Capítulo 2.

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Los pasillos estaban llenos de chicos que iban y venían. Bakugou estaba exhausto de sus clases, necesitaba un cigarro. Salió del edificio de su facultad y camino hasta las mesas al aire libre. Dejó su mochila a un lado suyo y de su chamarra saco la cajetilla de cigarros tomando uno, del otro bolso saco su encendedor y con toda la calma del mundo encendió aquel tubito con tabaco.

Estaba teniendo un rato agradable consigo mismo y con el tabaco inundándole el paladar, hasta que escucho la voz que más irritado lo ponía.

— ¡Hey!, ¡Bakugou! —Kaminari y los demás caminaban en dirección a Katsuki, quien dejo salir el humo de su cigarro y lo apagaba mientras murmuraba maldiciones a quienes interrumpían su paz.

— ¿Tienes hora libre? —pregunto Sero mientras tomaba asiento junto a Bakugou como los demás.

—Sí, el jodido maestro de programación no llegó —contestó Katsuki.

—Que bien entonces vayamos a comer juntos —sugirió Kirishima.

—Sí, vamos, vamos. Hay un pequeño restaurante que descubrimos donde sirven okonomiyaki, es en verdad delicioso —Kaminari prácticamente se saboreaba aquel platillo.

—Ah~ —suspira resignado Katsuki —Esta bien, solo dejen de estar de escandalosos —dice Bakugou al mismo tiempo que recoge sus cosas y se cuelga la mochila al hombro.

— Yeii —celebraban los chicos siguiendo al momento a Bakugou.

El cuarteto salió de la universidad siendo guiados por Kaminari quien no dejaba de contar el como él y Kirishima habían encontrado aquel lugar. Bakugou estaba a nada de mandarlos a la mierda, pero la verdad era que se moría de hambre y ya había perdido tiempo siguiendo al idiota que no dejaba de balbucear estupideces, así que no se podía dar el lujo de regresar a la universidad y comprar otra cosa de comer, sino llegaría tarde a la siguiente clase.

Por fin llegaron a un pequeño local, Kaminari y Kirishima saludaron a los dueños de aquel negocio. La mujer de ya edad avanzada los guio hasta una mesa con buena iluminación y donde pudieran apreciar la preparación de aquel platillo.

Mientras esperaban y observaban la preparación del okonomiyaki los chicos decidieron entablar una charla.

—Cierto, cierto —dijo Sero llamando la atención de sus amigos quienes quitaron su mirada del chef para posarla en el pelinegro —Mina regresa de su intercambio de España.

—Hablando del regreso de Mina —el rubio estaban muy emocionado, de su mochila saco unos panfletos y unos boletos —Mi facultad será la encargada de la fiesta de bienvenida —el chico les restregaba uno de los volantes en su cara, orgulloso de su creación.

— ¿El Amai Tsumi? —Eijiro le arrebato el panfleto a su amigo y volvió a leer el lugar donde será la fiesta.

— ¿Enserio? —pregunto Sero mirando otro de los volantes que tenía su amigo — ¿Cómo lo consiguieron? —cuestiono asombrado el de gran sonrisa.

— ¿Recuerdan a Yaoyorozu?

— ¿La pelinegra de buen cuerpo, de la facultad de negocios internacionales? —Katsuki se unió a la conversación, en un intento de presumir sus conquistas y eso se notaban por la sonrisa socarrona que tenía en el rostro.

—Eres un bastardo —el rubio golpeo la mesa llamando la atención de los pocos comensales — ¿Enserio te enredaste con la heredera de los Yaoyorozu?

— ¿Tu qué crees? —Katsuki no quitaba esa maldita sonrisa y esos aires de grandeza.

Denki estaba a punto de vociferar su inconformidad, de que alguien tan poco empático y con mal carácter tuviera buena suerte con sus conquistas; y que además alardeara de ellas. Pero fue detenido.

AmnesiaWhere stories live. Discover now