- Peter: Entonces ¿qué podemos hacer gorda? –estaba terminando de sacar las empanadas de la caja del delivery.
- Lali: No sé mi amor, llueve un monton.
- Peter: ¿Sabes lo que me hace acordar ésta tormenta? –me miró canchero.
- Lali: Creo que sí...
- Peter: –carcajeó de sólo pensarlo- ¡No podes ser tan cagona eh!
- Lali: Sh... más respeto.
- Peter: No le podes tener tanto miedo a la oscuridad.
- Lali: Sh, no le tengo miedo. –lo mire ofendida- Además por las dudas no nombres. –pausa- ¡Ya sé! –dije de repente.
- Peter: ¿Qué? –abrió los ojos.
- Lali: ¿Y si nos vamos a comprar ropa? –lo miré con una sonrisa en la cara.
- Peter: ¿Otra vez?!?! –me miró enojado.
- Lali: Bueno, bueno...
- Peter: ¿Y si vamos al cine? –me preguntó.
- Lali: ¡Dale! –dije contenta- Almorzamos, me baño ¿y vamos? –me senté en la mesa con él, para almorzar las empanadas.
- Peter: Almorzamos, nos bañamos y nos vamos. –confirmó.
- Lali: –le sonreí- Bueno, dale.
- Peter: ¿Dormiste bien?
- Lali: Híper.
- Peter: Yo también.
- Lali: ¿No te ardió la espalda?
- Peter: Más o menos, cuando me estiro es como que me tira.
- Lali: Ahora cuando salgas de bañarte, te pongo crema –lo mire.
- Peter: No amor, voy a andar con olor a crema por ahí. No da.
- Lali: ¿Por qué no da?
- Peter: No sé, imagínate que se me acerque alguien y yo con olor a crema.
- Lali: Primero que no tiene nada de malo, y segundo que no se te va a acercar nadie más que no sea yo, ¿ok? –tóxica.
- Peter: Bueno bueno, pero igual...
- Lali: Sh, entonces que te siga ardiendo –mire para otro lado.
Terminamos de almorzar, y tal como habíamos dicho, nos fuimos a bañar para ir al cine. Estábamos cambiándonos; Peter se puso su jean, yo ya tenía puesto el mío y mi ropa interior. Pero en estos momentos estaba detrás de él pasándole crema sobre la espalda que de solo tocarla quemaba.
- Lali: Listo, eh –dije terminando de desparramarle la misma.
- Peter: Se derrite –mirando para atrás.
- Lali: Si, porque estás hirviendo. La voy a meter en la heladera y antes de dormir te la paso de nuevo.
- Peter: Mi amor... –lo mire- ¿Querés que me ponga una camisa? –me sonrió y yo me mordí el labio, claramente hacía referencia a la charla que tuvimos anoche y mis reclamos absurdos.
- Lali: Sos tan tierno –me acerqué para darle un beso- Como quieras amor.
- Peter: Pero te pregunto de verdad.
- Lali: Si obvio, camisa de una.
Sin decir una sola palabra más se empezó a poner la camisa, pero antes de que sus manos vayan hacia sus botones para cerrarlos, me acerqué a él para agarrarlo de la nuca y comerle la boca, esa que me pertenecía. Era un tierno, un tierno con todas las letras.