Día 19: Lost // Papel picado

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Original, idea suelta
Elemental

***

Rose Tristán jamás se había sentido tan perdida en su vida. Incluso en sus años de preparatoria que se la pasó luchando constantemente con fuerzas oscuras y fanáticos religiosos dementes no se había sentido como ahora se sentía a sus 21 años, sin dirección ni propósito alguno. Había dejado la carrera, después de haber logrado la independencia que tanto quería, y ahora trabajaba tiempo completo en un supermercado. Este... no era el camino que se imaginó a sus 17 años cuando se graduó. Tres años ya, qué rápido pasaban y qué tan aislada ahora se sentía. El tiempo libre que solía tener cuando era estudiante ya no estaba, se la pasaba gran parte del día trabajando, y ya no podía ver a Valerie tan seguido como antes. Ellie y Amelia estaban estudiando lejos, pasando a visitar cada vez que tenían vacaciones. Todavía no estaban siquiera organizandose para recibirlas y pasar la semana de Acción de Gracias juntas y Rose ya sabía que no iba a poder ir.

Suspiró mientras acomodaba las cajas que tenía. A duras penas se había conseguido ese departamento, tenía lo esencial: la cocineta, el baño, un colchón en una habitación que era su cuarto y un sillón viejo que su madre ni siquiera usaba. Abrió una que contenía algo de papel picado que había usado en altares en años pasados. Cierto, ya era Octubre y se acercaba el Día de Muertos y Rose todavía tenía que armarle su altar a Zoe. Aunque la herida que la pérdida de Zoe le había causado ya no era tan profunda y fresca como la primera vez que le hizo su altar, aunque aún lo consideraba un lindo detalle para recordarla y todo lo que significó para Rose en su momento, cuando aún tenía problemas con su orientación sexual debido al fanatismo religioso de su madre.
¿Y sí mejor le haces uno a Rosi?
Rose casi soltó el papel picado con un grito. En vez de eso, sólo lo apretó y lo arrugó mucho, casi rompiéndolo.
—Mierda, ahora necesitaré comprar más —pensó en voz alta—. Y las líneas han estado lentas últimamente —añadió.

Rosalinda... Rose ya había intentado contactarla y no había servido. Después de haber conseguido su maestría y empezar a trabajar en su doctorado había desaparecido de repente. Ni una nota, ni una llamada, nada, sólo un silencio que se hizo en su casa y un cuarto donde estaban todas sus cosas en orden pero ella faltaba para que éste se sintiera completo. Rosalinda siempre había sido parte de la vida de Rose, siempre estando en todos sus recuerdos. No había ningún momento donde Rosalinda no la hubiera guiado, aconsejado, escuchado, abrazado... Y ahora que no estaba Rose de verdad sentía su ausencia, quizás más que cualquiera. Por eso se había salido de casa a pesar de no estar del todo lista, sabiendo que se estaba metiendo en una deuda que no sabría cómo pagar; vivir con su madre sin Rosalinda era insoportable y un Infierno que ya no estaba dispuesta a soportar, ni siquiera por su padre. Por eso también había abandonado la carrera, su sueldo no le daba para mantenerse ella y pagar su propia universidad sin meterse en una deuda más grande que la que ya tenía. Si quería seguir, debía pedir préstamos tanto como para cosas de la universidad como para lo más básico de su departamento y la deuda sería una que Rose nunca podría pagar. Aparte, no tenía motivación de seguir ahí, no sin Rosalinda dándole el apoyo que siempre necesitó, no sin Rosalinda recordándole que la hacía orgullosa, no sin Rosalinda en general.

Así pasó con Rosa —Su madre le había dicho echa un mar de lágrimas poco tiempo después de que Rosalinda desapareció—. Y justo cuando estabas por nacer... me dicen que está muerta... —Había vuelto a romper en llanto.
Rose tragó saliva mientras ponía el piel picado aparte y comenzaba a ver qué cosas tenía en buen estado para volverle a hacer un altar a Zoe. Rosalinda no podía estar muerta, si muriera Rose estaría completamente perdida en este laberinto llamado "la vida". Rose siempre dependió de Rosalinda y ahora que no estaba se sentía perdida, no sabía siquiera si estaba en un buen trayecto o no, o cómo volver al correcto si estaba desviada, o siquiera si estaba desviada. Aún tenía algo de esperanza de que eventualmente reaparecería y Rose podría volver a poner orden en su vida junto con ella pero eso no quitaba el miedo de que de verdad se hubiera ido por siempre y no fuera a regresar. Rosa no sabía qué haría si resultara que Rosalinda murió. Si perdía a Rosalinda, perdía todo lo que tenía para vivir. Y no es que sus amigas no fueran otra razón de vivir para Rose, pero... pero desde que había abandonado la carrera ya no sentía siquiera si encajaría con ellas, sentía que de esa forma ella se separó de todas ellas y no sabía si algún día lograría reconectar con ellas y ser igual de cercanas que en la preparatoria. Pero incluso eso se veía más soportable para Rose que perder a Rosalinda, y más ahora que no sabía a qué rumbo ir.

