IV

1.3K 146 25
                                    

—Este té está viejo.

—Sí, el té... en tu taza de porcelana esmaltada de verde pavo real... ¡Mira, Shijie, ya le conseguí un apodo nuevo!

—¿Quién fue? —Jin Zixun volvió a interrogar con severidad, blandiendo la regla en su mano. Los discípulos atendieron rápidamente, ¿quién había escrito obscenidades en los laterales de la Torre? Se miraron unos a otros cuchicheando pero no se acusaron ni entre ellos ni a Mo Xuan Yu. El clan Lanling Jin había aprendido a callar y no declarar culpables sin pruebas.

Jin Zixun era estricto, puntual y obstinado. Pocas veces no era cruel, hacía a los estudiantes pararse o correr durante horas bajo el sol calcinante, subir y bajar los interminables escalones vez tras vez y llevarlos de cacería a pantanos y espacios de difícil acceso por caminos difíciles de retomar si intentaban huir. Los discípulos temían sus mandatos pero lo respetaban, Jin Zixun tenía más peso entre ellos que su líder. Si alguna vez tuvieran que seguir órdenes de uno u otro, la mayoría tendría que ser excusada de intervenir. El poder de Jin Zixun era tan grande que habría obligado a un derrocamiento de no ser porque su afecto por ZiXuan lo era también.

Cuando él volvió y los enfrentó uno por uno, Mo Xuan Yu volvió a negarlo con descaro, su expresión sombría también. Había algo en el mayor que no le gustaba y no sabía qué, pero le parecía repugnante. No al punto de temerle, era diferente. Podía decir con seguridad que sentía asco de su persona, como si todo su cuerpo exudara un vaho apestoso, carne putrefacta.

Por fortuna, Jin Ling apareció pronto y lo sacó de sus casillas. Hizo que Jin Zixun olvidara a Xuan Yu y saliera rápido del salón. Entonces pudieron sentarse otra vez y volver a la lectura. Mo Xuan Yu no era afecto a ella pero estaba seguro de poder acostumbrarse, siempre podía contar con que Jin Ling lo amenazara con traer a Hada sino cumplía sus tareas.

Xuan Yu permaneció después en actitud reflexiva intentando concentrarse, aún en sus sentidos podía percibir la esencia de Jin Zixun. Lo que fuera que arrojara al aire aún le era molesto, entraba a sus fosas nasales como un ácido quemando todo y sentía sus ojos picar hasta el borde del llanto.

—Jin Ling... el primo Zixun... ¿suele venir a dar clases? Quiero decir, ¿él viene siempre?

Ojalá que no, ¿cómo podría soportarlo cada día, jornadas extensas de estudio y entrenamiento con alguien así supervisandolo?

—Sí, claro ¿por qué estaría aquí si no? ¿Por qué preguntas? —Jin Ling inquirió.

Mo Xuan Yu hizo un mohin de indiferencia.

—Por nada.

.......

Afuera otra vez, Xuan Yu aprovechó un viaje rápido a la cocina para robar maní de los cuencos y convidarle a su sobrino. Cuando regresó empero se lo había comido casi todo y tuvo que regresar por más, esta vez ayudado por el mismo Jin Ling.

—No es divertido si solo lo pides —lo frenó Xuan Yu cuando el otro hizo amague de entrar—la idea es sacar el maní sin que se den cuenta.

—¿Robar? —Jin Ling pareció alterado ante la suposición pero envalentonado por la actitud temeraria de su nuevo tío —Es tan fácil ¿por qué no lo dijiste antes?

Jin Chan los había perseguido desde que salieran de la clase y había presenciado todo. Cuando pasó frente a ellos, solo, les gritó:

—¿Qué se podía esperar del hijo de una ramera?

A-Ling pareció avergonzado de sus palabras pero no se disculpó por él. Mo Xuan Yu, en cambio, acostumbrado como estaba a tales palabras, sonrió con descaro a Chan y lo excusó.

—Yo tengo un primo igual de idiota.

Esos rumores sobre las mujeres de su abuelo siempre le habían parecido a Jin Ling algo vergonzoso y evitaba con maestría hablar sobre ello pero el tema siempre salía de nuevo a colación, a menudo por obra de Jin Chan.

Él no quería ofender a Mo Xuan Yu (las madres eran sagradas) pero éste había sido también producto de un desliz de su abuelo, y su misma presencia agrietaba la poca armonía que había logrado conseguir el clan.

........

Jin ZiXuan bajaría en cualquier momento.  Todos estaban cansados de entrenar, las manos tullidas, rojas y la espalda golpeada por los tormentosos ejercicios impuestos. Mo Xuan Yu ahora sentíase fuera de sí, su estómago rugía de hambre pero él no podía pasar bocado por la ansiedad.

—Estoy nervioso. 

—¿Por qué? —a Jin Ling le pareció absurdo —Pese a que es mi padre, no se diferencia mucho de mí... solo por su falta de expresión. Cuando era más joven, era vanidoso pero una correa de cuero justo a tiempo lo enderezó. Mi tío mayor siempre me advierte que hará lo mismo conmigo pero yo no sé por qué. Ellos nunca quieren decirme nada.

Xuan Yu se quedó petrificado en su puesto, la formación de hombres alineada frente a Jin Zixun, cuando vio a su segundo hermano pasar de lado en silencio con el pelo recogido y un poco menos entallado de lo que se suponía debía ser.

Oh, un poco pasado de peso. Mo Xuan Yu lo comparó a los relatos que sobre él había escuchado desde que era un niño en Villa Mo. "Un joven brillante y apuesto, orgullo del Clan y su padre". No era como lo había imaginado y estaba seguro que nadie le creería si contara la verdad. Quizá porque Jin Ling nunca lo había conocido de otra forma pero la madre de Xuan Yu siempre lo había destacado como un talentoso cultivador, una promesa brillante para el mundo.

Jin Guang Yao bajó también después de una hora pero no miró a ninguno de los dos. Él y ZiXuan no se llevaban bien después de "aquello". Había un rencor infinito alimentado con cizaña por Jin Zixun pero ni siquiera Jin Ling sabía por qué. Era un asunto del pasado y los asuntos del pasado no tenían lugar en Lanling Jin.

—¿Y tu madre? ¿dónde está ella? —Xuan Yu no la había visto aún, la bella señora que Jin ZiXuan había traído una vez de Yunmeng Jiang, avergonzada por su amor correspondido.

—Ella vive atrás en otra casa desde que yo era pequeño, nunca se muestra, no vas a poder verla.

—¿Qué? ¿Por qué? —su tono de decepción caló hondo en el ánimo de Jin Ling ¿acaso no era normal que las madres hicieran esto?

—Está de luto no sé por qué, no me preguntes tantas cosas...

—¿Pero quién murió? Tienes que decirme, necesito esos detalles.

—Yo no sé, fue hace mucho. Nadie quiere contarme ¿lo entiendes? Ya van dieciséis años.

El patriarca YilingWhere stories live. Discover now