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    L.A, California. 1981.
                                     03:00 am.
   

—¡Muérete maldito idiota!—los gritos de una muchacha resonaban en la cuadra completa afuera del Whiskey A go go—¡No puedo creer que te hayas acostado con ella!

—¿Y a ti que te importa? ¡Te has acostado con todo el mundo!—su acompañante se acercó lentamente su oído—No eres nada más que una pequeña perra, Amelia.

Ella le miró con la vista perdida y no dijo nada, solo siguió observandolo directo,  respirando profundamente, hasta que se movió agarrando un tubo de metal que estaba en el suelo dirigiéndose al auto del muchacho para destruirlo.

El estaba en shock y la gente de al rededor y los que habían salido del bar para ver que ocurría gritaban, aullaban y aplaudían alentando a la chica mientras destruía el auto en mil pedazos.

—Maldita perra, ¡Te voy a matar!—se acercó peligrosamente a la chica que ahora estaba quieta con los ojos abiertos viendo como el se acercaba.

—Oh no—susurró un extraño desde la esquina. Este no dudó en acercarse para proteger a Amelia dándole un puñetazo en la cara al idiota que la estaba atacando dejándolo inconsciente en el suelo. La gente de al rededor seguía aplaudiendo ya que situaciones bizarras pasan en Los Angeles a las 3 am, pero esto ya estaba en otros niveles, esto estaba al nivel de adrenalina que las estrellas de rock buscaban.

—¡Viejo eso estuvo de locos!—gritó otro desconocido.

Amelia quedó paralizada apoyándose en el auto destruido mirando el cuerpo inconsciente de quien a estas alturas era su ex novio. Por su parte, el chico anónimo que le había salvado la vida estaba parado de la misma forma sin entender muy bien lo que estaba pasando.

El muchacho alto que ahora la acompañaba la tomó de los hombros y la llevó nuevamente dentro del bar mientras ella seguía con la mirada perdida y sin decir ninguna palabra.
Después de sentarla en la barra le miró esperando a que le dijera algo pero seguía paralizada y mantenía una mirada vacía a lo que tenía en frente de ella.

Se sacó su chaqueta de cuero y se la puso por encima de los hombros haciendo que ella finalmente le mirara, Amelia estaba claramente intoxicada y con las pupilas dilatadas como gato.

—Me llamó Tommy—dijo el chico admirando los ojos aguamarina de la chica, estirándole la mano.—Tommy lee.

—Amelia.

Ella no dijo nada más, solo estiro su mano estrechándola  con la de su nuevo amigo.

El admiraba sus manos, la muchacha estaba llena de tatuajes y sus uñas eran las más largas que el había visto, pintadas de rojo brillante, cosa que a él por supuesto le había cautivado inmediatamente, sentía que no podía dejar de mirarla directo a sus ojos de caricatura; había algo que no le calzaba, no lograba comprender si era una mujer que se veía muy joven, o una niña que se veía como mujer.

—¿Cuántos años tienes?—preguntó Tommy con una sonrisa, pero antes de que ella pudiera responder el hombre que atendía le preguntó que se iba a servir.

—Un whisky—respondió ella encendiendo un cigarrillo. Al momento en que le entregaron su pedido dio vuelta la vista hacia el muchacho lanzando una carcajada—Eso no se le pregunta a una dama.—bromeó.

El rió con su ocurrencia y se quedó mirándola por un buen rato, Amelia le parecía muy extraña pero no de una mala forma sino que había algo que le atrapaba mucho de ella, era muy expresiva con sus movimientos y parecía muy segura de si misma como si conociera todo acerca del mundo, pero había cierta inocencia en sus ojos y esa mezcla a Tommy le parecía explosiva.

—¿Por qué ese idiota te quería golpear?—preguntó mientras se pedía un trago para el.

—Lo encontré cogiendose a una chica en el baño del bar así que le destrocé el auto y se volvió totalmente loco.—le miró con una cara digna de una psicópata pero el solo rió.

—Estás malditamente loca.

—Lo sé.—respondió secamente sin quitarle la mirada de encima. Una canción de Van Halen comenzó a sonar en el bar y ella la comenzó a cantar.—¿Quieres bailar? —Antes de que el muchacho pudiera responder Amelia le agarró de la mano llevándolo a la pista de baile.

Bailaron por mucho rato canciones rápidas, canciones lentas e incluso bromearon. A el le encantaba mirarla bailar, cada movimiento que hacía estaba coordinado con la canción tanto que parecía bailarina profesional.
Una canción lenta comenzó a sonar y el la acercó a su cuerpo sin dejar siquiera un centímetro de distancia entre ellos. Amelia bajó su cabeza apoyándola en el pecho de Tommy haciendo que el se estremezca, acercado más su delgado cuerpo al de él. Ella al darse cuenta le miró a la cara con los ojos bien abiertos y el aprovechando esto la agarró del mentón y comenzó a besarla pero Amelia no lo recibió de buena forma y lo empujó hacia atrás para salir corriendo.

—Mierda—susurró Tommy para salir corriendo detrás de ella.

Amelia estaba parada afuera del bar fumándose un cigarrillo con la mirada pegada al suelo, se le veía bastante nerviosa.

—Oye—dijo llamando su atención—no quise incomodarte ni nada.

—No lo hiciste, es solo que... no lo se no supe como reaccionar, estoy bastante drogada—al decir esto último sonrió mirándole.

El se acercó lentamente a ella y prendió un cigarrillo.

—¿Puedo acompañarte a tu casa aunque sea? Es bastante tarde.

—No te preocupes, es cerca de aquí. Voy a estar bien.—la muchacha se saco la chaqueta que el le había prestado pero la detuvo.

—Quédatela—se acerco para ponérsela de vuelta. —¿Te voy a volver a ver?

—Quizás—Amelia sonrió ampliamente y le dio un beso en los labios como despedida.

El se quedó en la parado en la calle hasta que la silueta de la chica desapareció por completo.






  
     

My kinda lover ||  Nikki SixxOù les histoires vivent. Découvrez maintenant