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—¡¿Qué?! ¡¿Cómo pueden acusarme de querer matar a Wei Ying?!—Se quejó Su She siendo retenido por dos hombres.—¡Eso es falso!

—Silencio.—Dijo con frialdad, Lan Zhan.

—Desde hace tiempo he notado el odio que tienes hacia Lan Zhan y por eso quieres matarme para que él sufra, ¿No es así?—El silencio de Su She lo delató.—Lo supuse, ¡Llévenlo! 

Su She intentó resistirse, pero la fuerza de los dos hombres le ganaron, así que se dejó llevar, dirigiendole una mirada de desprecio a Wei Ying y éste lo ignoró por andar coqueteandole descaradamente a Lan Zhan. 

—Se nos fue uno de ellos, me preguntó dónde estará GuangYao. 

—Mi hermano dijo que en ese momento se dirigen hacia el hospital donde HuaiSang.

—¡Debemos ir! 

Antes de que Lan Zhan pudiera emitir algún sonido de afirmación, su pareja ya le había tomado su mano y lo arrastraba hacia el vehículo. 


*


—Estoy realmente preocupado por MingJue, apenas come y no quiere irse.—Dijo XiChen mientras conducía, a su lado estaba GuangYao. 

—También me preocupa a pesar de que no hemos hablado en mucho tiempo.—Expresó GuangYao.—Pensé que Li irá contigo.

—Bueno, tuvo un asunto en su trabajo y me dijo que irá a buscarme luego.

Además, me dijo que tuviera cuidado con GuangYao, pensó, pero no iba a decirle, él confiaba en su amigo.

Estacionó el auto frente al hospital, apagó el motor y se bajó, al mismo tiempo GuangYao. Ambos se dirigieron con pasos tranquilos hacia la habitación en el que estaba los Nie, pero cuando estaban por entrar, escucharon murmullos que se hacían cada vez más fuertes y entonces dos hombres agarraron a GuangYao. 

—¿Eh? ¿Qué pasa?—Preguntó XiChen.

Con todo el ruido hizo que MingJue saliera de la habitación y al ver que ocurría, su ceño se arrugó al entender toda la situación, alzó sus manos, dispuesto a estrangular al más bajo, después de todo, era la persona de quién más sospechaba, pero esperaba pruebas. 

Afortunadamente Wei Ying llegó a tiempo a detenerlo. 

—Tranquilo, estoy seguro que a HuaiSang no le gustará saber que ensuciaste tus manos.

 MingJue se calmó apenas escuchó el nombre de su amado, dirigió su mirada hacia el otro hombre que estaba procesando lo que significaba. Lan Zhan se adelantó a explicar la situación.

—El sicario Xue Yang confirmó que GuangYao mandó a matar a HuaiSang. 

XiChen frunció el ceño y cuando miró a GuangYao que no parecía estar sorprendido, sólo una sonrisa falsa estaba en su rostro. En ese momento se dio cuenta que todo ese tiempo los demás tenía razón, él era el único que estaba ciego, negando a creer que uno de sus amigos cercanos era el sospechoso. 

—¿Eso es... verdad?

—¡Por supuesto que sí!—Interrumpió enojado el Nie mayor.—¡HuaiSang tenía razón! ¡Me advirtió muchas veces que tuviera cuidado con él! ¡¿Vas a seguir insistiendo que él no tenía nada que ver?!

GuangYao intentó mantenerse sereno y cuando finalmente reunió el valor para mirar al único hombre que no dudó en él, pero al verlo dolido, supo que ya no había caso en negar lo que había hecho. 

—Lo siento.

Era todo lo que pudo decir, ya había perdido al único amigo que nunca lo juzgó. Wei Ying vio que el más bajo ya no tenía nada que decir más, miró a los hombres y asintió dándoles entender que ya lo podían llevar. 

—Hermano...—Se acercó Lan Zhan, pero este alzó la mano.

—... Puedes llamar a Li y decirle que venga cuando termine su asunto. Estaré en la sala de espera. 

Lan Zhan iba a decir algo más, pero su pareja lo detuvo y al mirarlo, Wei Ying negó con la cabeza, comprendió que debía darle espacio a su hermano, así que tuvo que hacer lo que le pidió: Llamar a Li. 


*


El lugar, en el que se encontraba HuaiSang junto a su madre, era hermoso, un campo de flores y en medio estaba una manta, encima de ella estaban ambos acostados, observando formas de la nube. Era el momento que el joven deseaba, extrañaba a su madre. 

—Es hermoso.—Dijo la señora como si leyera su mente.—Me hubiese gustado estar contigo por mucho tiempo, verte crecer. 

—Lo siento, mamá. 

—¿Por qué? 

HuaiSang se incorporó hasta sentarse, giró su cabeza hacia la mujer que también estaba sentado, esperando la respuesta. 

—Nos has visto... Eso no está bien. 

—... Me lo esperaba.—Admitió, sorprendiendo al joven.—No tengo mucho tiempo, te necesitan.—Señaló hacia un lado y entonces HuaiSang miró hacia donde apuntaba su madre.—¿Puedes escucharlo? 

—Sí...—Era la voz de su hermano, sólo susurros de su nombre.

—Hay un escondite en la mesita de luz, confío en que encontrarás... Ahí estará todo lo que necesitas saber, el resto será tu decisión sobre que hacer una vez que la verdad este en tus manos. 

—Madre...—Volvió para mirarla y notó que el ambiente cambió a fondo blanco.

—Llegó mi momento, no puedo hacerle esperar.—Le sonrió.—Estoy orgullosa de ti y de lo que has logrado hasta aquí.—Alzó sus manos y las posó en las mejillas del menor, con sus dedos pulgares secaron las pocas lágrimas que brotaron de los ojos.—Esto no es un adiós, A-Sang.

HuaiSang sintió el tacto de su madre, tan cálida como recordaba y tan real que parecía que no estaba soñando, pero sabía que era el momento de regresar. Lo último que sintió fue un beso en la frente y abrazo de su madre antes de cerrar los ojos. 

Cuando abrió los ojos, su vista era tan borrosa que apenas pudo reconocer el techo blanco  con una bombilla de luz, tuvo que parpadear dos veces para que se aclarará y al intentar mover su cuerpo, sintió dolor en su estómago. Ahí fue consciente de que le habían disparado. 

También se dio cuenta que había una mano cálida que apretaba suavemente su mano y giró su cabeza para ver la cabeza de su hermano apoyado en el borde de la camilla.

—A-Jue...—Su voz sonaba más ronca, pero era normal después de todo, estuvo unas semanas sin abrir los ojos.

Sólo fue un susurro, pero aquello despertó por completo al otro que alzó su cabeza para mirarlo esperanzado de que no fuera una ilusión, al verlo con los ojos medio abiertos, soltó un suspiro y una sonrisa tranquila se apareció en su rostro.

—A-Sang... 

*-*-*



The forbidden [Niecest]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora