Belia

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Mi hijo de 9 años siempre a querido un perrito, pero por mi alergia no podría tener uno en la casa, es por eso que siempre le tengo prohibido adoptar uno.

Un día me dí cuenta que mi hijo todas las noches ponía las sobras de su cena en un plato, lo sacaba afuera de la casa y llamaba a un perro imaginario al que nombraba como Belia, luego de un rato las sobras desaparecían misteriosamente y yo había sacado la conclusión de que mi propio hijo se las estaba comiendo en su fantasía por tener un perro.

Le pregunté a mi hermana que podía hacer ante eso:

--No, Gloria, no debes complacerlo en eso, solo es un capricho, te recomiendo que esta noche hables con el y pídele que no lo haga más.

Yo seguí los consejos de mi hermana y al finalizar la cena cuando se disponía a recoger las sobras, yo lo interrumpí.

--Oscar, está noche no vas a llevarle comida al perro así que deja ese plato en la cocina.

El niño que siempre tenía una expresión un poco seria y algo retraída, reaccionó con una mirada desafiante ante su madre y mirándola fijamente le respondió.

--Mamá debo de darle de comer a Belia o se va a molestar y créeme mami no te gustara si mi perrito se molesta.

La madre quedó estupefacta y muda ante la respuesta de su hijo, se dio cuenta que la situación tal vez era peor de lo que ella pensaba, había llegado muy lejos sin embargo no pudo hacer nada no tuvo las fuerzas para detenerlo, en vez de eso lo dejó sacar el plato cerrar la puerta y subir a su habitación.

Gloria entonces se quedó en la sala toda la noche vigilando, haber si descubría el momento en que su hijo salía a escondidas a comer o tirar las sobras para sorprenderlo, pero las horas pasaron y se quedó dormida.

Un ruido entre los arbustos que rodeaban la casa la despertó, así que corrió a la ventana y fijo su mirada en aquel plato con sobras lista para sorprender a su hijo pero no era el, una sombra cubrió el plato y en apenas unos instantes las sobras desaparecieron, gloria subió rápidamente para confirmar que su hijo no hubiera salido y efectivamente el estaba durmiendo y lo que fuera que haya visto definitivamente no era su hijo.

Así pasaron unas cuantas noches y nada cambiaba incluso gloria estaba muy nerviosa al ver como Oscar aveces se para a afuera de la casa y actuaba como si le hablara a un perro, uno que solo podía ver él, movía su mano en el aire como si estuviera acariciando a un perro, además en su cuarto con la puerta cerrada también se le escuchaba reír y correr como si jugará con alguien.

Gloria ya no podía soportarlo más, se estaba volviendo loca y se encontraba realmente aterrada, así que una noche que Oscar salía con la comida, ella le arrebato el plato y se lo llevó a su habitación evitando que el niño saliera encontrarse con Belia gloria tuvo una conversación con su hijo quien estaba de pie frente a la puerta de la habitación de su madre y que no dejaba de llorar por ver a su hijo seducido por aquel perro invisible.    

--Mamá, que haces, Belia tiene hambre déjame llevarle su comida.

--No hijo, por favor ya no lo hagas esa cosa no es un perro real, yo te amo y debo protegerte de lo que sea.

--Mamá el vendrá a buscarlo,
!entrará por ti!, dámelo ahora.

La madre se quedó encerrada en su habitación mientras afuera no se escuchaba sonido alguno, su hijo ya no le decía nada, gloria se acercó a la puerta y por un pequeño espacio forzando su mirada para ver que pasaba, sin embargo lo que sí pudo escuchar fue a su hijo abriendo la puerta de la entrada al parecer hablado con su "mascota"

--Hola Belia ¿como estás?, siento mucho lo de tu comida pero no te enfades, mira mi mami te la quiere dar hoy, anda sube a su habitación ella te la va a dar, sube y regresa a jugar conmigo.

La cara de Gloria cambió a un terror como jamás lo había sentido nunca en su vida, se escuchaban las patas de un perro subiendo las escaleras apresurado, jadeando.

Gloria se arrastró dentro del cuarto hasta quedar pegada a la pared, visiblemente temblando y llorando, lanzó el plato con las sobras cerca de la puerta y luego de un silencio un gruñido espeluznante se escucho justo detrás de ésta, era como un perro enfurecido, en un instante la puerta fue arrancada como si nada, con una gran violencia, dejando a gloria al descubierto, una enorme sombra entró y devoró las sobras del plato, mientras la madre veía con horror lo que sucedia y detrás de la sombra, un hijo sonriente, feliz de ver al perro comer, al terminar, la sombra lejos de irse siguió gruñendo fuertemente y Oscar dijo:

--Mami, te dije que Belia vendria por su comida.

La sombra se lanzó esta vez sobre una aterrada Gloria cubriendola completamente.

Mientras escuchaba la risa de su hijo.






















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