Ataque sorpresa.

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Príncipe Caspian.

Me desperté sobresaltado a mitad de un sueño en el cual Miraz me capturaba y lograba quitarme el trono, y con ello, el derecho que estaba prometiéndoles a todos los narnianos que confiaban en mí. Lo peor era que no podía evitarlo pues parecía haberme quedado paralizado ante su indeseable presencia. Mi mente y corazón se llenaban de adrenalina que gritaba que me levantara y chocara espadas con él, pero simplemente no podía moverme.

Mi respiración agitada era un signo de que el sueño no fue sólo eso, sino que una ventana para dejarme saber a mí mismo cuánto odiaba a Miraz y lo que me había hecho. Deseaba la sangre de Miraz, no podía negármelo a mí mismo, pero estaba confiado en que mi nobleza no me permitiría caer tan bajo como él.

Pelearía ésta batalla hasta tener que dar mi vida por ella, pero no me convertiría en el calco del único hombre que he odiado.

Además, yo tenía muchas más razones y causas por las que luchar. Tenía narnianos que me habían entregado su lealtad, sus espadas, sus tan valiosas vidas en mis indignas manos que sólo se esforzarían por velar por cada uno de ellos. Tenía una causa real y fuerte por la cual luchar y esa era la libertad de todas las pobres criaturas oprimidas durante el último siglo.

Entre mis pensamientos, apenas pude notar que la mañana comenzaba a dar sus primeros rayos de sol sobre el bosque. Y es que tuvimos que parar a mitad del bosque por estar a medio camino de donde los narnianos pensaban reunirse inicialmente.

Dormir sobre la maleza no había sido nada molesto teniendo en cuenta que no estaba acostumbrado a ello. Me sentí parte de los narnianos por unas horas mientras hablábamos frente al fuego de la intensa fogata.

Cuando me senté sobre la maleza, me giré en varias direcciones para asegurarme de que todos estuvieran bien, y lo estaban, todos estaban durmiendo aún. Pero cuando observé a unos dos metros de mí para poder ver a la Princesa Rhosyn, me percaté de que ella no se encontraba donde anoche había dormido.

Me levanté sumamente alarmado, olvidando por completo el velo de sueño que aún cubría un poco mi cabeza, y tomé mi espada. Sus cosas no estaban allí, simplemente la manta en la que había dormido anoche se encontraba tirada sobre la tierra, con una ligera mancha de sangre en ella.

Me sentí en pánico, por supuesto. No podía dejar que algo le sucediera a ella. Así que me levanté y comencé a caminar por el bosque, sin lograr localizarla con certeza.

­­―¡Princesa Rhosyn! ­­―Exclamé, lo suficientemente fuerte para que ella pudiera escucharme si estaba cerca y lo suficientemente bajo para que los adormilados narnianos no despertaran. Aunque los despertaría si acaso no encuentro a la princesa.

Pero no contestó, ni siquiera pude escuchar un mísero eco de su voz y eso fue lo que comenzó a alterarme.

Decidí correr hasta un pequeño arroyo que había al lado del bosque, que no quedaba tan lejos de donde estábamos durmiendo, para revisar si ella estaba allí ya que el ruido del agua hubiera escondido mi voz perfectamente.

Con un poco de suerte o de causa del destino encontré a Rhosyn a orillas del mismo. Ella estaba sentada en el césped mientras pasaba un poco de agua por su brazo izquierdo, el cual había resultado herido hace poco y del cual no dejaba de salir pequeñas gotas de sangre. Parecía tan tranquila haciéndolo que apenas podía creer que estuviese tocando su herida.

El contraste del agua en su rostro era... algo que jamás había imaginado antes. Es decir, anoche en la fogata se veía preciosa con esa cálida luz en su rostro, pero esos brillos blancos que el agua esparcía por su rostro eran algo aún más especial, y es que no puedo expresar cuán equivocado estaba al pensar que no podría volverse más hermosa de un segundo a otro.

❝𝙏𝙝𝙚 𝙉𝙤𝙧𝙩𝙝 𝙄𝙨𝙡𝙖𝙣𝙙𝙨' 𝙌𝙪𝙚𝙚𝙣❞ [𝙋𝙚𝙩𝙚𝙧 𝙋𝙚𝙫𝙚𝙣𝙨𝙞𝙚]Where stories live. Discover now