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𝐂𝐀𝐏𝐈́𝐓𝐔𝐋𝐎 𝐃𝐎𝐒 ; 𝚄𝙽 𝙽𝚄𝙴𝚅𝙾 𝙿𝚁𝙾𝙱𝙻𝙴𝙼𝙰
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Selene Knight y Lucy Pevensie caminaban de la mano tranquilamente en la fría tarde de Narnia, la menor del dúo se sentía aliviada de saber que el Señor Tumnus estaba bien y que Jadis no lo había descubierto.
Fue Lucy Pevensie quien descubrió a su hermano mayor caminar con el ceño fruncido y los brazos bien ajustados a su bata por la espesa nieve y no perdió oportunidad en correr hacia él y abrazarlo con felicidad. —¡Edmund, pudiste entrar!
Selene burlesca al notar algunas manchas blancas en la pálida piel del menor de los varones Pevensie y aquello no pasó desapercibido por nadie. —¿Qué traes en el rostro, edmundin?
Lucy río con gracia y Edmund la fulminó con la mirada pasando la manga de su bata por su rostro reiteradas veces hasta quitar cualquier rastro de azúcar de golosina.
—¿No te parece maravilloso este lugar? —Preguntó la niña con aire soñador, posando su vista por toda Narnia admirando su frío paisaje.
Edmund giró los ojos restándole importancia a la pregunta. —¿A dónde estaban? Las estaba buscando.
Selene sonrió tiernamente. —Estabamos con el Señor Tumnus, gracias a las estrellas él estaba bien.
—Si, fue una suerte que la bruja blanca no haya descubierto que él nos conocía. —Acotó Lucy haciendo que la presión de Edmund decayera.
