Todo o nada.

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―Bien, repasemos el plan una última vez. No podemos cometer errores ―les dije a los kwamis. Nos encontrábamos en el techo de la mansión Agreste. Tuve mucho cuidado de que nadie me viera llegar como Ladybug―. Entraremos por la habitación de Adrien, sabemos que es la única ventana que no tiene una cámara de vigilancia directa porque está en el cuarto piso de la mansión. Entraremos al ducto de ventilación que está en esa habitación. De ahí iremos directo al estudio del señor Agreste: Plagg, tu estarás pendiente del momento exacto en el que Gabriel Agreste comience el discurso de agradecimiento, ese será el momento más adecuado para entrar a su oficina sin correr ningún riesgo. Ustedes apagaran las cámaras por que ninguna de ella puede registrarlos: Tikki, tu apagarás las cámaras del lado izquierdo y tu Plagg las del derecho; recuerden, hay una pequeña palanca en la parte posterior, justo en donde comienza el soporte que permite que estas se instalen en la pared, esa palanca es el reinicio manual, así que tenemos máximo un minutos para tomar el libro y volver a subir antes de que las cámaras comiencen a funcionar de nuevo. Según las investigaciones de Plagg, detrás del retrato de la señora Agreste está escondida una caja fuerte, debo presionar tres botones con la mano derecha y dos con la izquierda, justo debo del mentón del retrato. Uno de ustedes abrirá la caja fuerte, tomamos el libro y dejamos todo como estaba. Luego, a través de la ventilación, vamos a la biblioteca que queda en el segundo piso, tercera puesta al costado derecho. Entraremos allí a sacarle fotocopias a las hojas del libro en la impresora láser que Plagg vio en medio del cuarto y quinto estante. Sacar esas fotocopias nos llevará entre siete y diez minutos, y tenemos que coincidir justo con el gran banquete que darán, ¿Ok? Así no nos encontraremos a nadie. Repetiremos el mismo procedimiento de las cámaras dos veces: un para que yo pueda entrar a la biblioteca, y otra para que pueda salir. Regresaremos nuevamente a la oficina del señor Agreste, y mientras yo coso y pego el libro al lomo, esperaremos el discurso de agradecimiento de la científica porque nuevamente Gabriel Agreste tiene que sí o sí estar presente en la reunión. Haremos por última vez lo de las cámaras, dejaremos la réplica en la caja fuerte para finalmente salir por la habitación de Adrien. Tikki, recuerda que para esto tengo que estar transformándome y destransformándome todo el tiempo, necesito a Ladybug para subir y bajar de la ventilación, pero para el resto de tareas no. Si nos descubren, es preferible que vean a Marinette y no a mi yo heroína. Traje un paquete de galletas, pero confío en que tengas suficiente energía ya que no voy a hacer uso del amuleto encantado a menos que sea una cuestión de vida o muerte, ¿Estamos todos de acuerdo?

Los dos kwamis asistieron con seriedad. Se respiraba la tensión en el ambiente. Yo había memorizado la programación del evento y sabía con aproximación la hora en la que iniciaría cada cosa en el evento. Me acomodé la maleta en los hombros, agradecía haberla encontrado entre el armario de mis padres, pues podía meter los libros una vez los tuviese y así no tendría que cargarlos en la mano. Miré mi reloj y faltaban quince minutos para la siete.

―Bien, es hora de entrar. Adrien debe estar recibiendo a los invitados. De todas formas, Plagg, por favor asegúrate de que la habitación esté vacía ―le dije mientras revisaba que en mi mochila el destornillador para abrir los ductos estuviera a la mano. 

Al cabo de unos segundos, Plagg me hizo un gesto afirmativo que confirmaba que podíamos entrar. Me transformé y con ayuda de mi yoyo ingresé a la habitación. Me destransformé y rápidamente subí las escaleras, esas que llevaban a las enormes repisas de la habitación de Adrien. A la izquierda, en la parte inferior había un amplificador de sonido. Con mucho cuidado lo moví, y tal y como había dicho Plagg, estaba la entrada al ducto de ventilación. Tomé el destornillador y comencé a zafar los tornillos; estos los iba colocando en mi bolsillo, así no se me perdería ninguno. 

Entré al ducto y con cuidado coloqué de nuevo la trampilla, en caso de que alguien regresara. Hace dos días, y gracias a la generosa cantidad de dinero que Kagami dejó para hacer su vestido, había podido comprar de esas linternas que uno se pone en la frente, muy parecida a la de los mineros. Así que la encendí y comencé a gatear por la ventilación. Había memorizado el trayecto para llegar: a la primera bifurcación que viera tenía que girar a la izquierda, luego dos veces a la derecha, entonces encontraría una baja, tendría que descender pegando la espalda al ducto y junto con mis pies y manos ir bajando lentamente; después tenía que doblar a la izquierda a la derecha y a la izquierda hasta encontrar otra bajada; luego iría recto hasta encontrar otra bifurcación y giraría a la izquierda; allí bajaría nuevamente para finalmente doblar a la izquierda. La trampilla que veríamos allí era la del estudio. Cuando por fin llegamos, mi frente estaba perlada de sudor y mi corazón palpitaba a toda velocidad. 

Ladybug et Chat Noir: l'aventure continueDonde viven las historias. Descúbrelo ahora