9. Paralizado

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DISCLAIMER: LOS PERSONAJES, ASÍ COMO EL UNIVERSO EN EL QUE SE DESENVUELVEN, PERTENECEN A J.K. ROWLING. YO SOLO LOS TOMO PRESTADOS

N/A: ¿Extrañaron el terror? Ha vuelto... al menos a mí me ha dejado una sensación muy extraña jajajaja pero yo soy demasiado miedosa. Aún así, prefiero advertir que es una historia inquietante, que pretende causar miedo. Ya me contarán si lo he logrado o mejor me pongo a escribir novela rosa jajajajaja

La palabra correspondiente al día de hoy es: trueno

9. Paralizado

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El miedo es un sentimiento irracional.

Nace entre la razón y la emoción, entremezclándose. Te paraliza, repta por la piel, dejando sólo frío a su paso. Se retuerce, convulsiona y crece. Siempre crece. Crece hasta llenar tus pulmones y cortarte el aliento, crece hasta que el corazón es incapaz de mantener el ritmo. Te inmoviliza. Te ahoga. Te ciega. Te mata.

Hay un impulso primario que nace cuando estás aterrorizado. Ese que te susurra al oído "corre", como si en verdad pudieras huir del miedo.

No puedes.

Porque el miedo no es algo que te persiga, es algo que te posee. Y no hay un solo lugar en el mundo donde puedas esconderte de ti mismo.

Y yo sé de lo que hablo.

Al verla muerta a mis pies, bañada en un charco de su sangre, ese instinto primario que sólo es capaz de mentirte al oído me exigió que corriera. Me dijo que todo estaría bien si huía. Y yo le creí y lo hice.

He estado huyendo desde entonces. Escondiéndome en cada sitio que encuentro para refugiarme de las sombras, de la noche...

Ojalá las cosas fueran tan simples como esconderse para estar a salvo.

Las noches son largas y la oscuridad abrumadora, y ningún ser humano es capaz de aguantarlo mucho tiempo. Aunque la adrenalina fluya por tus venas, tarde o temprano el cansancio te supera y te vence. Y caes dormido antes de darte cuenta de lo que está sucediendo.

Llevaba dos noches con sus días sin dormir.

No hay nada más horrible que intentar mantenerte despierto y sucumbir poco a poco al cansancio.

Mis ojos se cierran. Siento frío... Afuera llueve. El eco del agua cayendo sobre la tierra obnubila al resto de mis sentidos. Mi piel se eriza. Mis ojos no obedecen. Un trueno resuena, cimbrando el refugio y puedo ver el resplandor de la luz a través de mis párpados cerrados. Huele a hierro y a lodo.

Sangre.

Sangre y suciedad.

Sangre sucia...

Pero mis ojos siguen sin obedecer la orden de mi cabeza.

Debo despertar, debo levantarme, debo huir antes de que sea demasiado tarde.

Afuera la lluvia sigue cayendo torrencialmente. Afuera las nubes proyectan su furia con rayos y truenos.

Adentro hay un goteo ahogado.

Y pasos que avanzan lentamente hacia mí, arrastrándose...

Por fin mis ojos parecen recibir la orden, impulsados por el golpe de terror, y se abren.

Pero no veo nada. Tan solo oscuridad, interrumpida ocasionalmente por algún breve destello azul.

Mis ojos están abiertos pero no puedo moverme. Estoy paralizado.

El olor a sangre se intensifica, pero mi cuerpo sigue sin responder. Sólo mis ojos son capaces de vagar por la habitación buscando el origen del sonido.

—Malfoy...

Un susurro. O el viento colándose por las ventanas.

La sangre se me congela en las venas y lucho con todas mis fuerzas por ser capaz de moverme.

Entonces, siento algo en mis pies. Unas manos, húmedas y frías ascendiendo con lentitud, como una caricia, pero árida y repulsiva. No transmite calor, a su paso solo hay frío.

Bajo la mirada todo lo que me lo permite mi cuerpo paralizado, pero la oscuridad es densa. Sólo siento la gélida caricia reptando por mis piernas y el aroma a hierro y barro se cuela por mis fosas nasales.

Un relámpago corta la negrura y puedo ver. Puedo verla. Puedo ver una cabellera castaña, sucia y encrespada, ascendiendo poco a poco por mi cuerpo. Arrastándose sobre mí.

Mi cuerpo entumecido sólo es capaz de sentir el frío, la humedad.

La cabeza ensangrentada da paso a una frente amplia, de aspecto pútrido, que emana un líquido negruzco entremezclado con tierra.

Mis inhalaciones se acortan, cada vez introduzco menos oxígeno a mis pulmones, y la sensación de ahogamiento que acompaña al martilleo de mi corazón es enloquecedora.

Pero es aún peor querer moverte y ser incapaz de hacerlo.

Entonces veo sus ojos. Blancos, cegados, malignos, resplandeciendo en medio de la oscuridad como si fueran ajenos a la noche.

Mi pulso empieza a volverse errático. En cualquier momento mi corazón dejará de soportarlo y colapsará...

Está completamente sobre mí ahora. Puedo ver el rostro de la sangre sucia.

Quiero gritar pero no puedo, las palabras se atoran en mi garganta y perecen en un gemido gutural agónico.

El terror pierde todo significado ante la comprensión de mi inminente muerte.

Y su sangre, su sangre sucia y pútrida se derrama sobre mí. Empapándome el cuerpo y manchándome el rostro.

Así muero... Paralizado. Con la sensación de su corrupta piel sobre la mía y el rastro de frío como la única sensación en mi cuerpo. Con el nudo del terror retorciéndose y convulsionando por dentro hasta llegar a mis pulmones. Sin aliento. Sin voz. Con el ritmo de mi corazón perdiendo fuerza y sincronía. Inmóvil. Asfixiándome. Con la imagen de su rostro grabada con fuego en mis retinas.

Aterrado hasta la médula.

Agonizante.

Vacío.

Laxo.



Inerte.

DRAMIONE : Treintaiún formas de morirDonde viven las historias. Descúbrelo ahora