Capítulo 35: Adiós

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No sé cómo ni en qué momento me quedé dormida. Me desperté de golpe y rápido salí de la habitación busqué por toda la casa rogando que todo lo que había pasado hubiese sido una pesadilla, pero no fue así, Lucía no estaba en casa.

Busqué mi móvil para ver si tenía noticias de ella pero nada. Solo tenía un sin número de llamadas y mensajes de Jessica.

Me senté en el sofá para organizarme y pensar que podía hacer para encontrar a Lucía y de pronto mi móvil salió sonando. Lo agarré lo más rápido que pude y sin fijarme en el nombre respondí.

—¿Lucía?

—Verónica, gracias al cielo. —Escuché la voz de Jessica del otro lado.

—¡¿Tú que demonios quieres?!

Ayudarte...

—Ya ayudaste suficiente, aparte tú solo te ayudas a ti misma. Adiós...

¿No te da curiosidad saber dónde Lucía pasó la noche? —Suspiré.

—Jessica, es muy temprano para que vengas a joder. Sinceramente no estoy para nadie y mucho menos para ti.

—¿Amanda te suena? —Me quedé en silencio. —Creo que alguien aprovechó la primera oportunidad que tuvo para liberar tensiones con su compañera de trabajo.

—Cállate, conozco a Lucía.

Todos tenemos diferentes formas de actuar cuando estamos despechados. ¿Qué crees que estuvieron haciendo toda la noche? Tuvieron mucho tiempo a solas.

—Confío en ella... —Respondí no muy segura.

Ella también confió en ti y tú le mentías respecto a mi, quién quita y ella te mentía respecto a la tal Amanda.

Bien, la hija de puta tenía claro mis inseguridades. El simple hecho de imaginar a Amanda tocando a Lucía me descolocaba por completo. Posesiva, lo sé, pero no podía negar que no me agradaba la idea. Aún así, ni loca le demostraba que sus palabras habían tenido efecto en mi.

—No puedo creer que después de todo sigas de cizañera y menos puedo creer que yo siga escuchándote. Adiós.

Si no me crees, ve a su trabajo y mira con quien llega. Pero apúrate, ya deben estar de camino. —Fue lo último que escuché antes de colgar la llamada.

Conocía muy bien a Lucía, tanto como para saber que así no era como ella funcionaba. No se metería con cualquiera solo por despecho. Aunque, Amanda ya no era cualquiera. Ella había pasado a ser alguien importante o al menos eso deducía pues fue con Amanda antes de ir con Rebecca o incluso Alejandra.

Al final la imbécil de Jessica si sirvió para algo. Si era cierto lo que había dicho, podría ver a Lucía en su trabajo y por lo menos saber que estaba bien.

Conduje hasta el dichoso bufete de Massol. Al llegar me estacioné y me quedé en el carro esperando que ella llegara.

Estuve unos largos minutos esperando, casi me daba por vencida, sin embargo cuando estaba por irme, el carro que entraba llamó mi atención.

Lo seguí con la mirada y se bajó una mujer pelinegra de cabello rizado. Rodeó su coche y abrió la puerta del copiloto ayudando a salir a una chica. Si, era Lucía.

Tomé aire. Cerré los ojos. Apreté el volante.

—Confía en ella... —Me dije a mi misma. Me bajé del carro y me acerqué hasta ellas. —Lucía...

—¿Tú? ¿Qué haces aquí? —Preguntó al girarse.

—Te he estado llamando. Me tenías preocupada.

Aunque nos cueste |Terminada|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora