Martina vivió toda su vida trazándose objetivos, le gustaba sentirse en control de todo a su alrededor, tenía su vida planeada y no se permitía hacer nada que ella no podía controlar, dejó su país natal en busca de nuevos retos, necesitaba demostrar...
- Podrías maquillarte – me dijo tratando de animarme – además la crema que te pusiste ha logrado que los moretones no se pronuncien tanto.
- ¿Tu crees? – le dije – solo que mi maquillaje no es a prueba de agua y esa es una fiesta en la piscina.
- Podríamos ir de compras – me dijo – seguro venden ese tipo de maquillaje ¿no?
- Si venden – le dije – pero son muy costosos, me sale más barato no salir.
- Yo invito – dijo él – ¿vamos? – yo dudaba en verdad quería ir, pero no quería que Alessandro pagara mis cosas.
- Te lo pagaré – le dije cogiendo mi bolso – además debo comprarme un bikini.
- No se diga más – me dijo contento – ¡Vamos!
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Llegamos a una calle, que estaba llena de tiendas, eran como casitas, era el famoso cuadrilátero de la moda, pero tenían nombres afuera, esto no era precisamente un centro comercial.
- ¿Estas tiendas? – le dije observando todo – debe ser costoso comprar aquí.
- No te preocupes – me dijo.
- ¿Maybelline? – dije – no sabía que esta marca estaba aquí.
Entramos y busqué maquillaje a prueba de agua, la señorita encargada de la atención, estaba más preocupada por atender a Alessandro que a mí, siendo que yo soy la que necesita el maquillaje, cuando notó que Alessandro no le prestaba la menor atención y su trato hacía ella era poco gentil así como el normalmente es, se dio cuenta que era yo a quien debía atender, me llevó frente a un espejo y un probador de bases, probamos con diferentes tonos de base, hasta que encontré el tono indicado, la señorita notó mis marcas, y vi en su expresión sorpresa y desaprobación, supongo que se imaginó lo peor de Alessandro. - Oye si estás en problemas - y miró de reojo a Alessandro - puedo ayudarte.
- El frasco es pequeño – le dije ignorando su comentario – ¿no hay alguno que sea más grande?
- Es la única presentación – me dijo algo incomoda – podrías llevarte dos.
- ¿Ya elegiste? – me pregunto Alessandro, interrumpiendo mi conversación con la vendedora y haciendo que ella se ponga un poco nerviosa.
- Sí, solo que – le dije mostrándole el frasquito – es pequeño ¿no?
- Lleva dos o tres – me dijo – si es lo que necesitas.