VI

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La noche nuevamente había llegado y el de la flama en su cabello iba camino a su hogar. No había encontrado rastros de su amigo, pero al menos aprovechó el tiempo para minar y así distraerse.

Estaba desanimado y cansado, la falta de sueño y el no saber nada del castaño le estaban pasando la cuenta. Llegó a su hogar, dejando su mochila con sus pertenencias y los materiales recién recolectados simplemente en el suelo, ya mañana se encargaría de ellos.

Arrastrando los pies se acercó a su cama y lo primero que vio fue un gato de color negro enroscado sobre la almohada, durmiendo plácidamente.

— Hola. — Saludó con ternura al animal, acercándose con cautela para hacerle saber que no representaba un peligro. — ¿De dónde saliste? ¿Quién sos? — Volvió a hablar con una risita cuando la criatura abrió los ojos. Acercó su mano para que la olfateara un poco, hasta que por fin el felino dejó gustoso que el extraño humano le mostrara afecto y le acariciara la cabeza.

— Es tuyo. — Una voz completamente conocida hizo sobresaltar al bajito, para posteriormente parar en seco cualquier movimiento. — Dijiste que querías un gato negro, así que fui por uno... Aunque admito que me tardé más de lo que esperaba. — Sonaba avergonzado y vaya que lo estaba.

— Que cabrón. — Murmuró una vez se volteó, viendo al contrario con molestia. — ¡Que hijo de puta que eres, Reborn! — Se acercó a él apuntándole con su dedo índice, hasta quedar por fin a poca distancia el uno del otro. — ¿Sabes lo mucho que yo...? — Tuvo que dejar de hablar, pues notó el estado de su amigo. — ¿Qué te pasó?

— ¿Por qué crees que tardé tanto, anormal? ¿Acaso piensas que traer un puto gato desde tan lejos es tarea fácil? — Sonaba molesto, mas cuando miró hacia otro lado con un ligero sonrojo, el de cabello en punta supo que era sólo un escudo para disimular la vergüenza que aún sentía. Siempre usaba la misma carta a su favor; el falso enfado.

Teniendo eso en cuenta, el menor aprovechó para continuar con su recorrido visual por el cuerpo ajeno; tenía uno de sus pómulos teñidos de color morado con tonos verdosos, su labio inferior estaba roto, mientras que el resto de su rostro tenía cortes por diversos lugares y un par de ellos se notaban recientes. Bajó la mirada hasta el único otro lugar que dejaba a la vista su piel, notando que ahí, justo en sus manos, habían más "marcas de guerra", como las bautizó en su mente. Vendas sucias, tanto por sangre, tierra y quién sabe qué más, rodeaban el medio de la zurda, mientras que algunas curitas adornaban un par de dedos de su diestra.

— No era necesario, tío. — Susurró, bajando la cabeza y sorprendiendo al alto, quien de inmediato se centró en él de nuevo. Auron jamás le hablaba así a nadie, jamás dejaba que alguien lo viese así. — Valoro el esfuerzo y me encantó el gato, lo conservaré. Pero... — Levantó la vista, encontrando unos ojos que lo veían curiosos desde arriba. — Estás lastimado y no es justo que hagas eso por alguien que te trata como la mierda todos los días.

— No. — En ese momento el ex héroe de Karmaland pudo jurar que los ojos de Reborn reflejaban ternura, cariño y... Algo más que no supo descifrar. — Has sido el único que me ha tratado medio bien desde que estamos aquí. Sí, eres un hijo de perra, pero es tu forma de ser y jamás cambiaría eso. — Sintió la necesidad de acariciar la mejilla ajena, pero sabía que era un error, así que solo se contuvo. — Me gusta que seas así, te vuelve más interesante. — Si bien no hizo lo anterior, al menos se animó a soltar aquello, en un principio con nervios, mas sintiendo que valió la pena cuando vio el color rojo el rostro contrario.

