Y se rompe

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Cuando la felicidad deja de existir, y en cambio la tristeza y la desesperación toman su lugar, todo se rompe.

Todo, tú, tu sonrisa, tu corazón, tus sentimientos, tus pensamientos, tus deseos, tus risas... todo.

— ¡Habla por esa maldita boca que para algo la tienes hija de puta! —

Una persona, su rostro para ella ya no era reconocible, pero sabía que era "Papá"

La golpea, la patea, la levanta agarrando su cabello solo para volver a tirarla contra el piso.

— ¡Por fin nos desharemos de esta estúpida! —

Una voz femenina habla al lado de "Papá", esa es "Mamá"

— La paga no está mal, para unas cuantas botellas servirá —

Su odiosa voz suena en el lugar.

Es una bodega abandonada, donde se supone es su "Habitación", ha vivido en ese lugar lleno de insectos, ratas, malos olores y cosas igual o peores. Y por mucho que lo intente, es imposible salir.

La tienen allí solo para usarla como saco de boxeo, para sacarla a relucir como una dama hermosa cuando hay fiestas familiares, pero luego de estas le quitan la ropa cómoda y linda, y la golpean para que vomite todo lo que comió.

Todo esa tortura, 12 años seguidos sufriéndola le bastaron para que todo en ella desapareciera, todo.

Unos ojos vacíos miran a las dos personas frente a ella, su boca como siempre ha sido en toda su vida, habla en voz baja y desprovista de todo sentimiento, solo es una voz vacía, como aire soplando, como eco de una existencia.

— ¿Q...e? —

Apenas y puede hablar, apenas siquiera puede levantar su cara para mirar a los — Vacíos — Rostros de sus "padres"

— ¿Quién es el comprador y cuánto da? —

Pregunta ahora el hombre a su lado.

Como un objeto, nada más es ella,  solo un objeto con el que sus padres pueden ganan dinero vendiendo.

— Kishinimiya, 10 —

Es lo único que dice la mujer para luego darle una bofetada

— Oh... más te vale comportarte perra, él no es alguien calmado y tiene muy poca paciencia —

Pone su pie en la frente de la — Arrodillada — chica

— Si me entero que le haces algo maldita idiota, te arrancaré nuevamente las uñas —

Ella no contesta, solo baja su mirada y la enfoca en el suelo, esos tratos ya no son raros.

— Aunque 10.000 yenes es una cantidad malditamente baja, por un pedazo de mierda como tú, es mucho —

El hombre empieza a caminar hacia la salida con la mujer detrás de él.

— Mañana en la mañana te llevaremos, sobrevive hasta entonces, cuando reclamemos ellos malditos yenes te puedes morir si quieres —

Luego suben unas escaleras que llevan a una puerta algo grande de metal, abren con una llave esta y la cierran.

Y ahí vuelve a estar ella, golpeada y de milagro respirando.

Cierra sus ojos intentando dormir, era igual dormir en cualquier lado de esa habitación, sus opciones eran, o dormir en un esquina, o en la mitad de la bodega, no tenía cama, ni sanitario y el agua que había era de unas goteras del aire acondicionado de la casa de esas personas.

La comida se la entregan una vez cada dos días y no es más que pan duro, agua con algún tipo de medicamento para que no muera antes de ser vendida y lo que se supone es una fresa, que es lo único bueno de todo eso, o era, ya que hace tres meses le dejaron de dar esa fruta por no hablar.

Sus pensamientos están en blanco, sus labios cortados por los golpes e hinchados por no ser tratados sobre salen de su cara.

Cualquiera que la vea dirá que es horrible, pero no es más que por su situación actual.

Ella abre sus ojos, levanta su cara y se queda viendo el techo del lugar, la única luz de éste es un agujero por el cual llega el sol, y cuando llueve cae el agua.

No siente nada, no piensa nada, no desea nada, no quiere nada, quizás morir, pero en ese lugar no hay nada con lo que pueda matarse en un instante, y morir de agonía seria lo mismo que vivir.

Vuelve a cerrar los ojos, solo para no volver a abrirlos.

O no hasta que es de madrugada, nunca supo qué hora era, pero podía sentir los pasos de gente en el techo de la bodega.

Abre sus ojos, pero las fuerzas casi no existen, obligando nuevamente a cerrarlos.

Está cansada, no lo siente pero está cansada, solo quiere relajarse y dormir tranquila, solo quiere... olvidarse de todo.

Un estruendo, un sonido fuerte, varios sonidos repetidos y ella estaba siendo cargada por alguien.

— ¡? —

Mira asustada a quien la lleva, usa una máscara y debajo de esta un pasamontañas, pero por la forma de su cuerpo puede deducir que es una joven mujer.

No piensa en más y se queda dormida nuevamente.

Simplemente se dedicó a descansar.

Al final todo terminaría en la mañana siguiente ¿No?  No le sirvió a sus "padres" como objeto al que golpear más, en cambio se deshicieron de ella vendiéndola a alguien que seguramente se aprovechará día y noche.

Nunca es suficiente, ella nunca será suficiente para nadie, hasta para ella misma es alguien lamentable.

Alguien que solo sirve para ser golpeada, pero que al dejar de cumplir los caprichos de ese alguien, no sirve si no solo para ser vendida.

Eso es, es como una fresa.

Crece en el campo y es cosechada.

Luego es separada de los que están cerca de ella, para ser llevaba a algún lugar extraño donde es vendida y comparada.

Solo para que al final alguien la compre, le de un mordisco y su vida acabe.

Eso es ella, nada más que eso.

— Niña —

Una voz femenina la llamó.

— Confía en nosotros ¿Vale? —

Y aún con los ojos cerrados se pudo imaginar la sonrisa de esa joven.

Pero luego de unos milisegundos, nuevamente todo se rompe.

Se oyen sonidos fuertes y repetitivos, luego cae al suelo rodando, no sabe dónde está pero lo único que le queda es aguantarse los golpes.

Gira durante un tiempo, hasta que choca de manera violenta contra algo.

Algo muy raro ¿Qué era eso? Tenía unos objetos negros debajo, vidrios negros y era bastante grande.

¿Qué estaba sucediendo ahí?

¿Cuántos habían muerto?

Ninguna de esas preguntas las tenía ella, solo... durmió, sabiendo que si morir o vivir, todo sería lo mismo.

Una existencia - KanaoWhere stories live. Discover now