Le gusta arrastrarse

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Sobre Sergio Saldaña


Como escritor creo que me gusta abordar temas sociales y cosas que no me agradan para llevarlas a una catarsis, donde puedo, de alguna manera, desahogarme y burlarme de ellas. Además me fascina ver el lado más trágico de cualquier situación, como manera de aportar algo más.

Admito que mi fuerte no es el terror; sin embargo, creo que como escritor de terror me gusta explorar más la reacción natural del ser humano a la amenaza, y llevarla a lo extremo, mezclándose con el fatalismo. Quiero que los lectores se identifiquen con su lado vulnerable.

Usuario de Wattpad: SergioSaldana545



Le gusta arrastrarse


Pablo, Mario y Néstor eran tres grandes amigos de la preparatoria. Les gustaba juntarse para jugar videojuegos uno que otro sábado. Eran un tanto diferentes porque Néstor era desinteresado y no le hablaba a nadie, mientras que Mario era un chico muy tímido y de rincón, pero Pablo los supo unir bastante bien porque él era el más sociable de los tres; estaba orgulloso de su creación, le gustaba decírselo.

Una tarde Néstor faltó a la escuela y Pablo se quejó; ya faltaba poco para los exámenes. Era increíble que fuese tan perezoso.

—Quizás se quedó dormido como siempre —decía Mario.

—Es flojo, lo sé, ¡pero bien sabe que tenemos proyecto esta semana!

La tarde de aquel lunes transcurrió sin una respuesta del susodicho. Ambos le habían preguntado por mensajería si se iba a presentar más tarde o si vendría al día siguiente. Y los compañeros, al verlos molestos, se burlaban a causa de las advertencias: «Ya saben cómo es Néstor, ¿por qué siguen juntándose con ese idiota?»

Pero Néstor no llegó ni el día siguiente ni el otro; había desaparecido. Los amigos sabían que aquel desvergonzado sería capaz de dejarles colgados un día, o que hablaría horas después para confirmar que llegaría rezagado un sábado, porque se despertaba a las dos, pero que este faltara tres días ya era un exceso. Algo le había sucedido, o tenía quizá un problema grave en su casa. Pablo, enfurecido, quiso visitarlo y pidió la compañía de Mario.

—Hay que hacerlo ya sin él; no importa —se quejaba este.

—Vamos hoy, ¿o qué? ¿Quieres ir a verlo cuando ya le hayan dado de baja?

—No, Pablo. Es que ya es tarde.

—Oh, carajo, pues vete a tu casa y voy yo solo.

—Bueno, vamos. Ya, no te enojes.

La hora del Terror: veni, vidi, viciWhere stories live. Discover now