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HARRY AGARRÓ SU CAPA DE INVISIBILIDAD Y SE LA colocó encima, sacudió su varita y está se prendió. No podía dormir así qué decidió salir un rato por el castillo.
Y porque había visto en el mapa de los merodeadores que Draco Malfoy estaba en la sala de Astronomía.
Caminó lentamente por los pasillos, despreocupado sabiendo que no lo atraparían. Se fijó nuevamente en el mapa corroborando que él siguiera allí.
Cuando llegó, se quitó la capa y guardo el mapa en su bolsillo, subió lentamente las últimas escaleras y fingió sorpresa cuando vió al chico parado frente a las barandas.
─ Malfoy.
Saludó pero el rubio no le respondió, estaba con la cabeza gacha mientras su espalda subía y bajaba.
Pero Harry se sorprendió realmente cuando notó el sollozo del chico. Se acercó a pasos lentos y se colocó al lado del rubio, quién seguía sin mirarlo. ─ ¿Estás bien?
El de anteojos no sabía cómo consolarlo, no sabía cómo preguntar o como tratar a alguien en ese estado.
─ Nada de tu incumbencia, Potter. ─ Draco trató de sonar grosero, pero su voz salió rota.
─ No tienes que decirme si no quieres, pero te entiendo...
─ ¡Tu no lo entiendes! ¡Tu no entiendes nada! ─ El rubio se apartó y lo miró, sus ojos estaban rojos igual que sus mejillas. ─ ¡Eres Harry Potter! ¡Eres el chico perfecto!
─ Yo no...
─ Tienes todo lo que quieres, amigos verdaderos, una familia que te quiere muchísimo, todo el mundo te conoce y te admira. ─ Interrumpió al de anteojos.
─ Tu también tienes cosas buenas.
─ ¿Cuáles, Potter? ─ Preguntó sarcásticamente. ─ Puede que tenga cosas materiales, pero no lo valen cuando yo solo quiero amor. No soy malo, Potter.
Harry se sintió culpable por todos los años que llevaba odiandolo, Draco tenía razón, sus amigos no eran de corazón exepto por Holly, su padre era una mierda con él, estaba destinado por su apellido.
─ Lo siento, Draco. ─ Dijo Harry intentando que el rubio deje de llorar. ─ Nunca pensé en eso...
─ ¿Por qué pensarías en mí? ─ El rubio rió sin gracia, limpiándose las lágrimas con su mano. ─ Olvídalo, Potter.
Draco estaba por marcharse del lugar, pero Harry lo llamó. ─ Espera, Draco.
─ ¿Qué quieres? ─ Preguntó.
─ Puedes quedarte aquí si quieres, no hay necesidad de hablar si no lo necesitas. Si quieres estar solo, puedes estar solo conmigo y el silencio. ─ Harry no sabía de dónde había sacado aquellas palabras, pero cuando las dijo se sintió satisfecho y más cuando vió al rubio volver.
Draco asintió. ─ No quiero oírte. ─ Sonrió y se sentó dejando sus piernas colgar. Harry sonrió e imitó al chico.
