Capitulo Uno

889 48 17
                                    

San

No creo en dios. Tampoco en el destino.

En lo que tengo de vida, en mis dieciocho años, he perdido la esperanza en tantas cosas que el vacío que he podido sentir en algún momento en mi corazón, en mi vida solitaria por el abandono de mi padre, la única persona de mi familia que podría cuidar de mi.

Parado frente a esta enorme puerta negra, doble, empiezo a pensar que esta puede ser mi última oportunidad para tener a alguien que me cuide, aunque a cambio deba trabajar como interno, acatando tantas órdenes que el único momento de tranquilidad sea cuando duerma.

Sosteniendo con firmeza el asa de mi maleta, la cual lleva las pocas pertenencias que tengo que básicamente es ropa, un par de pares de zapatillas que he podido comprarme con lo poco que gané en un trabajo de dos meses, llamo a la puerta del que será mi nuevo hogar y lugar de trabajo, esperando por varios minutos hasta que la puerta sea abierta.

Mirando hacia arriba en lo que espero puedo ver como el cielo ya está casi oscuro por completo, anocheciendo tan rápido que en realidad puedo saber que he tardado mucho en llegar hasta aquí desde Gyeongsan, encontrándome ahora mismo en Ilsan.

Una hora y media aproximada de viaje y unos minutos más de espera, y la puerta es abierta, pudiendo ver a una mujer frente a mi, vestida completamente de negro, con un moño firme a lo alto de su cabeza, sin ningún mechón escapando de este. Su expresión y su mirada hacia mi son bastante serias, tensandome por un momento incluso cuando me permite entrar con un movimiento de su cuerpo haciéndose a un lado.

— Sígame y no haga ruido.

Obedezco siguiendo a una distancia prudente los pasos de la mujer que a simple vista parece mayor creo que debido a su vestimenta. Quizá tenga unos cuarenta o cincuenta años a pesar de ello, de no aparentarlos, pero prefiero no darle importancia y seguir a la mujer, en completo silencio aunque no comprenda bien porque ha de ser así.

Sin dejar de seguir a la mujer en completo silencio, escuchando tan solo el sonido de sus zapatos y mi inquieta respiración que intento sin poder controlar, observo cada rincón del camino que estamos recorriendo, cruzando un pasillo tan largo que parece interminable.

Hasta que nos detenemos frente a tantas puertas que despiertan mi curiosidad, no comprendiendo en porque aunque supongo que ahora me lo explicará.

— Estas puertas que ves aquí son accesos a las habitaciones del señor Lee, de la señora Jung y no debes entrar a menos que la señora Jung así te lo ordene. Yo soy la ama de llaves y quien estará encargada de cuantos errores cometas, teniendo así que educarte con respecto a ello. No debes pasar por este pasillo a menos que sea para limpiar o guardar la ropa tras hacer la colada y plancha de cada prenda —señala dos puertas, omitiendo una tercera que ahora mira fijamente —en esta no debes entrar nunca. Ni pienses en el motivo de ello. Es un espacio prohibido. Continuemos.

No vuelve la mujer, ama de llaves de esta casa, sobre sus pasos. Nos encontramos más bien subiendo escaleras que dan a una segunda planta, la cual contiene más puertas, todas y cada una de ellas cerrada.

Se vuelve a detener, haciéndome pararme también para observar ahora la puerta que abre con una llave que tan pronto como termina me entrega sin mirarme, empujándome literalmente al interior de la misma.

Parado en la misma puerta, siendo la luz encendida en pocos segundos, puedo ver que esta estancia se trata de un dormitorio, conteniendo una cama bastante sencilla, con el espacio suficiente como para que pueda sentirme cómodo cuando la ocupe. También hay un escritorio y un armario que a mi parecer es demasiado grande para la poca ropa que tengo.

Promise // Sanwoo //Where stories live. Discover now