Capítulo 12

247 48 147
                                    

Kirishima sintió un agudo dolor en el cuello al sumergirse en el agua. Notaba todo su cuerpo extraño, como si se hubiese tomado una poción multijugos y se estuviese convirtiendo en otra persona.

Cuando sintió que se estaba quedando sin aire abrió la boca, pero para su sorpresa no se ahogaba. Estaba respirando normalmente, y tocó su cuello, notando una especie de branquias justo debajo de sus orejas.

Miró también sus manos y sus pies, ahora con una membrana como la de las sirenas. Rio emocionado, eso no se veía todos los días.

Mientras tanto fuera, todos los competidores habían dado una señal de que estaban bien, pero Kirishima no.

—Ay no, le he matado Mina. Bakugo me va a descuartizar.

—No digas eso... Ya verás que sale. —Pero Todoroki no le hacía caso. Para él Eijirou ya estaba nadando con los pececitos.

Se revolvió el cabello nervioso, mirando el agua hasta que se dejó caer en el suelo.

—He matado a Kirishima.

Justo cuando dijo esas palabras alguien saltó de debajo del agua. Kirishima saludó a sus amigos, y Mina gritó feliz, zarandeando al bicolor para que dejase de murmurar cosas negativas.

—¡Corre Ei, vamos! —La pelirosa animó a su amigo, que volvió a sumergirse en las profundidades del lago de inmediato.

No sabía qué podía ser lo que le habían quitado, pero debía buscar a conciencia. Las branquialgas le permitían moverse a una mayor velocidad, y pronto se cruzó con Hagakure, que había utilizado un casco burbuja.

Era un hechizo de mayor nivel, que genera una burbuja protectora alrededor de la cabeza del usuario. Esto permite la respiración bajo el agua, aunque no aumente la movilidad.

—Por donde puede estar...

Nunca había estado bajo el lago, y era más profundo y grande de lo que imaginaba. Había todo tipo de criaturas extrañas, pero por suerte ninguna le atacaba.

De pronto vio un gran banco de algas, tan altas como un bosque. Miró hacia arriba, viendo que no podría sortearlas, así que sacó su varita.

—Lumos.

Apuntó al frente y se adentró por las algas. No veía nada que no fuese lo que su varita iluminaba débilmente. Estaba nervioso, por si algo le atacaba de la nada.

—Necesito guiarme con algo, si no jamás encontraré la salida a este laberinto verde.

Pareció que su deseo fue escuchado, porque unas voces comenzaron a sonar a los pocos minutos de haber pronunciado esas palabras.

Eran muy suaves y dulces, y le atraían como un imán. Nunca había escuchado algo tan bello en toda su vida, jamás.

Se dejó guiar por esas voces que parecían cantar una melodía, y logró salir del banco de algas. Pudo ver una especie de columnas, como si un edificio hubiese quedado sumergido allí hace muchos años.

Había sirenas alrededor, con tridentes como armas, y preparó en su mente algunos hechizos de protección y ataque por si se les ocurría acercarse a él.

Fue nadando hacia ellas, pero paró en seco cuando todas se giraron a verle. Sin embargo, se sorprendió cuando le dejaron pasar, hasta llegar a lo que le habían quitado.

—Blasty... —Al ver al rubio, nadó lo más rápido posible hacia él.

Bakugo estaba con los ojos cerrados, como inconsciente. Un alga atada a su pie y al suelo le mantenía bajo el agua. Kirishima acarició sus mejillas, pero el joven no reaccionaba.

Eijirou Kirishima y el Cáliz de FuegoWhere stories live. Discover now