— Mejor vamos a curarte, que ni eso sabes hacer bien, cabrón. — Lo tomó de la muñeca, guiándolo hasta sus cofres, en donde hizo que se sentara sobre uno de ellos mientras él buscaba en otro lo que necesitaba.

Pasaron unos pocos segundos cuando el corazón de Reborn se aceleró y sus manos comenzaron a sudar. Luchaba con todas sus fuerzas para quitar los recuerdos de uno de sus sueños que se repetían una y otra vez en su cabeza. Estaban en el mismo lugar donde en sus fantasias había penetrado salvajemente a Auron. Casi podía escuchar el sonido de sus pieles chocando y de lo bien que se sentía cuando...

— Déjame ver eso que tienes en la ceja. — Escuchó de nuevo la voz del más bajo, golpeándolo fuertemente con la realidad en el rostro.

— ¿Cómo? — No pudo pensar en nada más inteligente.

— Que tienes un corte en la ceja, así que lo voy a desinfectar y puede que arda. — Avisó con antelación, posicionándose frente al mayor, quien no dejaba de mirar sus ojos.

Joder.

Entre insultos, quejas y regaños por fin Auron pudo terminar de atender las heridas de su compañero. Ahora ambos se hallaban en un agradable silencio, solo escuchando los ronroneos del felino que descansaba sobre el regazo de su nuevo dueño.

— Estaba pensando... — Habló Reborn sin quitar la mirada del animal, aclarandose la garganta antes de continuar y ganándose la mirada contraria. — Cuando fui por el gato pasé por un lugar que de seguro te gustaría. Me preguntaba si te gustaría que fueram...

— Claro, mañana les decimos a los demás que se preparen para ir. — Interrumpió, pensando que de eso se trataba.

— ¡Pero déjame terminar, coño! — Frunció el entrecejo, mirando mal al que se hallaba sobre la cama. — Quería que solo fueramos tú y yo. Nadie más. — No supo de dónde obtuvo el valor, pero no desvió la mirada de los otros ojos en ningun momento.

— Oh... — Auron lo vio de pie, apoyando la espalda contra la pared, justo al lado de la ventana, con el cabello desordenado, los brazos cruzados y su típica expresión de pocos amigos. Antes de responder pensó en lo apuesto que se veía desde su perspectiva. — Pues acepto. — Sonrió, ignorando su pensamiento anterior.

— Muy bien, pero dejemos pasar el día de mañana. — Se reincorporó y después dio un par de pasos hacia la puerta con intenciones de salir. — Ahora deberías dormir, se nota que no lo has hecho muy bien y te ves horrible. — Se rio, para posteriormente seguir con su camino. La verdad era que sí estaba preocupado por el estado del menor, se le notaba agotado, con lo cual era mejor que descansara antes de un viaje largo. No pensó en nada mejor que expresarlo en forma de burla.

— ¡Que encima te curo y así me pagas, 'joputa! — Exclamó molesto antes de ver como la puerta se cerraba.

Luego de unos segundos en silencio y soledad, miró nuevamente al felino y sonrió con ternura. El de voz gruesa había pasado por mucho sólo para conseguirle un gato que él ni siquiera sabía que quería realmente, mas al tenerlo frente a sus ojos, lo veía tan fragil y pequeño que le apetecía cuidarlo siempre.

— Puto Reborn. — Susurró con una sonrisa a la vez que caminaba hacia su cama. Definitivamente dormiría muy bien esa noche.




~ ♡ ~




En el próximo ya les traigo algo más allá de un sueño... La realidad.👀

Por cierto, Reborn está chikito, hay que cuidaro. Lo quiero un mundo.❤

Y creo que está de más decir esto, pero supongo que es necesario. Se recuerda que todo lo sucedido en esta historia es dentro del mundo de Minecraft. Son sus skins, no los streamers.




— Gracias por leer.❤

Dirty dreams // RebornplayWhere stories live. Discover now