Zeit

198 16 21
                                    

El cielo estaba oscuro, a pesar de ser las tres de la tarde. A lo lejos, una luz intensa atraviesa el cielo de arriba a abajo, aterrizando en el centro de una colina a un kilómetro de distancia. Saco mi teléfono móvil, pero una mano me sujeta. Es el cartero.

-Mira allí -dice, mientras señala a mi izquierda.

Giro la cabeza, y lo primero que encuentro son...

Monstruos.

Seres deformes, anormales, que no deberían estar en nuestro mundo. Distingo los míticos goblins, elfos pequeños y asquerosos, algunos verdosos, y otros con tonos rojos. Todos parecían tener un mismo objetivo. Las personas gritan, algunas presa de los goblins, y otras huyen por puro pánico. Observo a mi alrededor, y encuentro a Celia tirada en el suelo, Austin y Mark abrazados con la boca abierta, y el cartero, impasible.

Vemos cómo tres goblins se acercan a nosotros. El tiempo, de repente, empieza a pasar lentamente. Mis piernas están paralizadas por el miedo. Noto cómo mi existencia va a desaparecer dentro de poco. Los goblins se acercan cada vez más rápido. Están corriendo. Diez metros de distancia. Siete. Cinco. Tres. Dos...

A partir de ahora ocurre todo muy rápido, y a la vez. Celia pega un grito, y se levanta, caminando hacia atrás. Austin coge una piedra y se la tira al goblin que lleva la delantera. Mark da pasos hacia atrás, yendo en dirección a Celia. Y lo más extraordinario de todo, es que unas alas se repliegan a nuestro alrededor. Alas negras.

El cartero tiene la camiseta rota, mostrando un torso bien formado. Del omóplato izquierdo sale un ala negra, y del omóplato derecho sale un ala de murciélago, también negra. Su pelo se ha vuelto azul oscuro, de la misma tonalidad que una noche veraniega. Somos testigos de cómo aparece una guadaña en su mano, materializándose de la nada.

-Qu-quién... ¿Quién eres? -no se cómo mis labios consiguen formular estas palabras.

-Podéis llamarme Zeit. Vuestra única esperanza.

Dicho eso, decapita a los tres goblins, salpicándonos de una sustancia negra. Sangre, supongo. Empiezan a arremolinarse varias personas al ver la cabeza de los tres goblins volar por el aire, todas pidiendo ayuda a Zeit. Todo es un sinfín de piernas y cabezas, caminando en dirección a Zeit. Y, joder, mi cabeza va a explotar en cualquier momento. O sea, una persona aparentemente normal salen de su espalda alas y materializa una guadaña de la nada. Tengo miedo, pero es mi única opción. Al principio no sé a dónde nos dirige, pero minutos después me doy cuenta.

-Oye, Zeit. ¿Porqué nos estás llevando a esa luz? ¿No deberías alejarnos de ella?

Me mira largo rato, con cara de aprobación, y responde:

-Es que en la luz está nuestra única salida. Tenemos que ir a una dimensión diferente, o morir. ¿Qué preferís?

Una dimensión diferente, o morir. Escapar de nuestro mundo, posiblemente para siempre, o morir. En ambos casos, dejo de lado todo lo que me importa. Seguimos corriendo, pero oigo un grito a mi derecha. Es Celia, tirada en el suelo. Y se le está acercando un goblin. Corro rápidamente a socorrerla. Encuentro un trozo de metal alargado, probablemente de una barandilla. La ayudo a levantarse, y justo me doy la vuelta me encuentro al goblin. Mi cuerpo está paralizado, y no puedo moverme. ¿Por qué? ¿Todo esto, para nada? En este momento, salta el goblin hacia nosotros. Cierro los ojos, y oigo una pequeña explosión, y acto seguido siento cómo mi cuerpo se empapa. Abro los ojos, y me encuentro con un montón de extremidades, seguramente del goblin. Ya está, decidido. No quiero morir. Quiero vivir. Que le jodan al mundo, es mi única salvación. Ayudo a Celia, y corremos hacia Zeit, quien nos acababa de salvar del goblin. Noto cómo la adrenalina recorre mi cuerpo mientras corremos. No me siento cansado, de hecho, me siento enérgico. Nunca me había sentido así en mi vida, pero supongo que una vez tienes el miedo instaurado en tu cuerpo, no puedes sentir nada hasta el final. Observo a mi alrededor, y encuentro a Zeit, controlando a todas las personas, como bomberos harían en una evacuación. Encuentro a Mark y Austin corriendo, juntos. A más personas, la gran y aplastante mayoría, desconocidas, también. Todos los que quieren vivir están corriendo, y yo no seré la excepción. Eso sí, siempre con Celia delante. Ahora no me puedo arriesgar. Llegamos finalmente a la luz, la cual...

                 

La cual proviene de un gran agujero en el suelo, proyectando la luz azul hacia el cielo sin fin.

-Bien, gente. Todos los que queráis sobrevivir, tendréis que tiraros del abismo. Si no os fiáis, no es problema mío. Eso sí, no me hago responsable de las posibles muertes provocadas por los goblins que encuentren a los que no hayan querido sobrevivir.

Un gran silencio se extiende entre nosotros, contrastando con el ruido de fuera. Las personas comienzan a murmurar entre ellos.

-Voy a tirarme –le digo a Celia.

-¿Por qué?

-Porque me fío de Zeit.

-¿Pero... no tienes miedo de morir?

-En estos casos, es en los que uno ya se cree todo lo que le digan. Total, mira a tu alrededor. Seres míticos que pensabas que no existían, existen. Personas que tienen un poder o lo que sea que hace que les salgan alas áureas, no es normal. Tampoco es normal que de repente se haya materializado un portal de la nada, que conduce a otra dimensión. Ya nada es normal, ¿para qué desconfiar? Pero, eso sí. Estas personas necesitan un ejemplo, o si no se quedarán aquí, y morirán. Por eso quiero saltar.

Acto seguido, comienzo a caminar. Las personas que tengo delante (un gran montón) me observan, y se apartan, dejándome paso. Así, hasta llegar al portal. Miro hacia abajo, y encuentro una especie de manantial que irradia una luz azul neón incandescente. Respiro hondo, y...

Noto cómo una mano entrelaza sus dedos con los míos. Miro a mi derecha, y me encuentro a Celia, sonrojada y mirando al frente. Sonrío, cosa que ella capta con el rabillo del ojo, y vuelvo a fijar mi vista al agujero.

-A la de tres, nos dejamos caer, ¿vale?

-Vale.

-Uno... -comienzo la cuenta atrás.

Una exclamación se oye a nuestras espaldas.

-Dos...

Miro una última vez a Celia, y a los demás. Veo cómo Austin y Mark me observan, aterrorizados.

-¡Tres!

Cierro los ojos, y me abalanzo hacia delante, dejándome caer hacia el agujero.

Y luego, nada.

Tales of Kingdoms: ShinigamiOnde histórias criam vida. Descubra agora