Capítulo 31

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"Dumbledore se va y el heredero hace su aparición"

Ron y Hermione corrieron deprisa hacia la sala de profesores, no sin fijarse siempre que podían en las esquinas usando un espejo. Hacía meses que no había un ataque, pero temían que el heredero real pudiera tratar de atacarlos ahora que habían descubierto la verdad, o parte de ella, en ese caso.

Sin embargo, lo que encontraron fue bastante... horrible. 

Lucius Malfoy salía de la oficina, seguido de una ola de maestros molestos, y por su parte, el director salió tras ellos, tratando de tranquilizar a los docentes. Peor aún, el ministro de magia, Cornelius Fudge, iba junto a él. 

Ambos niños se escondieron para ver lo que ocurría, no pudiendo verse más asustados. 

—Todos echaremos de menos su personalísima forma de dirigir el centro, Albus... Esperemos que su sucesor logre evitar los... asesinatos.

Ron y Hermione no pudieron sino paliceder antes la idea. ¿Dumbledore se iba? ¡Eso iba a ser peor! Sin él en el colegio, era probable que ocurriera un ataque cada día. 

De repente, la idea de que Harry estuviera cerca de la entrada les hizo sentir temor. Si el heredero iba, era probable que buscara atacarlo. Se giraron sobre sus talones y salieron corriendo hacia el baño, esperando que Theo lograra encontrar al profesor Snape en su despacho, ya que no había estado entre los que salieron de la sala de maestros.

Theo también estaba corriendo, pero hacia las mazmorras. Puede que la Ravenclaw y el Gryffindor no confíen mucho en el profesor Snape, pero tanto Harry como él estaban conscientes de que él podría escucharlos, incluso si los otros profesores no hacían caso. 

Solo podía esperar que el profesor realmente estuviera allí y no se le haya ocurrido justo ese día romper su rutina y estar fuera. 

Harry se encontró en los baños de Myrtle, sintiéndose algo mareado. No entendía porqué estaba tan cansado. Incluso con su mala salud habitual, siempre había sido bueno corriendo. 

—Varias noches en las que no te veo aquí... ¿nuevo pasatiempo?

El niño se sobresaltó ante la voz de la fantasma, se giró de inmediato hacia ella, frunciendo el ceño sin poder evitarlo al procesar lo que le había dicho. 

—¿De qué hablas, Myrtle?

—Has estado viniendo noche tras noche, pero de repente dejaste de hacerlo— explicó ella. 

Harry, confundido, se despeinó el cabello. ¿Cómo que había estado viniendo?

—Myrtle... ¿hace cuánto que llevo viniendo aquí?— se le ocurrió preguntar, temiendo la respuesta.

—Desde la primera vez que estuviste aquí con el pelirrojo— dijo, acercándose, Harry retrocedió por impulso, haciendo que la niña fantasma se ría. —Nunca hablas mucho, pero siempre te quedas aquí...

Pero Harry no la estaba escuchando. Estaba tratando de recordar aquello. No había forma de encontrar algún recuerdo de él viniendo al baño de nuevo. Sí recordaba la primera vez que llegaron, pues fue en esa ocasión que encontraron el diario de Riddle. 

Sin embargo, no era a eso a lo que vino a preguntar, así que sacudió la cabeza, y se dirigió de nuevo hacia la fantasma. 

—Myrtle, ¿podrías decirme cómo moriste?

El aspecto de Myrtle cambió de repente. Parecía como si nunca hubiera oído una pregunta que la halagara tanto.

—¡Oh, fue horrible! —dijo, encantada. —Sucedió aquí mismo. Morí en este mismo retrete —siguió explicando mientras flotaba hacia el cubículo donde ella siempre estaba. —Lo recuerdo perfectamente. Me había escondido porque Olive Hornby se reía de mis gafas. La puerta estaba cerrada y yo lloraba, y entonces oí que entraba alguien. Decían algo raro. Pienso que debían de estar hablando en una lengua extraña. De cualquier manera, lo que de verdad me llamó la atención es que era un chico el que hablaba. Así que abrí la puerta para decirle que se fuera y utilizara sus aseos, pero entonces... —Myrtle estaba llena de orgullo y con el rostro iluminado— me morí— dijo simplemente.

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