Día 4: Compassion

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Fanfic
Fandom: JoJo's Bizarre Adventure
Ship: FuGio unilateral, GioMis

***

Pannacotta Fugo nunca esperó el perdón de Giorno Giovanna, ni siquiera pensaba que se lo merecía. El que Giorno le diera una segunda oportunidad fue como si le hubiera dado unas gotas de agua después de haber deambulando por el desierto semanas. Fugo no sabía cómo tomar ese acto de compasión, no sentía que cualquier muestra de gratitud, cualquier submisión hacia Giorno sería suficiente para demostrar lo enteramente agradecido que se sentía con el Don. Pannacotta había crecido en un ambiente demasiado frío donde algo como lo que hizo Giorno por él simplemente no parecía existir– la compasión no parecía en el hogar de los Fugo. Cualquier error era la peor de las maldiciones, por ende, cuando golpeó a ese profesor hasta casi morir, lo desheredaron tan pronto el juicio terminó y había salido como inocente. Le cerraron las puertas porque ese error era uno que en su familia no planeaban aceptar ni perdonar.

Pannacotta esperó algo muy similar en el nuevo Passione de Giorno Giovanna, esperó que lo mataran o algo similar, no el acto de compasión de Giorno, no la oportunidad de redimirse, no la posibilidad de volver. Pero era una clase de acto con la cual no estaba familiarizado, un acto que en su vida no había existido hasta que conoció a Giorno, y con su agradecimiento tan profundo se mezcló otro sentimiento, uno tan irracional como su ira cuando llegaba a su punto máximo, un sentimiento en el pecho que no supo si era parte de su agradecimiento o si era algo más. Al final, lo más lógico se le hizo fue la segunda, ningún agradecimiento, por más grande que sea, hacía tu corazón latir tan rápido y fuerte como si se quisiera escapar de tu pecho cuando estabas cerca de esa persona. Eso tenía que ser algo más.

Y quizás fue ese algo más que surgió de su profundo y más devoto aprecio y agradecimiento por Giorno lo que lo hizo capaz de hacer muchas cosas por el Don. Cosa que le pedía Giorno, cosa que Fugo cumplía sin pensarlo dos veces. Giorno era el músico y Fugo sólo su instrumento, una existencia que a Fugo no le molestaba soportar mientras su recompensa fuera una sonrisa de esos labios preciosos, un "Hiciste un buen trabajo" dicho con esa melodiosa voz y un ligero toque de sus manos en un gesto de felicitaciones. Eso era suficiente para Fugo, aunque no podía negar que ver cómo Guido Mista le robaba suspiros al Don y que intercambiaban miradas que significaban cosas más allá que las palabras pudieran expresar le daban celos, celos de que él no era el objeto de devoción de Giorno así como el menor lo era para él. Y todo porque Giorno le mostró la compasión y la piedad que él sentía que no merecía, menos desde que se enteró que Narancia Ghirga murió en esa travesía, una noticia cargada con la culpa de que, de haber ido con ellos y lanzado la racionalidad por un caño, quizás seguiría vivo.

No merecía nada de lo que Giorno le dio como Don, pero aún así el rubio se lo había dado, con ciertas condiciones, pero se lo había dado y eso ya era mucho. Pedirle que le correspondiera un amor nacido de la desesperación, nacido de un corazón tan destrozado que actos como los de Giorno los tomaba como una razón para endiosar a ese alguien, porque jamás le fue demostrado cómo funcionaban esos conceptos y menos en un ambiente como la mafia. Fugo veía a Giorno como su única razón de vivir, como lo único que le daba valor como persona. Y Giorno lo estimaba como se estimaría a un compañero cualquiera, pero no le ofrecía las miradas y las sonrisas sutiles que le daba a Mista, esas comunicaciones silenciosas sólo posibles entre amantes que tenía con el mayor. Fugo sentía celos de esa interacción especial entre ambos, pero no es como si no lo viera venir o, aún peor, como si no pensara que se lo merecía. Misericordia ya era mucho pedir de Giorno, no debía esperar más y aún así a veces deseaba más de lo que ya tenía.

La compasión es un acto interesante, con consecuencias muy poderosas cuando se le era ofrecida a alguien como Pannacotta Fugo, alguien a quien siempre han hecho de lado en su vida y las únicas personas a las que realmente les importó o murieron o también le dieron la espalda por sus errores. Que Giorno le permitiera redimirse y ser parte de este nuevo Passione que creó en base a su corazón de oro que seguía brillando a pesar de estar enredado en las oscuras garras de la mafia fue demasiado hermoso, demasiado inesperado, que Fugo no podía ser más que olvidarse de sí mismo y hacer todo lo que el Don le pedía sin chistar, costase lo que costase. Para alguien que nunca había conocido la compasión, nunca la había vivido en persona, esa devoción se tradujo en un fuerte enamoramiento que jamás sería correspondido aunque por las noches llorara por una oportunidad de sentir esos cálidos dedos pasear por su rostro como paseaban por el de Mista. 

Sólo podía esperar algún día enterrar o al menos enfriar esos sentimientos, esa desesperación de sentir algo positivo de sí mismo y de otros que lo llevó a este miserable estado en el que entregaba todo en un silencioso intento de pedir aunque sea migajas de un amor que no merecía. Giorno le daba el aprecio de un colega, la confianza de uno, y con eso debía bastar pero un corazón tan hundido en la oscuridad del auto-odio y la depresión era capaz de tirar toda racionalidad por la ventana en un afán de sentir algo de calidez, algo de luz. Eventualmente lo controlaría, eventualmente podría ver a Mista y Giorno juntos sin sentir celos, desesperación y una profunda tristeza. Por ahora, sólo se dedicaría a entregarse totalmente a Giorno, a su luz, a su nueva deidad y luz que él mismo no se podía dar por lo mucho que se detestaba. Todo porque un trozo de compasión era quizás lo que más le hizo falta hasta que Giorno se lo dio.

Fictober 2020Donde viven las historias. Descúbrelo ahora