—Solo falta un mes para el festival escolar. —Anunció Hairo mientras escribía en la pizarra 'propuestas de la clase tres para el Festival PK'—. Es un buen momento para que decidamos que hacer.
Yui solo ponía atención a medias, pues aprovechaba esos momentos en los que el representante de la clase ejercía su labor para admirarlo todo lo que quisiera sin verse sospechosa.
"Creo que has pasado mucho tiempo con Yumehara"
Saiki suspiró, fastidiado. La castaña estaba cada vez más embelesada con el pelirrojo, y aunque en sí no había nada malo con eso, lo irritante era que tenía que escuchar todos los días lo "increíble", "fuerte" y "perfecto" que era Hairo. Un comentario más y se teletransportaría frente a todos hasta su casa solo para buscar el bendito anillo de germanio.
Yui, por su parte, tampoco era ingenua. Sabía bien que aquella admiración inocente se estaba convirtiendo en lo que cualquiera llamaría un primer "enamoramiento juvenil". Pero ¿qué podía hacer? Bastaba con mirarlo, siempre enérgico y sonriente, para que la misma chispa de su entusiasmo le revolviera el estómago y la llenara de emoción.
Tanto era así que incluso llegó a considerar apoyar la propuesta de Hairo de plegar mil grullas de papel, cosa que, en cualquier otra circunstancia, le habría parecido una tortura. Pero, por suerte, la idea fue descartada antes de que ella siquiera pudiera levantar la mano.
Entonces empezaron a hacer una lluvia de ideas. Yui, en lugar de pensar en propuestas, seguía perdida en los fogosos ojos del pelirrojo. Por eso no se esperaba que, de repente, esos mismos ojos se clavaran directamente en ella.
—Watanabe-san, ¿alguna idea? —Le pregunto Hairo manteniendo su jovial sonrisa
Yui quedo en blanco.
—¿I-ideas? Veamos, yo... —ni siquiera recordaba cuáles propuestas habían mencionado los demás.
"yare yare, tienes suerte de que no quiero quedarme mucho tiempo aquí"
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Justo en ese instante, un estruendo sacudió el salón. Un meteorito se estrelló en medio del aula, haciendo temblar los pupitres y provocando que todos los estudiantes saltaran de sus asientos para ir a mirar.
"Gracias Kamisama" Yui casi llora ante el, demasiado oportuno, hallazgo meteórico.
"De nada"
Fue gracias a este evento que los estudiantes de la clase tres decidieron hacer una exposición de rocas. A Yui le parecía curiosa la idea a la par que graciosa, y se lamentó por no haber sabido quien la planteó.