Día 5: Orchard // Muerte

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Original
Título: Donde yace mi cuerpo, yace mi alma

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En algún lugar en medio de la nada, perdido en los mapas que he conocido y quizás pasando desapercibido para los demás hay un huerto que ofrece una muy hermosa vista. Árboles de varios frutos, un maizal que crea un bosque verde de tallos y hojas, el cual llega a cambiar a amarillo cuando está la temporada, el trigo al lado queriendo ser un bosque amarillento compitiendo con el del maizal, todo bordeado por un hermoso jardín con flores de diferentes colores y formas. El viento sopla, creando una hermosa brisa que mueve los frutos, el maizal y el trigo ligeramente. Quisiera sentir esa brisa, su frescura y quizás recibir algún olor de los frutos maduros de los árboles, pero no puedo sentir nada, incluso la hoja más pequeña me atraviesa porque mi cuerpo no está aquí, está enterrado justo debajo de las calabazas que bordean la cabaña donde vive el dueño de este huerto, mi asesino.

Mi cuerpo se descompone bajo la tierra, se va, y yo no puedo salir de aquí. No recuerdo cómo llegué aquí siquiera, quizás mi asesino me trajo justo cuando me mató y mi alma todavía no se separaba de mi cuerpo. Extraño a mi familia, si aún tuviera cuerpo lloraría de la tanta falta que me hacen, los extraño tanto y no los puedo ir a buscar porque no sé dónde estoy. A veces en las noches puedo escucharlos llamándome, gritando mi nombre en sueños esperando que les dé una respuesta, pero mis réplicas y ruegos parecen no llegarles, aún no he visto rastro alguno de ellos cerca del huerto, alguna mirada angustiada y cansada buscándome con la mirada. Sólo quiero ver a mi madre, a mi padre, a mis hermanos y hermanas, a mis abuelos, a todos ellos, una última vez antes de desprenderme totalmente de este cuerpo y acompañar a esa extraña criatura que nos observa desde las puertas del huerto que nos insiste y a los demás a irnos con él.

¿No lo había mencionado? No estoy solo en este huerto, hay más víctimas como yo, de mi edad, con características similares a las mías y ninguno recuerda cómo llegó aquí. La mayoría están aquí, igual de atados como yo, esperando a nuestras familias para despedirnos de ellos e irnos al más allá. Algunos se han ido con esa criatura, compañeros y compañeras cuyas familias eran el Infierno en la Tierra y para quiénes la muerte les trajo un alivio, aunque sus expresiones al irse reflejaban su deseo de que ese alivio hubiera llegado de una forma menos terrorífica, menos solitaria, menos el horror que tuvimos que pasar con ese tipejo antes de que decidiera darnos fin, para encontrarnos despertando en este huerto sin siquiera poder sentir el viento acariciar nuestra piel.

La criatura nos observa, alguna de las otras víctimas nos había dicho que era un perro llamado Xoloezcuintle, alguien que nos guiaría al más allá y que estaríamos bien si íbamos con él, que era seguro. Debo admitir que antes de que me dijera eso, me daba mucho miedo, pero ahora lo veo como un guardián, alguien que cuida de nosotros hasta que nos cansemos de esperar por una oportunidad de despedirnos apropiadamente de nuestros familiares, de abrazarlos una última vez aún a sabiendas que no sentiremos su calor y ellos no nos sentirán ahí, y de irnos con él. Todos nosotros sólo esperamos y vemos el mundo y el tiempo pasar, esperando señales de nuestra familia y el Xoloezcuintle espera y observa con nosotros, cuidandonos, reconfortandonos cuando otra vez nadie aparece.

Nuestro asesino va y viene del huerto, en veces no trae nada para agregar a su jardín lleno de muertos y en esas veces parece un simple granjero normal, alguien que sólo aprecia su huerto, alguien que no sería capaz de engañar, ahorcar, golpear, someter, atar, torturar y finalmente matar otros seres vivos como nosotros. Da miedo, si aún pudiera soñar como cuando estaba vivo, estoy seguro que lo vería en mis peores pesadillas. Cuando entierra otro cuerpo bajo alguno de sus cultivos, dejándolo ahí para descomponerse y volverse los nutrientes que su huerto necesita para mantenerse tan hermoso es el momento en el que nos recuerda quién es y porqué acabamos aquí. Lo odio, me separó de mi familia y sólo quiero que pague por ello, pero aún nadie sospecha de él o sabe lo suficiente como para venir y destaparnos a todos. Mi cuerpo cada día se descompone más y si no puedo despedirme de mi familia, al menos quiero ver a ese tipejo caer.

Cuando uno está muerto, el tiempo pasa tan extraño, a veces varios días pasan en un abrir y cerrar de ojos, a veces las horas son una eternidad. Pero eso no cambia el hecho de que el tiempo pasa y cada día queda menos de lo que alguna vez fuimos, dejando nada más que simples huesos. A veces esa idea es lo que hace a algunos de mis compañeros y compañeras irse, perder la esperanza de despedirse de su familia y sólo desear que encuentren lo que quedan de ellos. Yo aquí sigo, con algunos nuevos a los que me toca explicarles todo, los cuales, al igual que otros viejos compañeros y compañeras, al final de deciden irse porque ya han perdido la esperanza en verse de nuevo con sus familias y en que ellas los encuentren. No los culpo, los huesos son más difíciles de encontrar que la carne podrida, y este tipo sabía esconder ambas tan bien.

Aún no lo capturan, otro día pasa que nadie ve algo raro en él, otro día pasa que mientras el mundo lo ignora él entierra a a alguien más en su huerto de la muerte. Ese tipo es un monstruo, este huerto debería ser considerado maldito, pero no lo está porque su máscara de normalidad es demasiado convincente. Yo sigo aquí esperando a que lo capturen. Aún escucho a mi familia llamar por mí, aunque cada vez es menos seguido, pero ahí sigue el dolor en sus voces, en sus sueños donde me vuelven a ver. Aún intento gritarles, comunicarles dónde estoy, pero los sueños son un área muy extraña, como bien dijo el Xoloezcuintle. No sé si ya tienen ideas donde estoy o si ayudaran a capturarlo.

Sigo en este huerto de la muerte, viendo ir y venir compañeros, deseando ver la caída de este monstruo. Mi cuerpo se está empezando a convertir en nada más que huesos y aquí sigo, esperando que lo atrapen y lo entreguen a la justicia. Algún día veré eso suceder, no pierdo la fe. Por mientras, mi alma libre de toda sensación humana, incluyendo hambre y sueño, yace encima de estas a calabazas debajo de las cuales está mi cuerpo, alimentando este huerto de una belleza engañosa, pareciendo lleno de vida pura y vibrante cuando, en realidad, está lleno de muerte y descomposición.

Fictober 2020Donde viven las historias. Descúbrelo ahora