C̥ʀ̥ᴀ̥ᴢ̥ʏ̥ I̥ɴ̥ L̥ᴏ̥ᴠ̥ᴇ̥ (ᴍᴀʟᴇ ʀɪᴠᴀʟs x ᴍᴀʟᴇ!ʀᴇᴀᴅᴇʀ) -PAUSADA-

⸽̶Ｐ̶̶ｒ̶̶ｏ̶̶ｌ̶̶ｏ̶̶ｇ̶̶ｏ̶⸽

Cada padre se preocupa por la infancia que pueden pasar sus hijos, haciendo que la disfruten cada día, que tengan ese sentimiento de felicidad y que tenga muy buenos recuerdos de las cosas que hacían. Ese era el caso de los padres de (___) Kobayashi, un niño de seis años, tímido y tranquilo, de piel blanca, cabello (c/c), el cual se hallaba jugando con su único y mejor amigo que tenía, Osano Najimi de ocho años, un niño con un carácter muy especial.

(___): ¡Osano-chan, Osano-chan! —llamó el pequeño que estaba con un dibujo en manos.

Osano: ¡ya deja de llamarme así baka! —exclamó el pelinaranja con un rubor en sus mejillas.

(___): mira, mira lo hice para ti —dijo extendiendo el dibujo donde mostraba a dos niños agarrados de las manos.

Osano se sonrojo de tal manera que le hacia competencia a su cabello, le arrebató el dibujo de las manos al pequeño de hebras (c/c) para después verlo con más detalle, con solo ver el corazoncito que había entre medio de sus manos en el dibujo, hacia que el corazón de Osano se acelerará, (___) esperaba paciente en la respuesta de su amigo, que dejó de ver el papel y mirarlo con esa cara de enojo que tenía siempre.

Osano: n-no esta mal para ser un dibujo tuyo —eso bastó para que el menor lo abrazara con una sonrisa, se esperaba unas palabras crueles (típico de el) pero aquellas palabras "bonitas" le gustaron— ¡he-hey, sueltame (___) baka!

Lo dos niños estuvieron abrazados por unos minutos, ya que los intentos de Osano al querer separarse fueron en vano. No duro mucho el abrazo, cuando escucharon la puerta trasera abrirse, dejando ver a una linda mujer de figura fina, piel blanca y cabello castaño, madre del oji(c/o) quien al verlos abrazos sonrió de ternura.

Kireina: (___) ven, ya está el almuerzo—dijo la mujer llamando a su hijo, que de inmediato se separó de su amigo— Osano ¿quieres quedarte a almorzar con nosotros?

Osano: gracias por la invitación Kireina-san pero ya me tengo que ir —ante lo dicho Osano se despidió de su amigo y de la mujer.

En el comedor se hallaba un hombre, junto con su hijo, comiendo lo que había preparado su esposa, el silencio era solo lo que se encontraba en aquella sala, incómodo para cualquiera pero ya era costumbre, nunca había pensando (___) en como romper el silencio, no sabía lo que pasaba entre sus padres. Al acabar de comer, el pequeño se levantó de la mesa (claro, pidiendo permiso a su padre) llendo a su cuarto, en donde comenzó a ver la televisión por un rato, hasta que cayera la noche. Mientras en la sala, donde se encontraban los dos Kobayashi discutiendo.

Kireina: Taiyo debemos terminar con todo esto —dijo Kireina sería, no quería armar un escándalo por algo tan simple.

Taiyo: ¿de que estas hablando? —el mayor miro a su mujer, la cual suspiro de frustración.

Kireina: Taiyo. . . .quiero el divorcio —soltó sin más, sorprendiendo al hombre, que de inmediato se levantó del sofá.

Taiyo: ¿¡porque quieres eso!? —exigió el azabache alzando la voz.

Kireina: ¿en serio pensaste que nunca me iba a dar cuenta Taiyo? ¡Desde el principio, cuando tube a nuestro hijo, siempre te ibas a la casa de ella! —dijo también elevando su tono de voz, comenzando así una discusión, entre gritos de parte de los dos adultos.

No se dieron cuenta que unos ojitos se encontraban observando la escena de sus padres, no sabía el porque de la pelea, ¿habra hecho algo malo para que su madre este enojada? ¿Estaran enojados con el por la forma en que gritan? Era solo un niño que no entendía las relaciones amorosas, no entendía que cuando en una relación o compromiso, aquella calida llama que une a una pareja siempre se extingue, dejando a la pareja con la única opción en separarse. El de hebras (c/c) fue a su cuarto, donde intento dormir para no escuchar los gritos que soltaba su madre, pensando que en la mañana todo estaría bien, pero no se espero que en esa misma mañana se iría con su progenitora a otro lugar, dejando a Osano quien al saber de la noticia se puso demasiado triste.

Nunca más lo volvería a ver. . . . . . . Pero el destino es una caja llena de sorpresas.