𝖀𝖓 𝕱𝖚𝖙𝖚𝖗𝖔 𝕻𝖔𝖗 𝕱𝖔𝖗𝖒𝖆𝖗 - 𝕿𝖊𝖗𝖈𝖊𝖗𝖆 𝕻𝖆𝖗𝖙𝖊.

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Camino con pasos paulatinos en busca del causante de un meloso aroma que lleva desconcertándome unos minutos. Estando en la cocina y mirando con deseo la negra y gran taza de café que me ha sido preparada, froto mis manos lamiendo mis labios y de una vez por todas me siento en una de las altas butacas de la moderna sala.

— Buenos días dormilona, ¿te duele la cabeza? Porque a mí un poco, quizás las migrañas intentan hacer que me arrepienta de todo lo que bebí anoche— una leve curbatura se forma en mis labios mientras cojo la taza y la pongo sobre mis secos labios, dándole largos y placenteros sorbos a la caliente bebida que hay dentro.

— No, por suerte estoy como nueva. Tampoco es que me extrañe que a ti sí te duela, entre que te acostaste más tarde que yo y que bebiste un par de copas más mientras yo dormía. . . — la mirada de regaño que me da la contraria es digna de ser fotografiada. Desafortunadamente si me tomo la situación a broma ahora mismo, me mataría.

— Me has pillado, siempre hago lo mismo, tardo más en caer rendida en la cama. Bueno, en este caso fue en el suelo— ambas reímos con algo de pesadez, se nota de lejos que aún no estamos del todo avispadas— Cambiando de tema, esta noche tenemos planes con Wakatoshi y Satori— sigo degustando el dulce sabor del café mañanero mientras espero atenta a la respuesta de la pelirroja.

— Creía haber oído algo de eso desde aquí mientras preparaba el desayuno, demasiado habéis tardado en planear una quedada vosotros dos, granujas— sus palabras hacen que tenga que hacer un gran esfuerzo por no reír y escupir el líquido de mi boca.

— Sabes que también echas de menos estar con ellos así que no digas tonterías y ve pensando en cómo vas a ir vestida. Con lo indecisa que eres estás tardando en escoger un modelito— finalmente me acabo el breve desayuno y me pongo en pie. Agarro la taza entre mis dedos y la dejo en el fregadero que hasta ahora se encontraba vacío.

— Sí sí, muy graciosa pelinegra. Lo dice la que por fortuna abre el armario y saca lo primero que ve, y para colmo, le queda como anillo al dedo— pone los ojos en blanco y me da un pequeño codazo en el brazo. Yo me limito a bufar para luego soltar un “Ajá” y salir por donde he entrado.

(. . .)

La mañana ha pasado entre videos de risa en la televisión del salón y un gran plato de verdura cocida para ambas. Cuando el reloj de nuestros teléfonos marcan las 18.00 tanto la ojimarrón como yo damos un brinco en el sofá.

— ¡Mierda! ¡Aún tenemos que ducharnos, vestirnos, maquillarnos, arreglar nuestros pelos de loca e ir a comprar mi tabaco!— puede que a veces sea un poco exagerada, pero teniendo en cuenta la persona con la que estoy, no es preocupante mi actitud.

— Hey, relájate. Si quieres meterte ya en la ducha, adelante, mientras seguiré viendo a esas ardillas tan graciosas que hay en el televisor— ladea su cabeza hacia la derecha y me dedica una falsa sonrisa. Suele hacer eso cuando intenta sacarme aún más de quicio, y lo peor es que la mayoría de las veces funciona.

— Cerda— una carcajada escapa de mis labios, es una palabra que estoy muy acostumbrada a decirle a la ojimarrón, de hecho se ha vuelto algo así como una mala costumbre entre nosotras. Pese a los regaños que recibo por parte de Satori y Wakatoshi cuando la digo, mi lado rebelde me impide dejar de usarla.

(. . .)

