Preludio

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KyungSoo no puede hacer más que apretar la mandíbula todo lo que puede y cerrar los ojos con fuerza mientras el dolor estalla en cada recoveco de su cuerpo pequeño y frágil.

Wish.

Un zumbido estremecedor rozó su oído.

El impacto del objeto arrojado en su dirección es lo suficientemente estruendoso como para producirle escalofríos y temor; su omega chilla en su interior, acojonado, sometido, con un miedo que le lacera el corazón y le impide respirar adecuadamente.

Es entonces cuando sucede.

Un nuevo golpe aterriza sobre su mejilla palpitante e inflamada. La sangre está salpicando el suelo y un gruñido grave lo reduce a espasmos descontrolados y sumisión absoluta.

Esta vez, KyungSoo teme profundamente, esta vez no está seguro de poder escapar con vida de aquella situación.

El dolor se esparce por todo su ser repleto de marcas y sangre, su cabeza golpea la pared detrás de él, sus ojos continúan censurando todo lo que ocurre a su alrededor; la imagen de su agresor, la maldad en un mundo que no es para omegas como él... todo estalla, grande, duro, imparable, un efecto Bigbang que puede sentir en cada músculo, en cada célula, en cada hueso y trozo de piel rota y ensangrentada.

KyungSoo se estremece como un pequeño niño inexperto esperando una regañina debido a un mal comportamiento. Es tan difícil, tan difícil soportar todo eso, enfrentarlo y luchar.

KyungSoo no tiene lágrimas para llorar, no puede desahogarse, no puede quejarse o hablar, gritar, pedir ayuda; sólo se queda ahí, con la ropa vieja y descolorida rasgada y llena de su propia sangre, se queda en silencio absoluto y aguarda su final, es la única esperanza que le queda, es posiblemente lo que más anhela.

Despedirse de esa vida miserable, oscura y lúgubre para siempre no parece ser una mala idea, porque él quiere descansar y ser libre por primera vez.

KyungSoo quiere dejar de temer, de pensar, de huir y esconderse. Por primera vez en mucho tiempo, se permite pensar en ese tentador escape de la realidad dolorosa e injusta.

Su cuerpo se dobla a la mitad cuando recibe un puñetazo abrumador en su abdomen, arrebatándole el aire exitosamente y creando una nueva oleada de dolor sobre los músculos maltratados y la piel inflamada, luego es tirado del cabello y conducido directamente a la puerta de la casa para la cual había estado trabajando durante esas últimas cuatro semanas. El trozo de madera se abre con un movimiento brusco y él es arrojado con violencia, como una muñeca de trapo sin valor, rota y sucia, al asfalto frente a la vivienda.

El alfa que lo había estado golpeando, esposo de su jefa y patriarca de aquella familia de clase media, escupió a su lado y le dio una mirada despectiva que arrojaba nada más que desagrado, repulsión y cólera. KyungSoo se encogió en su sitio y sus hombros temblaron sin cesar.

ㅡEso te lo has ganado; ahora te lo pensarás dos veces antes de meter tus sucias manos en las cosas de los demás y coger algo que no es tuyo, maldita basura inconforme y desagradecida. Espero no ver tu cara cerca de mi casa de nuevo o no seré tan misericordioso contigo ㅡmasculló furibundo, y KyungSoo se sobresaltó cuando la puerta se cerró con un sonido estridente que hizo temblar las bisagras de las ventanasㅡ.

Por supuesto, no había robado nada. Pero era más fácil echarlo por esta razón a admitir que se había negado a acostarse con el tipo.

Se puso de pie con dificultad, aceptando que tal vez aún no era su momento para dejarlo todo atrás, que probablemente aún debía hacer algunas cosas en esta vida, en este plano, y comenzó a caminar lejos de ahí, cojeando, sosteniendo su costado, sin dejar de sangrar ni pensar en el dolor abrumador.

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