VII

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Sí, habían salido. Pero no, no en una cita como tal.

Sus amigos no quisieron hacer caso a que era "un viaje de dos" y decidieron que lo mejor era ir todos juntos a explorar nuevos lugares, dejando a Reborn y Auron sin privacidad alguna en la que supuestamente sería su primera salida a solas.

Sin embargo, aquello no fue un inconveniente al final, puesto que ambos supieron arreglárselas para una madrugada, antes de que todos despetaran, irse lejos y así poder sentir la presencia del contrario sin ser opacada por ninguna otra.

Fue gratificante saber que, incluso estando a solas, no dejaban de tratarse igual que siempre, no se avergonzaban de nada y no habían momentos incómodos, al contrario.

De esa forma, las citas fueron constantes, al igual que los coqueteos, acercamientos y "comportamientos extraños" que sus amigos notaban.

Un día simplemente se besaron frente al hotel, ante la atenta mirada de todos, quienes luego de la sorpresa reflejada en sus rostros y posteriormente hacer demasiadas preguntas, se sintieron felices por la nueva pareja.

Ya habían pasado meses desde de todo aquello, Reborn y Auron estaban cada día más cerca de vivir juntos, aunque prácticamente ya lo hacían en la casa del menor, si incluso God Cat se sentía como en casa junto a Don Gato, con lo cual nadie entendía por qué aún no lo hacían oficial, el único que abandonaba el lugar por unos pocos minutos de vez en cuando era el de voz grave, quien iba por ropa a su hogar para después volver. Fuera como fuera, ambos ya vivían bajo el mismo techo.

Desde que su relación dio comienzo, los sueños del castaño disminuyeron hasta tal punto de ser cero. Al parecer la cercanía con Auron ayudaba bastante con ese problema. Si bien aún no habían subido de nivel y solo se besaban y acariciaban de forma sutil, tenían ganas de llegar más allá, mas les apenaba pensar que el contrario no quería.

Pero una noche fue la excepción.

Llovía a cántaros, así que todos se refugiaban dentro de sus casas. A nadie le importaba la lluvia realmente, y es que era algo común, el problema eran los rayos y truenos que la acompañaban esa noche. Para la mayoría eran algo sin importancia, mas para el ex héroe de Karmaland significaban un mar de recuerdos que lo invadían cada vez que escuchaba aquellos ruidos provenientes del cielo.

Se encontraba desde hace ya un par de horas aferrado a la ropa de Reborn, con el rostro escondido en el pecho de éste, buscando la protección que necesitaba en esos momentos. El mayor ya estaba enterado de la situación; a su novio todo ese panorama le recordaba a los dioses de su antiguo pueblo, lo cual lo llevaba más allá y lo hacía pensar en las muchas veces que dañó a alguien y que a causa de eso, el karma lo atacaría de lleno tarde o temprano.

El alto abrazaba el pequeño cuerpo ajeno con cariño, acariciándole el cabello y besando su cabeza para tranquilizarlo, más aún cuando lo sentía temblar luego de un nuevo trueno.

— Estoy aquí, no debes preocuparte por nada. — Susurró calmado una vez que el clima pareció calmarse un poco.

— No me sueltes, por favor. — Pidió con el mismo tono de voz, aunque a modo de suplica.

— Ni aunque me lo pidieras lo haría.

El más bajo levantó la cabeza, depositando un tierno beso en los labios contrarios, siendo correspondido de inmediato.

Jamás quisieron que la situación pasara a mayores, pero cuando Auron comenzó a mover ligeramente la boca, Reborn profundizó el beso.

Sus lenguas danzaban a un ritmo que ellos marcaban, al que les gustaba y el que sabían que volvía loco al otro. Afuera la lluvia nuevamente se hacía más intensa, pero dentro de esas cuatro paredes, debajo de esas sábanas donde ellos se hallaban, el clima ya era lo que menos les importaba.

Dirty dreams // RebornplayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora