6. Asesinato

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DISCLAIMER: LOS PERSONAJES, ASÍ COMO EL UNIVERSO EN EL QUE SE DESENVUELVEN, PERTENECEN A J.K. ROWLING. YO SOLO LOS TOMO PRESTADOS

N/A: Hola! Retomando el espíritu de este compendio de historias, el día de hoy les traigo una adaptación. Seguramente muchas han leído la obra de Edgar Allan Poe, y aquellas que lo hayan hecho no tardarán en descubrir qué historia he adaptado. El crédito vendrá al último para conservar un poco el misterio, aunque vale la pena advertir que, como buena ficción de Poe, el relato es oscuro y de cierto modo terrorífico.

La palabra correspondiente al día de hoy es: velas


6. Asesinato

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Mañana moriré.

Y no espero convertirme en el objeto de la lástima de nadie, mi única intención es dejar constancia de los hechos que han devenido en el trazo de mi destino.

Llevo mucho tiempo aterrorizado, torturándome hasta, finalmente, destruirme por completo.

Pero no estoy loco. Quizá no puedan entender el miedo que me ha acompañado hasta ahora, pues sólo quien lo vive en carne propia es capaz de sentirlo corroer el alma, quizá solamente lo perciban como la sucesión natural de una serie de hechos. Causas y efectos.

Desde que era un niño he tenido mascotas. Nunca fui conocido como alguien particularmente afecto a los animales, pero la realidad es que me agradaban.

En casa siempre hubo toda clase de animales: las lechuzas del correo; pavorreales; los perros de mi padre; abraxanes en el establo, cortesía del abuelo; el kneazle de mi madre. En resumen, siempre he estado familiarizado con el trato a las criaturas e, incluso, de vez en cuando me gustaba jugar con ellos.

A veces eran mi única compañía, el único afecto que recibía y me permitía proporcionar. Sobre todo en mis tiempos más oscuros, durante la guerra, cuando la casa estuvo inundada por seres despreciables... y no me refiero a las mascotas, sino a los verdaderos animales. Esos asquerosos monstruos llenos de maldad que mi padre solía llamar amigos y a los que yo también me uní.

No me enorgullece decir que forme parte de ellos, aunque aún tenga la marca de tal atrocidad grabada en la piel. Basta decir que, con el tiempo, me reformé por completo.

Me casé. Con la persona con la que nadie hubiera dicho jamás que podría hacerlo... Mi amada esposa, cuyo corazón siempre fue tan grande que albergaba perdón suficiente como para darme otra oportunidad.

Fui feliz. Fui feliz como nunca imagine que podría o merecería serlo.

Nunca tuvimos hijos... Al parecer siempre hubo algo podrido ligado a mi apellido. Después de generaciones y generaciones de engendrar hijos únicos, mi legado se extinguió conmigo. Ella nunca me recriminó.

También era feliz conmigo.

Cuando mi madre murió, nos mudamos a mi antigua casa. Mi padre jamás volvería de su condena en Azkaban, así que la hicimos nuestra. Los animales de mi infancia vinieron con ella y a todos les prodigué siempre afecto, pero había uno especial.

Mi hermosa esposa tenía un gato. Una cosa peluda y naranja, con la cara fea y una mirada tan inteligente como la de ella. Era un felino arisco, pero con el tiempo fue tomándome cariño y ese afecto era correspondido. Siempre albergué la sospecha de que el gato era, al menos en parte, un kneazle.

Crookshanks, así se llamaba, solía acompañarme a todas partes. Se subía a mis piernas cuando me sentaba frente al fuego, consumido por los horrores de mi pasado, y me permitía acariciarlo ausentemente al tiempo que bebía mi acostumbrada copa de whiskey de fuego.

DRAMIONE : Treintaiún formas de morirDonde viven las historias. Descúbrelo ahora