Tras habernos preparado por completo, cojo las llaves de mi Jeep negro mate y salgo hacia la porchada del apartamento, donde mi mejor amiga me espera. Una vez junto a ella, cierro la puerta y camino con mis altos y negros tacones hacia el vehículo. Me siento en el lado del conductor y meto la llave de contacto, poniéndome a la vez el cinturón de seguridad. Unos 15 minutos después llegamos a nuestro lugar acordado, comprobando que nuestros futuros acompañantes aún no están. Tanto Jabami como yo salimos del coche y nos encaminamos hacia la puerta principal del lujoso establecimiento. He de decir que ambas lucimos increíblemente bien, la pelirroja con un vestido que acompaña el color de sus cabellos, ceñido y de terciopelo. Unos tacones del mismo color adornan sus pequeños y finos pies. La gracia de esto es que yo visto igual que ella pero en negro, pues es mi color favorito y conjunta con mis cabellos teñidos y mi pálida piel. Acomodo un mechón de pelo tras mi oreja derecha, la que está adornada con un piercing dorado con forma de corazón, y acto seguido rebusco algo en mi bolso. Cuando lo obtengo, lo saco de este, colocando un largo cigarro entre mis labios y encendiéndolo con un mechero de color negro mate. Sí, realmente estoy algo obsesionada con dicho color. Apenas puedo darle un par de caladas antes de que dos figuras altas y robustas aparezcan ante nuestras fieras miradas.

— ¿Qué haces con eso en la mano?— el primero en hablarme es el pelirrojo, que mantiene su mirada fija sobre lo que hay entre mis finos dedos. Suelto una carcajada al ver que el peli-oliva se aguanta una leve sonrisa que amenaza con formarse en sus rosados labios.

— ¿Nunca has visto uno de estos?— por cómo gestiono la pregunta, se puede notar que estoy totalmente de broma, cosa que el contrario consigue pillar. Este abre sus labios, pero antes de poder articular palabra alguna, el de orbes verdes lo interrumpe.

— ¿Entramos?— al ver que todos asentimos con la cabeza comenzamos a pasar al interior del local uno por uno. La primera en adentrarse es mi pelirroja amiga Lucy, quien es seguida por Tendou Satori. Yo no pierdo el tiempo y sigo al chico sin percatarme de lo cerca que está Wakatoshi de mi cuerpo, eso es hasta que siento su caliente y profunda respiración en la suave piel de mi cuello. Un escalofrío me recorre de pies a cabeza en este mismo instante, pero la magia del momento se esfuma por completo cuando me percato de que simplemente quiere decirme algo.

— Me dijiste que te dejarías de fumar, sabes como me tomo el tema del tabaco— su tono de voz no es grotesco, ni mucho menos culpable, muy al contrario se expresa con suavidad.

— Lo sé, Lucy-San tampoco se toma bien que no haya cumplido con mi palabra, pero aunque suene a excusa, el estrés de todo esto sólo logro saciarlo con un par de cigarros al día— suspiro con pesadez sintiéndome mal por lo ocurrido.

— ¿Cuántos son ese “par”?— su pregunta me hace sonreír casi de inmediato. Por muy serio que esté, se me hace tierna su preocupación.

— Dos. . . A veces tres— observo la espalda de los otros dos invitados sin borrar la pequeña curvatura de mis labios. Es fantástico que Tendou y Lucy conecten tan bien. A decir verdad Wakatoshi y yo hemos hablado un par de veces de que harían buena pareja, ambos son dulces, sinceros y honestos, por ende pensamos que no tardarán en darse cuenta de lo que sienten el uno por el otro.

— Es menos de lo que esperaba, aunque sigue sin agradarme— se coloca a mí lado y yo casi sin esfuerzo le doy un codazo en el brazo. Finalmente todos nos sentamos, chicas frente a chicos. Como era de esperarse, la ojimarrón se encuentra cara a cara con el de orbes carmín, mientras que el ojiverde y yo nos miramos a la cara.

— Chicos— ahora habla mi mejor amiga— Tenemos algo importante que contaros— pausa por unas milésimas de segundo sus palabras, para soltar el bombazo— Tendou, desgraciadamente ayer Hiru-San y yo nos vimos obligadas a dejar el trabajo como camareras por lo que te conté hace unas semanas, pero. . . Hemos pensado en una idea que nos proporcionará aún más sumas de dinero de forma cómoda. . .

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➲ Monrou Hiru.

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⏰ Last updated: Oct 07, 2020 ⏰

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