Moviendo sus cosas viejas, encontró su viejo collar en forma de corazón, uno que la misma Rosalinda le había dado, con unas modificaciones para controlar sus poderes. Desde que habían vencido a ese loco en Magicae, las vidas de Rose, Valerie, Amelia, Ellie y Rosalinda se habían vuelto bastante normales, vidas que ya no involucraban el uso de la magia y todas ellas estaban de acuerdo que seguir usando los collares para regular sus poderes no era necesario. Pero Rose sabía que el suyo era especial, era un regalo de cumpleaños que Rosalinda había tenido que adelantar.
Te lo planeaba dar en la Quinceañera que la abuela Roselia tiene planeada para ti, pero supongo que ahora es un buen momento de dártelo. ¡Felicidades, Rose! ¡Eres toda una señorita!
Esta vez Rose no intentó contener el sollozo que salió de sus labios.
—Rosi... —dijo presionando fuertemente el collar entre sus manos—. Rosi... —Tragó saliva y respiró hondo, una idea formándose en su cabeza.

Liberó rápidamente el espacio y agarró el papel picado para ponerlo frente a ella. Hurgó entre las cajas hasta dar con una foto de Rosalinda para ponerla al centro.
—No es lo mejor pero debe se funcionar —dijo a la nada mientras se sentaba y cruzaba las piernas, su collar aún en una mano.
Tomó un respiro hondo, estiró su mano justo arriba de la foto sobre el papel picado y cerró los ojos para concentrarse. En su mente invocó sus recuerdos con Rosalinda, especialmente los recuerdos donde sintió más ira o aquellos que la hacían sentir enojada, dejando que el sentimiento recorra su cuerpo como si de su propia sangre se tratara, intentando enfocarlo más en la mano donde sostenía el collar. Sintió ese característico calor en sus manos indicando que estaba invocando llamas, empezando ligero e intensificandose mientras más dejaba fluir el sentimiento.
—Dic ubi sunt nunc ubi nunc animam corpus... Rosalinda Tristán Martínez Flores —dijo en un cántico, abriendo los ojos justo cuando la flama consumió su puño, brillando más fuerte.
Ahí fue cuando soltó su collar prendido en llamas y lo dejó caer sobre la foto de Rosalinda y esta prendió fuego junto con el papel picado y en el humo Rose pudo alcanzar a ver unas imágenes. Pudo observar a Rosalinda con unas tijeras frente a un espejo. Por un momento volteó como si supiera que alguien la estaba rastreando, algo en su mirada era melancólica pero también reflejaba determinación. Murmuró algo que sonaba a un "Lo siento" y sacó una espada con la cual hizo un siglo que hizo romper su imagen y el humo volvió a la normalidad.

—¡ROSI! —Rose gritó mientras la imagen se deshacía frente a ella, dejando salir unas lágrimas.
Miró al suelo, al papel picado junto con la foto quemados y el collar intacto como si nada. Agarró el collar y la foto chamuscada y presionó ambos contra su pecho mientras lloraba y no tanto por la foto o el papel picado. Su hermana estaba viva, pero no sabía dónde y, al parecer ahora no quería ser encontrada. ¿Por qué? Rose no entendía y quería entender, pero por ahora se conformaba con saber que estaba viva. Eso no la salvaría de una buena regañada, y quizás puñetazo, de parte de Rose cuando se volvieran a ver.
—Estás bien, Rosi, estás bien... es lo que importa ahora.
Más que nada porque Rose no sabría qué haría si algo de verdad muy horrible le hubiera pasado a su hermana mayor, a la heroína de su vida.

¡Dime algo, Rosi! Te extraño demasiado

Fictober 2020Donde viven las historias. Descúbrelo ahora