en esto por mas de 6 meses señor Candioti.

- Te estoy dando una gran oportunidad, y sé que esta lista para llevarla a cabo – me dijo muy seguro – ¿puedo contar contigo?

- Claro que sí señor Candioti, no se preocupe, estoy al tanto de todo – le dije intentando parecer muy segura sin que se notara que tenía un poco de miedo.

- Tómate el resto de el día y prepara con Paola la presentación de mañana.

- ¿Mañana? – le dije un poco sorprendida.

- ¿No crees que lo logres? – me preguntó.

- Claro que lo haré. Pierda cuidado – le dije segura de mis palabras.

Salí de su despacho presurosa, Paola me estaba esperando así que nos fuimos a la sala de reuniones para preparar la exposición con el nuevo cliente, nos tomó toda la tarde, me sentía realmente lista, guarde mis cosas en mi bolso, y me fui a casa a cenar y descansar.

Al día siguiente, estaba en la sala de reuniones ultimando los detalles, para que todo salga perfecto, cuando Paola ingresó presurosa.

- Ya han llegado – me dijo un poco acalorada.

- ¿Cuántas personas son? – tenía que saber a cuantas perspectivas me enfrentaba.

- Vino el señor Veronezi y su hijo, se nota al ojo que es un patán, pero no te preocupes... – Paola seguía hablando, pero yo dejé de escuchar cuando dijo Veronezi – Martina voy a dejarlos pasar ¿estás bien? – y me aplaudió en la cara para regresarme a la realidad.

- ¿Dijiste Veronezi? – pregunté esperando haber escuchado mal.

En ese momento Paola abrió la puerta y dejó entrar al Señor Vitto Veronezi y su hijo, alguien a quien ya conocía Alessandro.

Extendí mi mano para saludarlos, pero el señor Vitto Veronezi lo hizo con cierto recelo, al mismo tiempo que le preguntaba a mi jefe.

- ¿Con esta niña voy a tratar? – justo en ese momento Alessandro se acercó al oído de su padre, ve tu a saber para decirle qué, pero el semblante de el señor Vitto se endureció.

Mi jefe trato de defenderme o al menos decir algo amable para que parezca al menos mayor de la edad que aparento y también parecer lo suficientemente madura y responsable para tomar su cuenta, o por lo menos para llevar esta reunión, pero yo le hice un gesto con la mano, en señal de que yo podía con esto.

- Le aseguro señor Veronezi que estoy perfectamente capacitada para llevar a cabo esta reunión, conozco todos y cada uno de los puntos en los cuales esta usted interesado, y si tiene alguna otra duda, le aseguro que seré perfectamente capaz de absolver todas y cada una de sus dudas, deme la oportunidad de demostrarle porque Etiquetas Candioti es la mejor opción para sus productos – aparentemente lo había casi convencido y me hizo una señal para que continúe.

Luego de una larga exposición, en las que hablé de todo el proceso de nuestra producción, tiempos de entrega, material utilizado, di por concluida todo lo que tenía que decir, incluyendo la absolución de todas las preguntas del señor Veronezi, incluyendo las preguntas trampa que hacía Alessandro.

- Usted me ha sorprendido gratamente, es una señorita que a pesar de su aparente juventud ha demostrado conocer perfectamente todas nuestras necesidades – dijo el señor Vitto.

- Probablemente investigó nuestra empresa – Dijo Alessandro.

- Por su puesto que lo hice, para saber que ofrecerles, necesitaba saber con quien estaba tratando, es parte de mi trabajo – le respondí viéndolo directamente a los ojos con condescendencia.

- Es impresionante su trabajo señorita Parodi – dijo satisfecho don Vitto y dirigiéndose al gerente de mi empresa – quiero trabajar mi cuenta directamente con la señorita Parodi.

- Papá, pero ¿crees que ella es confiable? – preguntó Alessandro sembrando duda – es una mujer joven y quizás podrían llamarla de algún otro trabajo y dejar nuestra cuenta en el aire.

- Le aseguro señor Veronezi, que no tengo ofertas laborales en ningún lado, y de ser el caso, no hay porque preocuparse, todos estamos perfectamente preparados para llevar una cuenta como la suya – respondí casi lanzando cuchillos de mis ojos.

- ¿Podría jurarlo? – me dijo con una sonrisa pícara.

- Yo no juro señor. – le dije muy seria.

- Su nombre se me hace muy familiar señorita Parodi – me dijo con cierta sonrisa.

- Mi nombre es muy común señor – le dije intentando cambiar de tema, no quería que en mi empresa supieran que estaba buscando otras oportunidades.

- ¿Sí? ¿usted cree? – me dijo con sorna.

- Si señor – le dije intentando mantener la postura.

Luego de ese breve encuentro logré cerrar este trato millonario con nuestra empresa, y tal y como lo pidió don Vitto yo manejaría directamente la producción para su empresa, mi jefe estaba muy contento con este nuevo trato, pero quien no estaría muy contento sería Miguel, ya que le había quitado la cuenta, pero eso era culpa de él y su enfermedad no , mía, había recibido un pequeño incentivo y me encontraba muy contenta, hasta había olvidado el encuentro desafortunado con Alessandro, simplemente que tipo más desagradable e insufrible, al final del día Paola y yo decidimos ir a un bar y tomar unos tragos para celebrar.

MARTINADonde viven las historias. Descúbrelo ahora