III

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Nadie pudo hacer uso de tu talento, que inteligente eres, nadie pudo verlo, pero yo no soy nadie, no soy "Nadie". Tú y yo seremos grandes amigos.

—¿Qué fue lo que dijiste? —la voz de Jin Guang Yao sorprendió a ambos jóvenes en lo oscuro.

¿Qué hacía el maestro deambulando a tales horas aquí? Quizá los gritos de Jin Ling lo hubieran advertido. Jin Ling no era justamente el familiar más discreto, especialmente cuando se trataba de su querido Hada y nunca lo habían regañado lo suficiente como escarmiento. Él podía salirse con la suya, andar fuera en horarios prohibidos, tratar altanero a los superiores. Más de una vez su tío mayor le había reprochado por ello pero Jin Ling había pasado por encima de sus consejos, envalentonado por la aversión que aún le tenía su familia.

—¡Tío! ¡Estoy buscando a Hada, tío!

El mayor se quedó en silencio, la postura regia, expectante. Él había hecho una pregunta y esperaba. Mo Xuan Yu se tensó ante la mirada gélida de su hermano, sintió que había dicho algo indebido y ensayó una disculpa.

—Yo... solo quería ser amable.

Guang Yao sonrió tristemente (su tristeza era evidente, Mo Xuan Yu podía sentirla, incluso durante el viaje) y observó a su sobrino, preocupado por la suerte de su perro espiritual.

—Claro... Entonces, busquen al can, ya es tarde.

Ambos salieron disparando en direcciones opuestas, aunque Xuan Yu aún no sabía a quien buscaba, se puso a gritar su nombre, aprovechando para rayar paredes y golpear ventanas. Claro que el Mo Xuan Yu vandálico no se había quedado en Villa Mo, él podía llevar sus escándalos adonde fuera, pero si Guang Yao lo sorprendía una vez siquiera, podía despedirse de su plaza entre los cultivadores de su padre.

Demasiado tentador como para no intentar hacer uno de sus desmanes.

.......

Después de un tiempo, Hada seguía sin aparecer y Jin Ling, inquieto, ya no sabía que más hacer. Guang Yao los seguía a una distancia prudente. Él no iba a permitir que se salieran de la Torre de la Carpa, ni siquiera por el perro.

—Perdón, hermano mayor ¿acaso dijiste "perro"?

—Sí, ¿por qué?

Mo Xuan Yu sonrió forzadamente.

—Por nada.

Xuan Yu lo vio primero, un canino bestial de ojos rojos como llamas, el pelo grisáceo y espeluznante a la luz de la luna. Estaba sentado al final de la calle, con la lengua afuera, parecía de hecho un cadáver viviente, mitad lobo, mitad humano. Mo Xuan Yu nunca había visto un lobo y probablemente de este lado del mundo donde los cultivadores hacían rondas eternas no hallaría uno dispuesto a morir a manos del clan Jin. Pero Hada era perfectamente la imagen vívida de uno y eso era suficiente para poner los pelos de punta a cualquiera.

—Aaaa, ¡Hermano mayor!

Jin Ling se acercó presto, seguro del éxito de la búsqueda y encontró a Xuan Yu paralizado detrás de unas plantas. Sabía que la primera impresión al ver a Hada no iba a ser alentadora pero también estaba orgulloso del efecto causado. Sin duda, era un ejemplar magnífico... Jin Ling tendría que salir a presumirlo más.

—No hace nada que yo no le ordene. Acercate —intentó tranquilizarlo.

Mo Xuan Yu no quería pero tuvo que. Guang Yao seguía observandolos y él no quería parecer un cobarde que no podía ni con metro y medio de perro.

—¡Hada! ¡Ven aquí! —gritó Jin Ling.

Hada lo obedeció haciendo tintinear sus cascabeles. Si Mo Xuan Yu no se hubiera hallado tan inexplicablemente nervioso, podría hasta haberlo considerado adorable. Sus dedos repiqueteaban contra su ropa y él no sabía por qué. Hada aún estaba lejos pero lo ponía tenso de igual forma ¿y si Jin Ling no pudiera detenerlo a tiempo? ¿si la bestia lo empujara a un lado y cayera sobre él, si mordiera sus piernas y masticara sus huesos y él tuviera que sufrir ese dolor? Si llegaba a perder sus extremidades recién llegado ¿qué haría con su vida? Se aferró al brazo izquierdo de Jin Ling sin darse cuenta y terminó en el suelo usandolo como escudo contra el animal.

—No lo creo... le tienes miedo a los perros —Jin Ling se burló

—Yo no les tengo miedo... Esto es diferente, tu Hada es diferente.

—Mi tío Meng Yao me lo regaló. ¡Él sabía que me gustaría! Él siempre sabe todo... aunque no lo diga. Si yo fuera él, lo demostraría todo el tiempo.

—¿Ah, si?

—Sí, incluso cuando quiere parecer modesto, si se deja pisotear, yo salgo a defenderlo. Nadie lo conoce como yo.

Jin Guang Yao lo interrumpió, antes que dijera algo indebido.

—¿Fueron presentados?

Ellos no habían sido pero tampoco esperaban serlo ahora. Después de tanto correteo, solo estaban seguros de querer echarse a dormir. Ciertamente era ya muy tarde y aunque ninguno de los dos lo admitiría, necesitaban descansar bien.

—Jin Ling, él es Mo Xuan Yu, mi hermano y hermano menor de tu padre. Iniciará su camino en nuestra familia a partir de mañana y será tu hermano de cultivo y subalterno en lo que espero sea tu largo y próspero reinado. Espero puedan llevarse bien.

Jin Ling asintió, no muy entusiasmado. Estaba acostumbrado a la soledad y además, Xuan Yu no parecía estar a la altura de las circunstancias. Probablemente nunca hubiera sido educado en armas y estaría siempre varios pasos detrás suyo manejandose con torpeza evidente pero si esto hacía feliz a su tío Guang Yao, entonces él trataría de darle el gusto.

Mo Xuan Yu palmeó, envalentonado, sobre la cabeza de Hada una vez y volvió a retroceder, haciendo gestos extraños con su cara, como disculpando su osadía. Extrañamente Jin Ling no se enfadó. Si quería tocar a Hada, para él estaba bien. Guang Yao examinó a los dos jóvenes, una sonrisa apenas perceptible entre ellos lo alivió sobremanera. Si al fin había conseguido un amigo para el terco sobreprotegido y malhumorado de su sobrino, podía respirar tranquilo.

—Tío ¿qué hacías aquí fuera?

Jin Guang Yao se adelantó unos pasos observando el cielo limpido, el cúmulo de estrellas brillantes, barriendo con la mirada la energía alrededor. Esta era la primera vez que lo sorprendían en la vigilia, él nunca antes había roto su silencio.

—Solo observo.

Pasó una mano frente a sus ojos apuntando con sus dedos índice y anular a un punto fijo, buscando. De pronto, pareció perderse en una marea de recuerdos dulces. Hoy no había podido sacar el guqin, internarse a escondidas en la espesura para llamar a aquel espíritu que se negaba a responder pero él nunca, nunca se cansaría de buscar.

El patriarca YilingWhere stories live. Discover now