II

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"¡J-Joder!".

Ese era su punto dulce y asumió que lo había dejado claro luego de que un grito lleno de placer abandonara involuntariamente sus labios rojos y algo hinchados a causa de las mordidas y húmedos besos recibidos.

Usaba una de sus manos para arañar sin pudor alguno la ancha espalda del castaño entre sus piernas, mientras que con la otra jalaba levemente los cabellos de la cabeza de éste, la cual se hallaba en la curva de su cuello.

Por su parte, Reborn se encontraba embistiendo el interior de Auron sobre uno de sus cofres, sosteniendo sus caderas con firmeza a la par que succionaba y mordía su piel de forma descarada, importandole poco que al día siguiente alguien preguntara por alguna marca visible. Su miembro tocaba una y otra vez la próstata ajena de forma ruda, pues aunque claramente adoraba al moreno, en momentos de intimidad la brusquedad de sus acciones era como su firma.

Terminaron así gracias a que aprovecharon el momento, y es que por la mañana los cinco habitantes del hotel habían ido en busca de una aventura sin un rumbo fijo, simplemente queriendo hacer algo para salir de sus hogares. Luego de una pelea con mobs en medio de la noche, la pareja había terminado en la mazmorra y cuando volvieron a casa sus amigos aún no estaban allí. O habían sufrido lo mismo que ellos, o bien, seguían con vida y ya estaban de regreso. De cualquier forma, no aguantaron las ganas de gritar y decirse palabras sucias en medio del coito, pues cuando estaban con los demás no podían hacerlo, siempre intentaban hacer el menor ruido posible para no ser víctimas de burlas al día siguiente.

Aquello era una dura tarea para el más alto, y es que el pequeño cuerpo de Auron apretaba su miembro de forma tan exquisita que lo hacía perder la cordura. Siempre necesitaba dejar al pelinegro con las piernas temblando, sin aliento, e incluso haciendo que anhelara por más hasta su próximo encuentro.

Ambos estaban a punto de llegar al final y lo sabían. El menor mantenía las piernas alrededor de la cadera contraria, sintiendo que en cualquier momento iban a ceder y caerían. Pequeñas lágrimas de placer abandonaban sus brillantes ojos marrones, que al estar entreabiertos dejaban ver la lujuria en su máxima expresión.

Sus miradas se encontraron, grabando otro momento en sus recuerdos. Querían reperirlo y vaya que lo harían, incluso si para estar solos tuvieran que ir hasta el fondo del mar. El lugar ya no importaba, solo existía la necesidad de tener la misma privacidad para no reprimir ningún tipo de sonido, incluyendo el de sus pieles chocando, que a sus oídos sonaba tan obsceno, pero tan glorioso que hasta se habían vuelto adictos.







Abrió los ojos de golpe, viendo nada más que su techo y luego el desorden que él mismo había hecho con sus sábanas.

Joder...

Dejó salir un suspiro lleno de frustración mientras se ponía de pie para dirigirse de mala gana hacia sus escaleras de cristal, de forma que, una vez allí, pudiera lanzarse al mar sin pensarlo. Luego de una semana con esos extraños sueños, había descubierto que esa era la mejor forma tanto para despabilar como para eliminar el bulto bajo sus pantalones. Así mismo, desde la tercera noche había comenzado a despertar poco antes del amanecer, con lo cual no había nadie despierto y podía hacer todo ese proceso sin ser juzgado.

Salió antes de que alguna criatura en el mar lo atacara y volvió a su hogar, pensando que al menos tenía algo a su favor.

Subió por las escaleras de piedra que todos usaban, procurando caminar más rápido al pasar por delante de la puerta de Auron, como si éste supiese su secreto.

Definitivamente debía buscar una solución, ya estaba paranoico.

Dirty dreams // RebornplayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora