Capitulo Diez

219 32 3
                                    

Wooyoung

Según San hoy hace tres meses que llegó a esta casa.

Si realmente son tres meses el tiempo ha pasado muy rápido y no me parece tan malo porque mama me sigue dejando estar con él cuando es su día libre y acaba de trabajar.

El único problema en esta casa es ese señor, quien no se porque mama sigue aguantando y permitiendo vivir en esta casa. Me molesta mucho, más cuando estoy solo en mi habitación esperando a que sea por la tarde para poder estar con San hasta la hora de la cena y después un rato hasta que se va a dormir.

La puerta de mi habitación está abierta desde que he vuelto de comer porque así puedo ver a San pasar cuando va a un lado u otro por su trabajo, sonriéndole al igual que también me sonríe.

Pero no está abierta para que el monstruo me moleste con su presencia, así como está pasando ahora mismo.

— Mocoso levantate del suelo y sígueme.

Es tan asqueroso escucharle.

Ignorandole sigo ocupado con mi libro, con el que además enseño a leer a San desde que me dijo que no sabia leer, avanzando muy despacio pero sintiéndome cómodo enseñándole porque no me presiona y yo tampoco le presiono a él.

Pasando la página empiezo a leer la cara de la izquierda, la que tiene las letras normales aunque me tenga que ayudar de la otra cara para comprender algunas. Centrado así, sonriendo por algún comentario agradable que leo, deseando que San venga para seguir ayudándole o haciendo otra cosa si le apetece, siento un tirón de pronto en el cuello de mi camiseta, así como mi cuerpo siendo arrastrado fuera de mi habitación.

El monstruo está tirando de mi. Arrastrándome como si fuese un gusano. Siempre tiene la fea costumbre de llamarme mocoso y alguna vez me ha llamado otra cosa más fea que no quiero recordar.

No es una buena persona y ahora, arrastrándome, ignorando mis gritos y obligándome a soltarme de donde me agarro para que me deje en paz, me ignora porque solo quiere seguir siendo un monstruo.

— ¡Suéltate niñato! —niego, aguantando lo mejor que puedo los golpes en mis manos —¡tu madre y ese criado no están aquí para defenderte!

Lágrimas caen por mis mejillas, desapareciendo en el interior de mi mascarilla negra, sintiendo ya tanto dolor en mis manos que estoy empezando a rendirme, no quedándome de otra que forcejear como puedo, hasta donde puedo, perdiendo de lo poco en fuerzas que me quedaba cuando me coge de mi cintura, cargándome hasta donde sea que quiera llevarme.

Pataleando, gritando, suplico así por ayuda no siendo escuchado por culpa de las estúpidas lágrimas y el miedo que me invade cuando me vuelvo a sujetar, no queriendo entrar en el salón que es a donde me está trayendo.

Ese lugar de la casa que yo nunca piso por miedo es donde me encuentro ahora, siendo tirando sin cuidado alguno sobre la alfombra.

Abrazándome a mis piernas solo lloro, suplicando con un hilo de voz que me deje en paz.

El olor a humo llega rápido hasta a mi, viendo como está fumando el monstruo a la vez que se arrodilla frente a mi. Escuece que me de en los ojos con ese humo. Por suerte para mi no pasa a mi nariz gracias a la mascarilla.

— Eres un mocoso que se cree que puede hacer lo que le da la gana —un golpe cae en mi cabeza.

Me duele como me ha tirado al suelo. También me duele que ahora me haga estar cerca suyo, tirándome del pelo sin ningún cuidado. Su cigarro está entre sus labios y mis manos subiendo tan rápido como veo que quiere quitarme la mascarilla, la que me da seguridad y mama nunca me deja quitarme.

Promise // Sanwoo //Donde viven las historias. Descúbrelo ahora