O1.

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—Llegué.

Dejun tomó el picaporte y cerró la puerta tras de sí. Solo un poco sofocado por haber caminado toda la calle desde la parada. Que si bien no estaba tan lejos, si tardaba más de diez minutos de camino. Eso sin contar que debía subir tres pisos para llegar al departamento donde compartía con Ten. Peor aún cuando usar el elevador le generaba una sensación de claustrofobia.

Dejun buscó una cabellera negra por la sala, encontrándola completamente desierta. ¿Su primo no había llegado aún? Quizá si, Ten a veces llegaba tarde, aunque eran contadas las veces que pasaba.

—¡Estoy en la cocina! —contestó una voz de regreso.

Bajando su mochila, la dejó sobre el sofá individual al pasar de camino a donde provenía la voz.

Ten se movía por la cocina como hámster en una jaula, sacando cosas del refrigerador, regulando la estufa y buscando los recipientes y utensilios en la alacena.

—Apenas hace una hora me dejaron salir de las prácticas, así que se me hizo un poco tarde —explicó, sin quitar la vista de lo que estaba haciendo.

—Deberías descansar a veces —dijo el menor —Sabes, puedo cocinar también —la risilla de Ten fue lo único que tuvo de regreso.

Dejun se recargó en el marco de la puerta, metiendo sus manos en los bolsos de su suéter.

Ten era cuatro años mayor que él y se encontraba en su último semestre de carrera por lo que solo se dedicaba a completar las horas de servicio y realizar su tesis. Ten hacía su servicio en una agencia de publicidad que se encontraba considerablemente lejos del barrio donde ellos vivían. Así que si salía unos minutos después de lo usual no alcanzaría el camión a la hora y por consecuencia llegaría "tarde". Y por tarde se refería a no alcanzar a tener la comida lista cuando Dejun llegaba de la escuela.

Sabía que Ten era muy maternal con él, desde siempre lo había sido pero eso no evitaba sentir que en ciertos casos representaba más una molestia para su primo de lo que aportaba con los gastos del departamento.

Ten cocinaba, Ten lavaba la ropa (la de ambos) y la mayoría del tiempo hacía el quehacer del departamento. Y no era porque Dejun fuera un holgazán (la mayor parte del tiempo) si no porque cuando Dejun llegaba de la universidad, Ten ya tenía la comida hecha, la lavadora trabajando y el piso bien acomodado. ¿Cómo no podía sentirse inservible de ese modo?

Por supuesto que Ten decía que no era un problema, puesto que era lo que hacía siempre, antes de que Dejun llegara a vivir con él. Eso no evitaba que se pusiera de mal humor.

No podía hablarle al chico que le gustaba, no se le daba el ser sociable, no tenía realmente amigos, no tenía un empleo porque con trabajos y podía con las tareas de la escuela y encima tampoco podía ser de utilidad donde vivía.

No podía evitar ponerse irritable con él mismo.

—¿Pasa algo? —preguntó Ten, quien ahora comenzaba a batir lo que sea que había vertido en el sartén.

Dejun se movió contra el marco —Nop —dijo simple. Era más fácil negar a sacar todo lo que tenía en su cabeza.

Ten dejó de batir y volteó a verlo por sobre el hombro, una mirada rápida. Los ojos obscuros lo miraron de pies a cabeza, como si estos tuvieran rayos x y pudieran calcular que estaba mal con un simple escaneo a todo su cuerpo. Dejun apretó sus dientes, a veces de verdad sentía como si Ten pudiera saber todo con solo verlo de esa forma, lo cual le ponía los vellos del cuello en punta, lo menos que buscaba era preocupar al mayor por alguna estupidez como lo eran sus problemas sin sentido. Más Ten no esbozó palabra alguna y solo continuó cocinando.

𝑯𝒂𝒑𝒑𝒊𝒏𝒆𝒔𝒔  🗝 𝑌𝑢𝑥𝑖𝑎𝑜 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora